¿Qué hizo que el foco de violencia también incluyera a la iglesia? Hay quienes creen, al interior del mundo católico, que las quemas son sólo una muestra de una relación que se ha complejizado en el último tiempo. Y no son pocos los que ven en el obispo de Villarrica un personaje disociador, publica este fin de semana la Revista Que Pasa.
Santiago, 29 de abril de 2016. (radiodelmar.cl)– Primero hizo desalojar a las comunidades que ocupaban nueve hectareas y el recinto donde funcionaba el Seminario San Fidel, construido en tierras indígenas en la comuna de Padre Las Casa; luego intentó vender esta propiedad en más de 4 millones de dólares; y después, le dio acogida en otro colegio de su jurisdicción a la policía militarizada en la zona de Panguipulli. Estos tres hechos han marcado el actuar del jefe de la iglésia católica de Villarrica el obispo Francisco Javier Stegmeier.
Y a pesar que no ha querido responder a las preguntas de los periodistas, Stegmeier ha comenzado a aparecer cada vez más en los medios de prensa. Así ocurre este fin de semana en la revista Que Pasa que en un artículo titulado «Las Cruces en Llamas» apunta a que cuando se busca las causas de los templos cristianos incendiados, «algunos miran hacia la diocesis de Villarrica y las decisiones que ha tomado el obispo de la zona».
El semanario afirma que «Stegmeier fue ordenado sacerdote el año 1988 y al año siguiente ingresó a la Pontificia Universidad de Santa Cruz en Roma, ligada al Opus Dei. A su vuelta, el año 1992 fue párroco en Los Ángeles y luego de una estadía, primero como profesor y posteriormente como rector en el seminario de Concepción, quebró en 2009, una tradición de 80 años de líderes capuchinos en Villarrica. Una de sus primeras decisiones fue cerrar la pastoral indígena.
QUe Pasa afirma que “los capuchinos tuvieron una comprensión de la lengua y de la cultura mapuche un poco más fina. Y eso se debe a que algunos sacerdotes capuchinos fueron personas que valoraron la cultura mapuche y defendieron, dentro de lo que les fue posible, los derechos de las comunidades. Y eso marcó la diferencia. Uno podría decir que el mundo capuchino fue más cercano al mundo mapuche”, explica el sacerdote Fernando Díaz, miembro de la orden del Verbo Divino, quien ha desarrollado su ministerio junto a las comunidades indígenas en la diócesis de Villarrica principalmente.
Eso, según el religioso, se marcó con matices con los tres obispos de la orden que estuvieron antes de Stegmeier: Guido Beck (1929-1958), Guillermo Carlos Hartl (1958 – 1978) y Sixto Parzinger (1978 – 2009). “Cuando llega el nuevo obispo Stegmeier se produce un cambio radical porque este nuevo obispo tiene una formación teológica Opus Dei, cerrado al diálogo y sin reconocimiento a la cultura mapuche ni a su religión y se instala como un ser extraño y comienza a quebrar a la iglesia de La Araucanía y hoy es una iglesia muy dividida y dañada. Cerró la pastoral indígena después de muchos años de trabajo. Cerró la Fundación para el Desarrollo de La Araucanía y se retiró de la Fundación Instituto Indígena”, relata el padre Díaz, quien agrega: “Cortó todos los canales con los que la diócesis se comunicaba con el mundo mapuche”.
Otro sacerdote crítico a las actuaciones del obispo Stegmeier es el padre Severiano Alcamán, el primer cura capuchino mapuche de Chile. “Yo lo veo muy contradictorio. Él (Stegmeier) se ha separado de lo que tenían los capuchinos antes. Es poco amigable. Incluso él ha dicho por ahí que el pueblo mapuche es pagano”, cuenta el padre Alcamán.
Francisco Javier Stegmeier es hermano de José Miguel Stegmeier, presidente de la Sociedad Agrícola del Biobío, quien duró sólo tres días como gobernador del Biobío al inicio del gobierno de Sebastián Piñera, ya que una investigación periodística de Ciper lo relacionó a sociedades que prestaban apoyo financiero a Colonia Dignidad.
El artículo original de Revista Qué Pasa, escrito por el periodista Rodrigo Vergara, está en este link
http://www.quepasa.cl/articulo/actualidad/2016/04/las-cruces-en-llamas.shtml/