23 de abril de 2011. (DW-World)– Después de un cuarto de siglo, el “sarcófago” levantado con premura tras el accidente de Chernobil presenta cada vez más fisuras. Hay fuga de radiactividad. La radiación es 100 veces superior a la normal, según Heinz Smital, experto de Greenpeace en la materia. Lo que le preocupa especialmente es que esa radiación no proviene del suelo, sino directamente del reactor Nr. 4, traspasando el concreto de metros de espesor.
Un nuevo sarcófago
El legado radiactivo de Chernobil seguirá constituyendo un problema para la comunidad internacional por muchas generaciones. Lo mismo vale para las consecuencias, aún no cuantificables, de la catástrofe de Fukushima.
En una reciente conferencia de donantes, Ucrania intentó recolectar el dinero para financiar un programa de seguridad para la región de Chernobil cifrado en 1.500 millones de euros. Sólo consiguió que los participantes se comprometieran a aportar unos 550 millones de euros, que todavía no han sido transferidos a Kiev. Demasiado poco, teniendo en cuenta que sólo la construcción de un nuevo “sarcófago” para la ruina radiactiva tendrá un costo superior a los 1000 millones de euros.
Generosidad limitada
En el reactor Nr. 4 se encuentran depositadas aún 180 toneladas de combustible nuclear altamente radiactivo. La alternativa a la construcción de un nuevo “sarcófago” sería el traslado de ese material a un depósito definitivo, lo cual probablemente resultaría aún más caro.
Pero las donaciones son por definición voluntarias y hubo quienes declinaron hacer su aporte en la conferencia de Kiev. Es el caso de Japón, que argumentó con el incalculable costo que le supondrá hacer frente a su propia catástrofe atómica. Otros países, como Irlanda, España y Canadá, tampoco quisieron comprometerse, remitiéndose a sus actuales problemas financieros.
Falta de estándares internacionales
Actualmente no existe una instancia internacional que pueda exigir el pago de contribuciones para mitigar los daños del desastre de Chernobil. También las medidas de seguridad son asunto de los estados afectados y el Organismo Internacional de Energía Atómica no tiene influencia sobre ellas, según explica Wolfram Tonhauser, director de la sección de derecho internacional nuclear de la OIEA.
Hasta el día de hoy, todos los acuerdos y convenciones sobre seguridad nuclear se basan en el principio del derecho a la autodeterminación de los estados nacionales.
Información deficiente
En casos como el de Chernobil o el de Fukushima, también la OIEA está supeditada a las informaciones que proporcionan las autoridades nacionales. Pero eso no es suficiente para Stefan Wenzel, parlamentario de Los Verdes en el estado alemán de Baja Sajonia. A su juicio, tras lo ocurrido en Ucrania y Japón, la opinión pública internacional no ha sido informada en forma apropiada y veraz. “El hecho de que también organizaciones internacionales como la OMS y la OIEA participen a todas luces en este juego, y las informaciones no sean corregidas tampoco por nuestro Ministerio del Medio Ambiente, me enfurece”, afirma Wenzel.
La bancada verde se propone plantear una discusión sobre el papel de la OMS y la OIEA, para inducir una reflexión sobre la responsabilidad internacional en la materia.
Autora: Helle Jepesen/ Emilia Rojas