El legado de Néstor Kirchner como Presidente argentino se recordará siempre como el que lideró la recuperación económica de su país en la peor crisis de su historia post Segunda Guerra Mundial. También se le recordará como el que reposiciona al Justicialismo atravesando una de sus peores crisis, después del pobre desempeño de Carlos Saúl Menem como Presidente y el fracaso de Fernando de la Rúa, que termina renunciando. En ese plano, su importancia es comparable a la de Juan Domingo Perón, el fundador del justicialismo.
Cuando Néstor Kirchner Oistoic es elegido Presidente en mayo de 2003, el Justicialismo o el Partido Peronista se encontraba en la peor crisis de su historia, y cuando el justicialismo está en crisis aguda, lo sufre Argentina. Medios influyentes como los periódicos Página 12, Clarín, y el semanario Veintitrés, señalaban en septiembre de 2003, a raíz de los discursos de Néstor Kirchner, «de que todo lo que le suceda a la Argentina malo o bueno, pasa siempre por el papel que haga el Partido Justicialista.»
Rápidamente se instala el estilo «K» aludiendo a un estilo de decir y hacer. No estaba exento de contenido y vaya contenido a juzgar por su discurso de 15 minutos en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2003, cuando dice respecto a la deuda gigantesca de Argentina con los acreedores externos: “Los muertos no pagan”.
La frase pegó en el oído y pegó en otras partes. Fue un golpe directo al FMI también, responsable principal de las políticas económicas de los países dependientes del crédito externo.
Kirchner negoció la deuda paso a paso y se recordará que durante 10 meses concentraba la atención política del país. Se trataba de recuperar las confianzas interna y externamente.
El 9 de marzo, bajo la presidencia de Néstor Kirchner, Argentina decidió pagar al FMI, tras seis meses de negociaciones, 3.100 millones de dólares, que pertenecían a una mezcla de capital e intereses de la deuda externa, bordeando entonces los 90.000 millones de dólares. Este pago se logró después de negociaciones a puertas muy cerradas demostrando un cambio de actitud de Kirchner, aunque sellando lo que se llamaría el estilo «K» de negociación, resumiendo: “Los dos tenemos algo que ganar y algo que perder. No se puede tener todo en la vida.”
La anterior actitud de negarse a pagar la deuda en los plazos exigidos por el FMI significó una alarma global. El FMI con su nueva Directora Anne Krueger conocida por sus posiciones duras hacia los países con alta deuda delataba una preocupación inédita: La suma de las deudas que Argentina y Brasil tienen contraídas con el FMI representaban la mitad de la cantidad adeudada al FMI a nivel global.
Ese desafío de Néstor Kirchner representó un punto de inflexión histórico, porque no se podía pagar lo que no se tenía, de allí que la frase “Los muertos no pagan” adquirió ribetes globales y de alguna forma picaneó firme al FMI. Ese desafío argentino al FMI, según The Guardian del 9 de marzo de 2004, » podría provocar un efecto dominó en los países deudores llevando a la bancarrota al propio Fondo».
El liderazgo de un candidato que salió segundo en primera vuelta (y única tras la renuncia de Menem), pero cuya popularidad ascendió vertiginosamente por la negociación con el FMI y la recuperación de las confianzas en el sistema financiero es inédito en la región.
Néstor Kirchner se hace cargo de una Argentina que en los informes el Banco Mundial destacaba un 17% de familias en situación de hambre (2002). Una encuesta del Instituto de Nutrición señalaba que entre el 12 y el 20% de los niños sufrían una forma desnutrición crónica, con carencias notorias en Zinc, Yodo y Vitaminas. Otra encuesta mostraba que un 40% de familias no accedían a la canasta básica alimenticia. Uno de los mayores productores agrícolas del mundo, un gran exportador de cerebros científicos, un país adelantado en rubros significativos en el plano de la educación y las tecnologías modernas, se sustentaba sobre una base social frágil. Por eso en su discurso en la ONU el estilo Kirchner fue más allá que una perorata demagógica para ganar adeptos a su postura frente al FMI: «Los muertos no tienen como pagar.» El estilo «K»
Posteriormente, la negociación directa de Néstor Kirchner y la de sus ministros en Dubai, respecto a la deuda provocaron un verdadero “sismo” en la forma de decir las cosas: realista y atrevida.
Ese discurso de Kirchner en la ONU de 2003, estuvo pleno de connotaciones a situaciones internas, pero también envió mensajes directos sobre el tema de Irak. Su crítica al unilateralismo en la intervención a Irak, apuntaba a que se usaban los DDHH en acciones bélicas que implicaban imponer una nueva doctrina de seguridad con la acción preventiva. El discurso de Kirchner tuvo una convergencia de tipo universal, y fue el único jefe de estado que hizo referencia al tema, en esa dimensión, en ese estilo, el estilo Kirchner. Nacía un pilar en autonomías regionales para recuperar equilibrios internacionales y contener la monotonía de la supremacía unilateral de algunas potencias.
Según el vocero de Kirchner cuando asume en 2003, Miguel Nuñez, » El estilo «K» no es un invento. No hay nada impostado, ni es marketing sino convicción. Es como el bolero, para decir adiós, sólo tengo que decirlo».
Fuente: Artículo de Francisco Coloane: Diario El Mostrador. 27/10/2010