Santiago de Chile, 18 de Abril 2011. (Radio del Mar). La llegada de un personero del Opus Dei que se desempeña en la Universidad de Navarra como Director de Comunicaciones, con el fin de asesorar a la Iglesia Católica chilena, en el problema generado por los abusos sexuales de un sacerdote y la directora de una congregación religiosa, ya ha comenzado a mostrar sus efectos concretos. Al designar a un periodista laico como vocero de la conferencia episcopal, se anula la posibilidad de obtener respuestas ante preguntas que puedan surgir en el contacto de los prelados con los medios de prensa, ya que este profesional sólo se limitará a leer los comunicados que se emitan.
En otro enfoque del nuevo estilo, el cardenal Francisco Javier Errazuriz, oportunamente entrevistado por el Diario El Mercurio de ayer domingo 17 de Abril, usó ese medio para «pedir perdón» en forma pública a las personas víctimas de abusos sexuales y que ahora reconoce como tales, aprovechando la oportunidad para mostrar un supuesto distanciamiento del sacerdote Karadima, de quien dijo que «en privado» tampoco se refería en «buenos términos» a su persona, como si las situaciones pudieran compararse.
Existe todo el derecho para dudar de la sinceridad del Cardenal, pues el «perdón» es algo íntimo que debe pedirse en forma directa y personal a quienes se causó ese daño imperdonable y no en forma pública como el empleado, en lo que aparece más como una estrategia comunicacional de «lavado de imagen» que tanto necesita la Iglesia y él en particular.
No puede alegarse arrepentimiento ni inocencia por algo que no sucedió en una oportunidad y en el que pudiera haber sido engañado con información distorsionada de alguno de sus subordinados. En este caso no, pues las denuncias fueron formuladas ante él como máxima autoridad de la Iglesia en muchas oportunidades, incluso por sacerdotes, fue este mismo Cardenal que se negó en varias oportunidades a recibir a familiares de los afectados, que ordenó y luego paralizó una investigación por varios años y que ocultó de manera deliberada y cómplice los antecedentes que obraban en su poder, como también fue él quien autorizó al Obispo Arteaga para que saliera a defender de manera pública a Karadima «poniendo las mmanos al fuego por su conducta», cuando se hicieron públicas las primeras denuncias.
Lo hecho por el Cardenal es «criminal» como declarara una de las víctimas al conocer y permitir que esas aberraciones se siguieran cometiendo, como es «irrisorio» el pretender que con este perdón periodístico todo quede saneado, como expresó en el día de hoy, Fernando Batlle, otro de los querellantes.
También es irrisorio, apreciar esta presentación en actitud bondados de quien ha sido cómplice de estos delitos y a quien se escuchó durante años desde una supuesta supremacía moral, fustigar y denostar como inmorales a los que defendieron el aborto terapéutico, que condenó a quienes buscaron una segunda oportunidad matrimonial, que discriminó a los hijos naturales y que prohibió el ingreso a colegios católicos a niños porque sus padres no se encontraban casados por su Iglesia.*****FIN*****