11 de marzo de 2011. (Radio del Mar)– Organizaciones ecologístas han mostrado su preocupación por las centrales nucleares afectadas por el terremoto que azotó este viernes la zona noreste de Japón.
La organización Ecologistas en Acción de España afirmó que «a pesar de no ser de los más antiguos, no ha podido evitarse un incendio en el edificio en que se encuentran las turbinas. Los daños son imposibles de evaluar hasta que se pueda comprobar si las zonas altamente radiactivas de la central han sido afectadas, y en qué medida».
En tanto Greenpeace, “que se opone activamente a nivel mundial a las plantas nucleares, declarándolas peligrosas, tóxicas y contaminantes, sigue de cerca los acontecimientos”, dijo el director de esta organización en Chile, Matías Asún.
Hasta ahora, según informaciones oficiales, de 28 reactores de plantas de generación nucleoeléctrica , cuatro se han cerrado, pero no se ha reportado, por parte de las autoridades, liberación de radiación.
No obstante, “Greenpeace alerta que sí ha habido accidentes recurrentes en ocasiones anteriores -los que se han dado a conocer públicamente por la prensa-; que las plantas estarían cerradas por un tiempo considerable y que se exigirá públicamente que las revisiones posteriores sean transparentes y reales”.
Hace dos años, un terremoto de menor intensidad, provocó una fuga de mil litros de agua radiactiva del circuito primario que fueron a parar al mar. En aquella ocasión el dato se conoció días después, tras denuncias de grupos ecologistas.
En esta ocasión los daños pueden ser mayores, dada la intensidad del seísmo, y muestra la vulnerabilidad de las centrales nucleares, incluso de las más modernas, a las fuerzas de la naturaleza.
Japón es uno de los países del mundo que más ha apostado por la energía nuclear, a pesar de estar situado en una zona de muy alta actividad sísmica. En la actualidad hay 55 reactores y dos en construcción. En la zona afectada hay 15 reactores en cinco centrales. Para Ecologistas en Acción, catástrofes como ésta deberían hacer reflexionar a las autoridades niponas, y a las de la comunidad internacional en general, sobre la necesidad de prescindir cuanto antes de esta forma de generación de energía, peligrosa, cara y que genera unos residuos también muy peligrosos para los que no hay solución.
Si un Tsunami destruyera el edificio en que se encuentran las piscinas que albergan el combustible gastado y se llevase el contenido al mar, aunque fuese una pequeña parte, las consecuencias serían catastróficas.