Por: Alfredo Seguel
21 de marzo de 2011
En estos momentos, diversas movilizaciones están exigiendo el fin al desarrollo de la energía nuclear, porque pone en grave riesgo derechos humanos. Se han cometido o se pueden cometer crímenes de lesa humanidad – genocidios. También, desde la perspectiva de la ecología y otras ciencias se pueden cometer actos de ecocidios en contra de diversos espacios de desarrollo de la vida, de medio ambiente. Este tipo de energías está intrínsicamente relacionada a otras actividades depredadoras como partes de un atroz modelo.
Hoy en Chile, se están reuniendo Sebatián Piñera, Presidente del Estado chileno; Y Barack Obama, Presidente de los Estados Unidos de norteamérica, ambos acusados por diversos sectores sociales, políticos, culturales, ambientalistas, humanistas, grupos pro paz, entre otros, de ser promotores de la energía nuclear, basándose en la supuesta necesidad energética.
Ni política ni científicamente dicha energía muestra, algún nivel de viabilidad, beneficios y/o eficiencia. La energía nuclear es peligrosa por las consecuencias bélicas que puede acarrear, ya sea por el uso incorrecto que algún desquiciado en el poder político y/o militar pueda cometer; O bien, por las consecuencias que manifestaciones de la naturaleza pueden generar, como ocurrió en Japón. En conclusión, el desarrollo de este tipo de energía es un acto suicida.
Cabe señalar que lo fuerte y constante de los movimientos telúricos, han sido relacionados desde diversos parámetros como reacciones desequilibradas del planeta a causa de la depredación y sobre explotación que se viene haciendo a bienes naturales de la tierra.
Es inconcebible como ciertos grupos insistan en seguir desarrollando energías riesgosas y depredadoras. Tampoco lo es la energía que se basa en la intervención de ríos o del subsuelo, menos en países telúricos. Queda frente a esto eso si, una serie y amplia gama de posibilidades de desarrollar energías limpias y renovables de verdad, de desarrollar diversidad energética y que considere la desconcentración, las autonomías, las culturas, la geografía…
No es posible aceptar que contaminantes y dañinas industrias extractivas, de concentración de poder, mercados y economías, no hayan desarrollado formas autónomas de energías renovables para su funcionamiento, por el contrario, a pesar de sus estratosféricas gananciales, siguen manipulando las políticas públicas y la obtención de verdaderos subsidios estatales en la construcción de centrales de energías que le proporcionan electricidad, principalmente, pensada en la expansión a gran escala de industrias mineras y petroleras y también, de papelería – celulosa que pretenden hacer en diversos países. El mayor consumo de energía está concentrado en estas actividades industriales, no en la ciudadanía.
Así, de la misma manera como estos obtienen aprovechamientos, también, los otros controladores del poder ganan en la construcción de centrales y distribución de energía. Negocio redondo para los que están en la cúspide de la acumulación de riquezas a costa de la destrucción y del fomento de desigualdades.
Sin embargo, caso aparte es la decisión colectiva y soberana de los pueblos frente al desarrollo de industrias extractivas y sus formas, considerando al agua y su acceso como derecho humano, el bienestar social, la soberanía y seguridad alimentaria, el buen vivir y todos los elementos indispensables para el desarrollo humano y en general, el buen desarrollo del medio ambiente en atención a todo lo que es espacio de vida y de seres vivos.
Frente a esta realidad, es imposible no dimensionar los crecientes movimientos globales que defienden los derechos humanos y a la vez, la existencia del planeta, que exigen cambios profundos y plantean propuestas.
La visita de Obama a Chile este 21 de marzo y el tema nuclear; El día mundial por el agua el 22 de Marzo; Y el día mundial por la tierra el 22 de Abril, ponen en el tapete mensajes de alerta para toda la humanidad.