20 - septiembre - 2024

El obispo Opus Dei de Villarrica hace todo lo contrario a las palabras del Papa Francisco

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Cuando Benedicto XVI nombró al P. Francisco Javier Stegmeier  Schmidlin, como Obispo titular de la Diócesis de Villarrica en febrero de 2009, hubo una inusitada explosión de alegría en numerosas familias terratenientes  (pro UDI) de esa zona al sur de Chile.


Pero para la Prelatura Opus Dei en Roma no fue una noticia sorpresa. Porque en los anales de la Universidad de la Santa Cruz (regentada por la Obra) estaba el archivo y memoria del estudiante P. Stegmeier que sin ser de la organización fundada por José María Escrivá, era una “promesa para la Iglesia chilena”. Tanto por su carácter reservado y frío, como por su apego inclaudicable a las posturas más conservadoras e intolerantes del catolicismo actual.
Por lo tanto, este nombramiento episcopal fue uno más de los muchos que salieron de la dupla Sodano-Bertone , que en esos años ejercían un poder ilimitado y sin contrapesos para seguir en el rediseño de la conferencia episcopal chilena y situarla en el ala conservadora del Celam, borrando de esta forma la huella conciliar y profética de obispos como Alvear,  Hourton, Camus, González,  Ysern, Ariztía…
Y el tiempo se encargó de demostrar que la apuesta Opus para la Diócesis de Villarrica se ha cumplido. A seis años del nombramiento de don Francisco Javier, la Diócesis está sumida en una profunda crisis no sólo de liderazgo pastoral, sino en una situación compleja y delicada. Citemos algunos hechos que dan cuenta de este clima de desgobierno eclesial  en que la intriga y el soborno son promovidos desde la misma cúspide de  la Diócesis:
Formación restauracionista, excluyente  y elitista en el Seminario Mayor San Fidel de Villarrica.
– Promoción de una Espiritualidad del sacrificio y martirio ad hoc con las posturas integristas.
– Despidos de profesores de colegios católicos por opiniones –no pastorales- diferentes al Obispo.
– Férreo control impositivo a lo que dicen y hacen los Presbíteros y religiosos de la Diócesis.
– Descalificación y desprestigio a todo lo relacionado con la causa y derechos de los mapuche.
– Apoyo irrestricto al Movimiento Acción Familia de claro perfil ideológico en temas valóricos.
– Uso indiscriminado de medios como El Mercurio para exponer, agresivamente, sus convicciones.
– En su momento, defensor de Karadima y hoy de Juan Barros impuesto en la Diócesis de Osorno.
– Escaso interés en promover el Concilio Vaticano II y la exhortación papal Evangelii gaudium.
Otro episodio controvertido en el quehacer de este Pastor del sur de Chile, fue su intervención en el  Primer Simposium de teología “Verdad, fe y razón” realizado a fines de agosto de 2013 en la Universidad de los Andes, propiedad del Opus Dei en Chile. Allí, el Obispo Stegmeier coincidió en el diagnóstico de que Chile y el mundo viven en una especie de relativismo moral y desorden eclesial como consecuencia de visiones “liberadoras” promovidas por ciertos sacerdotes que predican por los medios “división y confusión…”.
Hoy, en pleno papado de Francisco que tiene conmovido al mundo, es por decir lo menos, disonante el talante y praxis de don Francisco Javier en Villarrica. Simplemente no está en sintonía con lo que viene a diario desde Roma. Tampoco, Stegmeier ni se despoja del afán de poder no solo eclesial, ni hace esfuerzos por ser un Pastor dialogante y con auténtico olor a oveja.
Finalmente, escuchemos con atención lo que acaba de señalar el citado Obispo sureño: “Frente a esta arremetida antihumana, anticristiana, espero que se produzca un despertar de los cristianos…”. (Un Rosario para Chile, 19/6/2015). Ciertamente que este lenguaje no contiene los elementos mínimos del principio de la misericordia. Tampoco, invita a un diálogo sereno y fraterno -como al que invita reiteradamente el Papa Francisco-, más bien es un lenguaje impositivo, descalificador y arrogante. ¿Cómo lo aprendió de joven en la Universidad de la Santa Cruz en Roma?
Con respeto y humildad, esperamos que el viaje a Roma del Obispo Stegmeier, le sirva para que tenga una mirada de la sociedad más humana, desprejuiciada y cercana al Evangelio que nos dejó el Nazareno muerto en Cruz por esa muchedumbre de pobres, enfermos, viudas, vagabundos, prostitutas… Esos que no cuentan y que hoy son descartables!

Por: Mónica Echeverría –  Jaime Escobar

Consejo Editorial de revista Reflexión y Liberación
Julio de 2015
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