Por: Camila Vallejos
28 de abril de 2011
Este 28 de Abril se llevará a cabo la primera movilización nacional de estudiantes de educación superior, en la cual contamos por primera vez con una plataforma política y un calendario único de movilización para estudiantes de universidades públicas y privadas. Esto ya de por sí marca un hito importante en la política del país.
Las razones que motivan nuestra convocatoria son diversas, no obstante ello, destaco dos elementos: la grave crisis en la que se encuentra la educación superior y el alto nivel de endeudamiento que registran los estudiantes por acceder a ella.
Respecto de lo primero, ya no basta con proclamar el aumento de la cobertura o que gran parte de los jóvenes que hoy estudian en la educación superior son la primera generación en ella, para decir que nuestra educación superior se encuentra saludable, menos aún si observamos que hoy existe plenamente vigente un mercado de la educación superior, que brinda una oferta de “primera” y “segunda” categoría para quienes desean acceder a ella y donde como muy bien sabemos, ese aumento de la cobertura hacia los más pobres ha sido precisamente a partir de esta oferta de “segunda mano”.
Respecto del segundo tema, el problema del endeudamiento estudiantil corre tanto para quienes estudian en universidades tradicionales, como para quienes estudian en universidades privadas, debido al alto costo que tiene la educación superior en nuestro país.
A esto debemos sumarle el agravante de que este mayor aumento de la cobertura se ha realizado principalmente a través del aumento de la oferta privada de educación, la cual se realiza con valores muy superiores al de las universidades tradicionales, no obstante tener las primeras, menor infraestructura, menor cantidad de académicos, muchas de ellas sin investigación, etc. Esto genera altos niveles de endeudamiento en quienes acceden a esta oferta, además de mostrar una perversidad enorme al someter al estudiante al pago, no solo del diferencial por “lucro” que cobra la universidad/empresa, sino que además, a pagar el diferencial por “lucro” que cobran los bancos que prestan los dineros para que estos jóvenes puedan estudiar en dichas casas de estudio.
Es por ello que el aumento de los aportes estatales para las universidades, además de un fondo de recuperación de la educación pública que vaya destinado a financiar proyectos de expansión y aumento de cobertura por parte de las universidades tradicionales se vuelve imprescindible, además de aumentar y mejorar los créditos y becas que se entregan a los jóvenes para que puedan cumplir con éxito su proceso académico.