02 - octubre - 2024

2010: LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Por: Ángel Saldomando

Como todo fin de año la ocasión es propicia para los balances. En Chile se cierra con una tragedia esta vez sin final feliz, 81 muertos producto de un incendio en l cárcel de san miguel en Santiago. Esta es la otra cara de la moneda del rescate exitoso de los 33 mineros utilizado hasta el hueso como producto mediático.

Lidiando con el pasado y presente

El sistema penitenciario en Chile es una vergüenza reconoció el presidente Piñera en su visita a la prisión. Eso se sabe desde hace décadas, tal como lo han confirmado la misión de la OEA sobre el estado de personas privadas de libertad, las organizaciones de derechos humanos y expertos nacionales.

El problema que queda al descubierto es que la imagen de un modelo de país exitoso, transmitida y defendida a toda costa por la elite política y económica, no corresponde con la realidad de la mayoría. Toda  sociedad se revela en su esencia cuando se examina como se tratan las asimetrías de poder, los conflictos y las desigualdades. De ello depende su nivel de integración social, la protección de las personas y  los derechos. El balance en esta materia está más acorde con la de un país atrasado que con la reciente integración a  la OCDE.

Sólo la elite empresarial, la política y la castrense gozan de privilegios que no son extendidos al resto de la población. Para el resto, crimininalización de la pobreza, negación del conflicto y las demandas sociales como política nacional, desigualdad record y derechos restringidos frente al mercado, frente al contrato de trabajo y frente a la salud, la educación y la cultura. Esta es una imagen muy distinta de la sociedad chilena comparada con la que se vende en el exterior, a base de crecimiento y de estabilidad. En principio hay de todo pero en dosis muy pobres.

 Las razones de esta dicotomía estructural son ampliamente conocidas aunque no asumidas y discutidas públicamente. Ello implicaría asumir que el modelo país no es tan exitoso y que las sucesivas administraciones concertacionistas hicieron siempre el mínimo o simplemente la vista gorda. La derecha en el gobierno puede ahora y con facilidad, sustentar un discurso descarnado en varias materias porque no tuvo responsabilidad gubernamental en los últimos 20 años. Pero si tiene responsabilidades estructurales en el modelo país que se forjó durante el régimen militar y luego defendiendo sus principales columnas.

Recientemente los ex presidentes Lagos y Frei han reaccionado molestos por los señalamientos oficialistas sobre el pasado. Los ex presidentes afirman que no se puede gobernar achacando todo al pasado y que a un año de gobierno la derecha debe proponer políticas sobre su propia gestión.

Pero lamentablemente no se puede tapar el sol con un dedo. Los problemas del país tienen una historia que hace parte de la política y no del pasado, sino que de la actualidad sobre como cambiarla.

Un Nuevo ciclo social y político

El gobierno Piñera cierra su primer año calendario con un bajón serio en las encuestas de opinión que lo habían elevado a porcentajes altos luego del rescate de los mineros, esto era previsible. Más allá de ello, es toda la agenda gubernamental que se encuentra accidentada. La reconstrucción luego del terremoto en el impase, el conflicto mapuche solo en tregua y una situación social deteriorada por más de 1.500 despidos en la función pública, remociones arbitraria de empleados de responsabilidad y fuerte presión por reajustes salariales.

La salida de la concertación del gobierno acabó con un tipo de gobernabilidad basada en la contención social en beneficio de la gestión negociada del modelo de país con la derecha.

Este tipo de gobernabilidad estaba en descomposición desde la movilización estudiantil llamada de los pingüinos, en 2006. Lentamente el ciclo de movilización social se reorganiza en Chile y por una razón muy simple y directa, la lucha por el reparto se hace de nuevo presente. No puede ser de otro modo en un país que vende éxito y que no le llega a sus ciudadanos en la medida esperada. Tampoco es una excepción, los tigres asiáticos tuvieron su propia crisis social por la redistribución del crecimiento, especialmente en Corea del Sur y lo mismo se visualiza en China. El tigre chileno, como gustaba decirse en una época, tiene menos rayas pero igualmente se le está tirando la cola.

 Como bien señala Paul Walder en el mundo diplomático de diciembre 2010 “el índice de conflictividad laboral y huelgas ha venido aumentando durante los últimos años y es probable que el 2010 acabe con el mayor registro de la época”. En efecto, el año concluye con la mayor movilización de funcionarios públicos de la década y una serie de huelgas parciales en el nivel de servicios municipales. Los movimientos sociales han sido de distinta índole en contenido y gravitación y de una gran diversidad sectorial. Esto muestra la creciente sensibilización de todos los estratos de la sociedad chilena a lo largo de los últimos años, este es el indicador más seguro de una nueva situación social.

Periodo Sector
2009 Trabajadores del salmón
2009 Negociación colectiva
2009 Salud
2009 Deudores habitacionales
2009 Gendarmes
2010 Comercio
2010 Ambiental
2010 portuarios
2010 Integra
2010 mineros
2010 Profesores
2010 Sector público
2010 Transporte
2010 mapuches

 

Chile ha sido un país con una gran tradición de movilización social y de alta institucionalización organizativa de los movimientos sociales y laborales. Ese fue unos de los objetivos de la dictadura al destruir esa tradición por dos vías, la represión selectiva que diezmó a cuadros sindicales políticos y populares y por medio de las reformas laborales que debilitaron a los sindicatos y a la capacidad de negociación de los trabajadores, haciéndola retroceder a principios del siglo 20. Algo que paradójicamente se llamó modernización laboral. La concertación aportó su grano de arena al aceptar esta situación.

Sin duda que ahora no es posible recuperar esa tradición, pero nuevas formas deberán abrirse paso que faciliten la convergencia de los movimientos reivindicativos. Los nuevos movimientos están menos ideologizados, son más pragmáticos y autónomos. Además no son los partidos políticos el principal vector de organización como en el pasado. Empujados por la fuerza de una nueva situación diferentes sectores están recorriendo también nuevas vías de aprendizaje colectivo y de organización, esto es lo que hay que analizar en su capacidad y potencial. Si el futuro es algo nuevo, siempre es parte una reorganización de elementos del pasado, una reflexión madura y ponderada debe identificar las pistas y convergencias hacia una reconfiguración útil de la organización social y laboral. Hace falta elaborar con urgencia una agenda en este tema porque es una de las claves del nuevo ciclo en que ha entrado el país. La otra cara de la moneda en Chile empieza a mostrar su perfil.

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