23 - noviembre - 2024

Desde Suecia: Entrevista con el maestro de la novela ultracorta, Melker Garay

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ESTOCOLMO: Magazín Latino entrevistó a uno de los escritores sueco-chilenos más renombrados en Suecia: Melker Garay, quien por estos días se encuentra en Santiago, en el marco de la feria del libro FILSA, que se está llevando a cabo en la capital chilena. Garay presentará sus nuevos libros, que han sido traducidos a distintos idiomas y que han tenido una excelente acogida de parte de los críticos literarios en Suecia. En un primer encuentro con Garay, abordamos diversos temas, desde sus tópicos favoritos hasta el rol del escritor en la sociedad actual, entre muchos otros. Y nos encontramos con una primicia: la respuesta al porqué hay tantos tocopillanos en Norrköping.


Por: Marisol Aliaga – Magazinlatino.se
http://www.magazinlatino.se/archivos/entrevistas/2015/melker-garay-el-maestro-de-la-novela-ultracorta.html


«El maestro de la novela ultracorta, a quien debes comenzar a conocer», lo definió el escritor SvenWenström. Otros críticos literarios lo comparan con Lagerqvist y Kafka.

«El autor no lidia con los grandes temas, juega con ellos», escribió el periódicoDalademokraterna.

Gracias a su participación en la Feria del libro FILSA, en Santiago, y a una entrevista con la escritora Anne Heberlein, me nació el interés de saber más sobre Melker Garay, el escritor con nombre sueco y apellido español que escribe sobre los grandes temas existenciales, el sentido de la vida, la maldad, la existencia de Dios y, sobre todo, la muerte.

Algo que nos afecta a todos, tarde o temprano. «La muerte es universal y democrática» dijoErnesto Sábato.

Aparentemente sus libros son de fácil lectura. Pero no nos engañemos, no es recomendable leer«La rata», «El espantapájaros» u otros relatos malignos antes de conciliar el sueño, puede que el sueño tarde y se tengan pesadillas.

«Mi nombre es Nikolai, llevo seis meses muerto,…» comienza su primer libro «El sepulturero y la muerte». Nos deja enganchados desde la primera frase.

Debo aclarar que antes de encontrarme con Melker Garay, un frío y soleado día de otoño hace un par de semanas atrás, había leído solamente la colección de novelas cortas «El espantapájaros». De modo que esta entrevista se basa solamente en la persona, no en la obra.

Los seres humanos tenemos una odiosa necesidad de clasificar todo. Tal vez a esto se deba la necesidad de saber si Melker Garay es sueco, chileno, o ambas cosas. En el research previo a la entrevista, no me queda muy claro: en Chile lo llaman «el escritor sueco», y en Suecia el «escritor con raíces en Chile» (por lo demás siempre me ha llamado la atención la expresión «raíces», como si fuéramos plantas).

Mi curiosidad aumenta más aún cuando al explicarle, vía mail, que para mí sería más cómodo conversar en español, para evitar la traducción, me responde en sueco.

El sábado a las tres, en el lobby del Grand Hotel. Perfecto. Solo que a esa hora el hotel está colmado de gente y no diviso a Melker por ninguna parte. Justo cuando lo llamo por el celular, aparece en medio de la gente. Me saluda con un beso en la mejilla, y pienso: «es chileno», y me siento más cómoda, los chilenos entramos rápidamente en confianza, como si nos conociéramos de toda la vida.

Melker Garay se ve como en las fotos, como siempre, elegantemente vestido. Aunque en persona es mucho más jovial. Mis temores de encontrarme con un serio escritor con aires de diva que habla de problemas existenciales se desvanecen de inmediato.

En vista de que está todo lleno, nos dirigimos al lobby del hotel vecino y nos instalamos en unos cómodos sillones. Yo pido un té y Melker una gaseosa.

En pocos minutos me cuenta la historia de su vida, tan inusual como fascinante.

El relato ultra corto de Melker Garay es que nació en Chile y llegó, a los cuatro años de edad, a Norrköping – al sur de Suecia – junto a sus padres y su hermano. Su padre, Rune Johannson, se embarcó en un barco sueco y llegó a Chile y se afincó en la ciudad de Tocopilla, donde conoció y se enamoró de la madre de Melker.

Después de vivir ocho años en Tocopilla, en la zona de Atacama, la familia decidió venirse a Europa.

