Por: Cosme Caracciolo
27 de abril de 2011
Desde hace bastante tiempo me cuestiono el no haber escrito sobre algunos de los grandes enigmas relacionados con el comportamiento de las especies marinas, esto desde el simple conocimiento que nos da principalmente la observación y la relación directa con el medio marino a través de la pesca extractiva, como es la pesca artesanal, conocimiento cuya data alcanza muchas veces más de dos generaciones.
El tema en cuestión es, simplemente, la presencia del recurso jibia (Dosidicus gigas) que se ha mantenido como una constante por más de ocho años. Es así como, si volvemos sobre el conocimiento traspasado por generaciones de pescadores artesanales que nos han precedido (padres y abuelos) podemos constatar que la jibia aparecía por periodos intermitentes de tiempo, donde entre un periodo y otro, fácilmente podían transcurrir hasta diez años, ocurriendo además en algunas ocasiones, que la presencia de esta especie se mantenía hasta por tres años con períodos de presencia explosiva, provocando inclusive varazones masivas en parte importante del litoral.
Otro aspecto importante relacionado con la observación de nuestros abuelos, da cuenta de que jamás se comprobó por parte de ellos la presencia de jibias juveniles.
También es necesario destacar que en los momentos de navegación nocturna era un maravilloso espectáculo observar los cardúmenes de peces, que tras el paso de la embarcación sencillamente huían y provocaban que parte de los componentes del plancton (los cuales son capaces de producir luz) se agitaran y respondieran iluminando el océano. Estos cardúmenes estaban compuestos principalmente por especies tales como caballa, jurel, bonito, cojinova, sierra, sardina española, entre otras, y todas ellas con comportamiento pelágico. En oportunidades la navegación se mantenía durante toda la noche y de la misma manera este espectáculo.
Si somos capaces de aplicar el sentido común y la lógica, nos daremos cuenta de que la jibia sencillamente permanecerá en nuestras aguas, pues todo el espectáculo que mencionamos anteriormente ahora no existe, ya que las especies que eran responsables de él, ya no están, puesto que sencillamente fueron capturadas, principalmente por la gran industria pesquera.
Para ello basta con revisar las cifras de desembarques de especies a contar de la promulgación de la ley de pesca (1991) y la aplicación del Art. tercero transitorio de la misma ley, el cual permitió el aumento del esfuerzo pesquero industrial a prácticamente el doble de lo autorizado hasta ese momento.
Debemos considerar que esta especie es monocíclica, lo que quiere decir que desova sólo una vez en su vida.
Ahora bien, por todo lo relatado anteriormente, es muy sencillo deducir que la jibia llegaba a nuestras costas, se desarrollaba, alcanzaba su madurez sexual, desovaba y desaparecía.
Se explica pues, que al momento del desove existía una enorme cantidad de especies (mencionadas anteriormente) las cuales actuaban como depredadores sobre la larvas y los juveniles de jibia, impidiendo de esta forma la continuación del ciclo.
Es así como entonces, la actual situación de la jibia se justifica porque en los últimos 8 años se han producido a lo menos 3 desoves exitosos de ésta, debido principalmente a que las especies mencionadas anteriormente ya no se encuentran presentes.
Por todo lo relatado es que los pescadores artesanales estamos convencidos de que, la jibia llegó para quedarse. Y por lo mismo ésta debe ser aprovechada como un recurso pesquero más. Por lo tanto no debe ser administrada de la misma forma en que lo han sido especies tales como el jurel, la merluza común, entre otros., pues la información entregada por el gobierno da cuenta de que el estado de estas especies es deplorable (en crisis).
La explotación de esta especie (jibia) por parte de la flota pesquera artesanal, ha ayudado en forma importante a paliar la crisis en que se encuentra nuestro sector. Por lo mismo creemos que sería conveniente, lógico, justo e inteligente que la jibia sea capturada solamente con “línea de mano” (tota), para poder tener así la posibilidad de contar con materia prima de primera calidad para el consumo humano.
Cosme Caracciolo, pescador artesanal.