Santiago de Chile, 31 de Marzo 2011. (Radio del Mar. Fuente: Agencias). La Antártida poco a poco nos descubre sus misterios. El que una vez fuera un continente inaccesible hoy se nos presenta como una de las fuentes de investigación más prolíficas en cuanto a resultados de nuevos organismos vegetales y animales que pueden influir en el desarrollo de la ciencia y la tecnología del futuro. Chile, que por su posición geográfica es una de las principales puertas de entrada a la Antártida, se ha convertido en uno de los principales impulsores de la investigación antártica. «Nuestro interés científico tiene cuatro líneas principales de investigación: una de interés nacional, otra por las obligaciones de Chile por ser parte del concierto mundial que basa su economía en las exportaciones, para contribuir al conocimiento mundial y para hacer frente a los desafíos del cambio climático», comenta José Retamales, director del Instituto Antártico Chileno (INACH).
Según Retamales, Chile tuvo esta temporada el mayor número de proyectos en terreno en la Antártida en sus 47 años de historia. Han sido 34 proyectos desarrollados, un 41% más que en la temporada 2009. Son seis millones de dólares que financian estos proyectos que se desarrollan normalmente en el curso de tres años. Actualmente hay 52 proyectos en ejecución. «Es una gran ventaja que desde la Patagonia los científicos chilenos tengamos la facilidad -a costes razonables- de tener acceso a un continente tan diferente. Es una gran aventura», afirma Retamales.
De todos los proyectos, dos son los que destacan por los resultados obtenidos, explica por su parte Marcelo Leppe, jefe del departamento científico del INACH. Uno es el relacionado con la investigación de bacterias que viven en ambientes extremos, uno muy caliente y otras que viven incluso a temperaturas bajo cero. «Una de las novedades más importantes es el hallazgo de un microorganismo llamado deinoccus sp, capaz de resistir altos niveles de radiación gamma y ultravioleta. Son organismos que se han desarrollado fuera del planeta y por lo tanto son una muestra del linaje tan antiguo que se puede hallar en Antártica», explica el científico. Uno de los proyectos se ha desarrollado en la isla de Decepción, que es un volcán emergido del mar en donde se mezclan temperaturas de hasta 100 grados con los glaciares, material piroplástico y una composición mineralógica especial. Se ha estudiado el ADN de estos microorganismos extremófilos para, además de establecer su identidad, conocer sus propiedades. Algunos de ellos, según Leppe, son degradadores de petróleo, muy raros de encontrar a tan bajas temperaturas.
Este proyecto, a cargo de la Fundación Biociencia y el INACH, también ha permitido el descubrimiento de biocompuestos en una serie de enzimas que permiten llevar a cabo transformaciones de interés para la industria química, según el Instituto. «Por ejemplo, enzimas agarolíticas capaces de degradar el agar -compuesto extraído principalmente de las algas- que se utiliza principalmente en la industria alimentaria y cosmética gracias a sus propiedades gelificantes». También estas enzimas que degradan el agar sirven para descontaminar los desechos generados por las industrias. Otros dos microorganismos, el Colobanthus quintesis y la Deschampsia antartica son las dos únicas plantas vasculares que crecen en la Antártida actualmente y que se pueden analizar para obtener compuestos con propiedades anticancerígenas, para resistir la radiación ultravioleta y compuestos anticongelantes dentro de sus células.
El otro proyecto emblemático está financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt), asociado con el instituto de geología de la Universidad de Heidelberg, con apoyo logístico del INACH y cooperación de investigadores de la universidad japonesa de Chiba. Explica Leppe que esta investigación permite reconstruir la historia animal y vegetal del Cretácico, periodo clave para entender la vida del sur de Chile y Argentina. Los científicos recorrieron diversas zonas de los linderos donde han encontrado 40 sitios paleontológicos con fósiles vegetales y animales. «Hay zonas que no están bajo el hielo debido al cambio climático que hablan de una Antártida muy diferente, que era verde, poblada de forma muy similar a lo que es hoy el sur de Chile», comenta Leppe. Este proyecto patagónico ha logrado constatar la existencia de un evento de gran impacto a principios del Cretácico que separó temporalmente a la Antártida de la Patagonia a través de una cuenca marina profunda llamada Rocas Verdes, hace unos 100 millones de años. «Una vez que se cierra la cuenca Rocas Verdes hace 85 millones de años, que vuelve a unir a la Patagonia con la Antártida, muchos elementos que habían evolucionado en ambos lados -flora y fauna- entran en contacto por primera vez en la historia natural, comenzándose a acuñar el término bosques templados del sur de Sudamérica», explica Leppe. En ese tiempo, las temperaturas no eran tan frías, ya que no existía la actual corriente circumpolar que es la que mantiene a la Antártida sumergida en esa profunda capa de hielo. Esta corriente nace hace 23 millones de años, periodo en que comenzó el congelamiento del continente. «Pero hemos encontrado sitios a 500 kilómetros hacia el polo donde sobrevivieron fragmentos boscosos de hasta hace 3,5 millones de años. Eso obliga a cambiar radicalmente la concepción que tenemos de la Antártida como continente blanco», afirma.
Una puerta al continente blanco
La Antártida está a menos de dos horas en avión desde Punta Arenas en Chile. Esta puerta, junto con la de Christchurch en Nueva Zelanda, son las dos principales vías de paso para llegar al continente prácticamente inexplorado. Investigadores y expertos de 15 países, de 28 que tienen bases en el continente blanco, viajan por Chile cada año a la Antártida a hacer ciencia, nos cuenta José retamales, director del INACH. A un lado queda el reclamo que siete países, incluidos Chile y Argentina, pretenden sobre grandes cantidades de territorio antártico. Los 14 millones de kilómetros del continente, de los cuales solo 280.000 están sin hielo, no se encuentran bajo la soberanía formal de algún país.
Otras puertas de entrada en el mundo son Sudáfrica, Argentina y Australia. Según Retamales, la Antártida es un continente donde la logística es cara, y en tiempos de crisis, una de las más afectadas es la ciencia. «Pero en Chile aún no nos ha afectado», asegura. España, nos cuenta Retamales, es uno de los países con los que Chile tiene más interrelación, gracias a la cercanía de sus bases Gabriel de Castilla -en la isla Decepción- y la base Juan Carlos I -en la isla de Livingstone- a su base Profesor Julio Escudero, en la isla Rey Jorge.*****FIN*****