– Llegamos a Suecia en 1970. Mi padre, gracias a que hablaba muy bien el español, comenzó a trabajar en la Oficina de Inmigraciones, como intérprete. Más tarde, después del golpe, empezaron a llegar muchos chilenos, y él les ayudaba a establecerse aquí.

Entonces, ¿a tu papá se debe el que la gran mayoría de tocopillanos hayan llegado a Norrköping?

– Sí, tal vez él sea el «culpable», contesta, riendo. A pesar de que lo oscuro de su narrativa, «creo que incluso la luz es oscura», escribió una crítica literaria sobre su libro «La rata», Melker es jovial y expresivo y su lenguaje corporal típicamente latino.

 

Quiere practicar el español, pensando en su próximo viaje a Chile, pero es cómodo que nos podamos manejar en los dos idiomas. Cuando le falta alguna palabra, pasamos al sueco, luego retomamos el español y así, durante toda la entrevista. Me hace gracia su forma de hablar el español, con su tono de voz tan especial y sus modismos chilenos.

Tiene la misma experiencia mía, aunque al revés: En un punto de su vida tuvo que elegir entre el español o el sueco, para expresarse. Se quedó con el sueco. Y en su narrativa se nota la influencia de Pär Lagerkvist y Stig Dagerman.

También decidió cambiar su nombre. De su padre, nativo de Arkösund, cerca de Norrköping, recibió su nombre de pila, de origen danés. Pero tenía sus dificultades.

– Mi nombre verdadero es Bent-Inge Melker Johansson,pero sentía que este es solo sueco, ¡no hay ninguna cosa chilena en ese nombre! Y cuando viajaba al extranjero, la gente no lo podía pronunciar. Entonces, decidí cambiarlo por Melker Garay, que reúne lo sueco y lo latino.

 

El tema de la identidad le ha interesado siempre, me cuenta:

– Siempre me ha llamado la atención el tema de la identidad, porque, como todos los chilenos que hemos llegado acá, uno no se siente como sueco. Pero en Chile tampoco se siente como chileno. Ese es el problema del exilio.

Pero no es tampoco algo que le quite el sueño, ni un tema recurrente en su narrativa, que aborda temas existenciales universales y también metafísicos.

 

Luego está su identidad como escritor, a la cual se ha ido acostumbrando gradualmente. Todo comenzó hace años atrás, cuando en una visita a Chile, paseando por la mágica región delValle del Elqui, se planteó como meta escribir un libro.

– Uno siempre debe tener metas. Para mí escribir un libro era algo fantástico, la literatura fue siempre algo muy grande. A pesar de que mis padres no eran intelectuales, siempre me fascinaron los libros. Cuando terminé la carrera de Economía, mi padre me preguntó qué iba a hacer ahora. Le contesté que mi iba a estudiar Filosofía a la universidad de Uppsala. No lo entendió.

Es que Melker siempre ha seguido su propio camino. Y siempre con una gran integridad.

– Siempre me ha preocupado la relación con Dios. Cuando tenía 12 años, todos los niños hicieron la Confirmación, pero yo no. Yo quería saber más sobre la existencia de Dios, entonces le pregunté al cura, que no era muy intelectual, y no obtuve respuesta. Más tarde me di cuenta de que la religión se trata de creencia, de fe. Y yo quería saber, tener la certeza.

 

El eterno problema de la existencia de Dios le ha preocupado desde pequeño. Si hay un Dios, y es bueno y omnipresente, entonces, ¿por qué hay tanto sufrimiento en el mundo? Es una pregunta que se ha hecho muchas veces.

– Hay gente que habla sobre Dios de una forma muy seria y absoluta, pero al mismo tiempo no sabemos nada sobre Dios. Uno puede creer en Dios, pero ellos hablan como si fuera una gran verdad, entonces es ridículo, es como si yo asegurara que hay un Dios y está en una parte y es así y así. No se puede hablar en esos términos. En ese sentido soy agnóstico: no sabemos nada… y ahí viene la fe. Yo creo que hay un Dios, pero no te olvides que es tu fe, por favor! No es una verdad.

O sea, tú crees en Dios pero no en una forma tradicional, por así decirlo…

– Claro. Es muy importante, como intelectual, estar siempre abierto, no cerrar nunca la puerta, dejar siempre alguna ventana abierta. Por ejemplo yo tengo 49 años, qué se yo, me puede pasar cualquier cosa en la vida que cambie mi forma de ser. Hay gente que ha sido súper ateísta y se han convertido en súper religiosos, o al revés. Entonces, tenemos que ser humildes y no hablar en términos categóricos.

