19 - septiembre - 2024

PROYECTO DE MINERA ISLA RIESCO: MAL NEGOCIO PARA MAGALLANES

Por: José Vera Giusti 

La discusión en torno al proyecto minero carbonífero de Isla Riesco en Magallanes se ha abordado desde la perspectiva de los posibles daños medioambientales que acarrearía, dando todo el mundo por sentado que el sólo hecho de concretarlo será beneficioso para la región, por sus efectos económicos, sociales y demográficos. ¿Pero, es esto realmente así?, porque podría incluso darse el caso que, independiente de los efectos medioambientales que tendrá, el proyecto no sea conveniente para la región, esto es, que los costos para Magallanes sean mayores que los beneficios.

Para responder, es preciso definir además el contexto en el que se propone el proyecto: Sobre esto, sabemos que en un lapso de 50 años, la importancia de Magallanes en la economía nacional se ha reducido a un quinto, pasando de 4,8% del PIB nacional en 1960 a sólo 1% en 2010.

La demografía regional también ha sido perversa: en cantidad, la población regional está estancada relativamente, aumentando una 5 veces entre 1920 y el 2002. Crecimiento exiguo si lo comparamos con Tierra del Fuego argentina, que en igual período se multiplicó 39 veces.

Además, según el Banco Central, entre 1960 y 1992 Magallanes fue la única región en el país en la que disminuyó el producto por persona, evidenciando un empobrecimiento del capital humano regional, tendencia que no ha dado muestras de haber cambiado hasta el presente.

Todo lo anterior apunta a que la región sufre de problemas estructurales, de larga data, que afectan a su crecimiento y a variables sociales y demográficas. Por ello, es extremadamente importante evaluar bien los efectos de nuevos proyectos que, por su mera envergadura, repercutirán transversalmente, mejorando o empeorando la situación.
Teniendo esto en mente, cabe preguntarse: ¿cuáles serán los reales beneficios del proyecto Mina Invierno para Magallanes?
Básicamente, los aportes efectivos son tres:

1) Una parte de las inversiones proyectadas por alrededor de US$ 500 millones beneficiará a empresas que están en Magallanes, proveyendo algunos servicios en el área de construcción principalmente. Esto estimulará algo la demanda regional durante el período de construcciones, pero sólo lo que se gaste en la región;
2) Creación de aproximadamente 700 nuevos empleos estables en la comuna de Río Verde, que serán un aporte adicional a la demanda local, estimulando la economía regional;
3) Incremento en la demanda regional por la compra de algunos insumos a los proveedores regionales para la operación de la mina. La mayor parte de los insumos serán adquiridos sin embargo desde fuera de Magallanes.

Estos beneficios no son gratis sin embargo:
Magallanes no tiene problemas estructurales de empleo: La región ha mantenido sistemáticamente las tasas más bajas en el país, alrededor de tres puntos porcentuales por debajo de la media nacional. Además, estos 700 empleos requieren de habilidades y destrezas particulares, de manera que los contratados locales serán escasos. Independiente sin embargo del lugar de proveniencia de los trabajadores, el “beneficio” para la región será también marginal, correspondiendo exclusivamente al mayor gasto en comercios y servicios locales que realizarán los contratados por la mina.

En cuanto al impacto de los millones de dólares de inversión, serían un beneficio para la región solamente si es que esos dólares se inyectaran a la economía regional, lo que sabemos que no ocurrirá: la inmensa mayoría del beneficio irá para las empresas proveedoras de maquinarias y equipos para la mina, todas extranjeras a la región o al país.

Ni hablar de los beneficios que provendrán de la venta del carbón: ni un centavo será para Magallanes.

Emplazo a las autoridades y a los defensores del proyecto a que nos muestren cuáles serán los beneficios para Magallanes, aparte de las migajas que he enumerado, con cifras y datos serios, no sólo con declaraciones grandilocuentes.

Esos serán los beneficios para Magallanes: y digo con pena, “serán”, porque la decisión ya ha sido tomada hace tiempo, pese a que con un simple lápiz y papel se puede demostrar que es una mala opción para la región y para el país: Para Magallanes, porque lo que quedará es mucho menos que lo que perderemos, el trabajo que por años ha realizado la industria turística para ofrecer al mundo un destino de excepción, con paisajes prístinos e impolutos, en que destaca la protección y cuidado del medioambiente. Y con miles de empleos de alto valor agregado, e ingresos que se quedan en Magallanes.

Para el país, porque ostentamos el triste record de ser el país que más ha aumentado las emisiones de dióxido de carbono per cápita y este proyecto, sumado a los que vendrán, nos consagra como la única nación en el planeta que, en pleno siglo XXI está fortaleciendo una matriz energética que ya estaba obsoleta hace 50 años. El único motivo por el que la producción de carbón parece rentable económicamente hoy día, es que las empresas mineras no son obligadas a hacerse cargo del costo ambiental real de usar el carbón: si estos costos, que los paga toda la sociedad, se les cobrara a las mineras o a las termoeléctricas que usan carbón para generar energía, nadie lo emplearía, porque resultaría demasiado caro hacerlo. La sociedad civil, todos nosotros, estamos subsidiando la destrucción de nuestro patrimonio natural y el futuro del planeta.

Gobiernos de todas las tendencias han intentado recurrir a la misma fórmula que se quiere replicar con el proyecto Mina Invierno con exactamente el mismo resultado: ninguna mejoría en la dinámica económica regional, sumados a severos daños al medioambiente y sin ningún incentivo para el desarrollo local.

En todos los casos, sin excepción, el argumento ha sido que “habrá grandes inversiones y generación de empleos”, pero el tema relevante no es, ni ha sido nunca, la cuantía de las inversiones, ni el volumen de producción, sino el destino de los ingresos que se generan con esas inversiones y la calidad de los empleos que se crean.

En conjunto, desde una perspectiva más macro, apoyar o fomentar inversiones y proyectos como el de la minera Isla Riesco solamente tenderá a agudizar las condiciones estructurales críticas de la región: no solamente no implican generación de estímulos reales para mejorar la evolución de la economía regional, sino que se constituyen en una amenaza grave para actividades como el turismo, que ha demostrado tener el tipo de dinámica que requiere Magallanes para sacudir su letargo. Este es un caso claro en que el único beneficiado con la materialización del proyecto será la propia empresa y sus accionistas, a costa de las perspectivas de bienestar y desarrollo sustentables de una región geoestratégicamente importante, desatendida por décadas en las políticas públicas.

José Vera Giusti
Economista U. de Chile
M.A.D.E. Boston University

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