 

Cuando comenzó a hacerse todo tipo de preguntas y al no obtener respuestas, se volcó a los libros. La literatura lo arropó. «No era fácil encontrar con quien conversar sobre temas existenciales», confiesa.

– He estudiado en la universidad, a pesar de que mis padres no tenían recursos. He hecho un viaje fantástico, en Suecia la educación es gratuita y se puede pedir préstamo de estudios con muchas facilidades. Eso siempre le agradecido a la sociedad sueca.

 

Para él la educación es fundamental.

– Yo vengo de una familia humilde. Mi madre, antes de jubilarse, trabajó en diferentes rubros, y, al llegar a Suecia, le costó integrarse a la sociedad, se le hizo difícil el idioma y echaba de menos sus amistades en Tocopilla, agrega.

 

Muchas veces se ha preguntado qué hubiera sido de él si no se hubieran mudado a Norrköping.

Una pregunta imposible de contestar, pero lo que sí es cierto es que en Suecia le fue muy bien. Junto a un socio fundó una empresa de «dating» en Internet y al cabo de algunos años la vendió, obteniendo una cantidad que le garantizó la independencia económica.

Podría haber elegido quedarse en casa sentado en su sillón favorito cruzado de brazos y viendo pasar los días. O podría haberse dedicado a hacer crecer más aún su capital.

Eligió el inseguro y fascinante mundo de las letras.

Retomando la historia de cómo comenzó a escribir, me cuenta:

– A la compañía le fue muy bien, y me encontré con que disponía de tiempo para hacer lo que quería. Me decidí a escribir un libro, pero, ¿sobre qué? Y me pregunté: ¿qué ha sido lo más importante para ti en la vida? ¡Lo que significa el ser humano! Y comencé a escribir «Las anotaciones secretas de un sacristán» donde tomé cosas de la Biblia, de Abraham e Isaac, del pecado original, del tema de la fe. Estos son temas muy serios, pero le agregué también un poquito de humor. Me gusta el humor y lo considero importante, porque de lo contrario el texto es muy pesado, y yo no soy así. Yo tengo una parte seria, pero el humor también es para mí muy importante.

 

Sus libros tratan en gran medida de temas existenciales, pero también intentan dar a las personas herramientas intelectuales para ampliar los conceptos sobre lo que es correcto y lo que no. Abordan la religión, la moral, el significado de la vida, nuestra relación con la muerte.

 

 

Melker Garay
Melker Garay, en un otoñal Estocolmo. Foto: Marisol Aliaga.

 

 

 

Entonces, ¿cuál es el significado de la vida?

– Bueno, sería arrogante de mi parte emitir juicios sobre el significado de la vida. Obviamente que es algo muy individual. Somos tan distintos, que es difícil no caer en una cierta forma de individualismo. Pero uno se puede preguntar, en cambio, qué condiciones básicas se deben cumplir. Por ejemplo, el respeto al ser humano, el derecho de libre expresión. Hay condiciones que deben ser cumplidas antes de que podamos discernir sobre el significado de la vida.

Melker apunta al hecho de que si uno no tiene que comer, difícilmente le preocupan los temas existenciales.
También toca el tema del consumismo de nuestra sociedad actual.
– Exigimos demasiado de la vida. Por supuesto que es difícil ser feliz si todo el tiempo quieres tener un auto nuevo, ropa nueva, cosas nuevas, ¡queremos demasiadas cosas! Pero tal vez deberíamos hacer un alto y preguntarnos: ¿es realmente esto lo que quiero? Estamos todo el tiempo a la caza de cosas, pero en realidad, ¿qué es lo que perseguimos?

 

A propósito de valores, ¿piensas que La literatura puede o debe estar ligada a la política?

– Yo opino que cuando una persona tiene la capacidad de poder expresarse en forma escrita, también tiene una responsabilidad. Como escritor uno tiene una responsabilidad moral de tocar estos temas, si tiene la posibilidad. Henning Mankell Por ejemplo se refiere a problemas de moral, de injusticias, de desigualdades sociales. Para mí es un ejemplo a seguir, en este tipo de cosas.

 

Pero también recalca que no se quiere identificar con ningún partido político, ya que entonces perdería su independencia de pensamiento. Pero está de acuerdo en socializar la cultura, en que la literatura llegue a todos, sobre todo a los jóvenes.

 

– Noam Chomsky se ha referido mucho a lo que significa ser intelectual, a la responsabilidad moral que tienes como escritor. Es un privilegio tener esa capacidad y un privilegio el tener tiempo. Entonces, ¿qué vas a hacer con todo tu tiempo, con tus pensamientos, los vas a compartir con el mundo o solo con unos pocos?

 

Está la típica literatura elitista… aunque en las esferas más altas de la cultura se ven los pensamientos más bajos. A propósito de la maldad…

– En efecto. Me horroriza como algunos literatos pueden ser tan sarcásticos en la crítica a lo que es diferente. Por ejemplo con Knausgård, fueron muy duros algunos en su crítica. Pero bueno, tenemos algo en nosotros que no es muy bonito que digamos. Me gusta tocar el tema de la maldad. Al mismo que me pregunto el porqué. ¿Por qué no escribo mejor sobre pájaros flores y? La respuesta es porque quiero descubrirme a mí mismo, desvelar quien soy. Al mismo tiempo esto no es algo definitivo y es un proceso, como todo.

Me llamó la atención y me sentí identificada con el cuento «La reivindicación», del libro «El espantapájaros».

– Cuando uno es un ser humano que crea, que quiere hacer tantas cosas con su vida, hay que estar conscientes de que te vas a topar con muchas adversidades. También con mucha desconfianza «no vas a ser capaz de eso», te van a decir, es típico. Entonces, uno comprende al personaje de ese cuento, se identifica con él.

 

Melker considera que es importante, sobre todo en la agitada sociedad actual, el conversar con nuestros hijos sobre estos temas, el inculcarles los valores fundamentales, discutir temas sobre la moral y el coraje civil. Sobre todo ahora que se habla mucho del bullying en la escuela y en las redes sociales. Me cuenta que las 17.30 se cena en su hogar, él su esposa Ludmila y sus tres hijos.

 

– Pero no se trata solamente de comer las albóndigas y estar callados, no, entonces se ventila lo que ha pasado durante el día. Como padres somos responsables de entregar a nuestros hijos normas y valores, so no lo van a encontrar ni con sus amigos ni en las redes sociales. Como padres uno tiene también una responsabilidad en el formar a los hijos. Para mí la cena a las cinco y media y el sábado y los domingos son sagrados, entonces estoy con mi familia.

 

Volviendo a la literatura, ¿qué te pareció que el Nobel de Literatura haya recaído en Svetlana Aleksijevitj?

– Opino que está muy bien que se amplíe el concepto de literatura. Que se tomen los aspectos que toma Svetlana Aleksijevitj, que todos tenemos una historia que contar. El Premio Nobel no debe ser excluyente, es bueno que se incluyan nuevas formas de expresión literaria. De otra forma resulta en lo que hablábamos antes: una forma de elitismo y yo creo que nadie quiere tener eso. Se trata de una literatura que emocione a todos – que impacte a todos.

 

El escritor sueco Ivar Lo-Johansson dijo una vez que hay más personas que quieren ser escritores que querrían ser ricos. ¿Qué consejo le das a quienes están comenzando a escribir?

– Para mí la escritura es un oficio. Mientras más escribes, mejor lo haces. Ahora, si uno quiere llegar lejos con su arte es muy importante ser curioso y abierto. Vale decir, el escribir es mostrar partes de sí mismo y mientras más íntimo lo hagas, el texto es más rico y más autentico, aunque no por ello tenga que ser autobiográfico. Cuando uno escribe experiencias propias, con franqueza, con sinceridad, los demás se pueden identificar con el texto. Pero es preciso estar consciente de que es un trabajo duro y solitario, uno está solo con sus pensamientos. En realidad es un lujo el tener la capacidad de escribir, antes hablábamos de un privilegio, pero es algo que hay que cuidar y desarrollar. No es fácil escribir, y es necesario estar abierto a las críticas y poder cambiar todo el tiempo. Con la práctica vas a encontrar tu propia voz, tu propia manera de expresarte. El escribir significa mucho trabajo, ¡pero al mismo tiempo es tremendamente entretenido!

 

Melker Garay
El escritor Melker Garay frente al palacio real, en Estocolmo. Foto: Marisol Aliaga.
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