10 - noviembre - 2024

Hace 30 años, atentaron contra J.Pablo II, pero nunca se ha sabido quien dió la orden

Santiago de Chile, 13 de Mayo 2011. (Radio del Mar. Fuente: Agencias). Como muchos miércoles del principio de su mandato, Juan Pablo II, Papa de la Iglesia católica desde el 16 de octubre 1978, realiza su entrada en la plaza de San Pedro del Vaticano, donde le esperan miles de fieles. Apenas da una vuelta a la plaza, a bordo de un jeep blanco descubierto, se oyen tres disparos. Son las diecisiete horas y diecisiete minutos.

El Papa es herido de gravedad en el abdomen, el brazo derecho y la mano izquierda. El autor del atentado, detenido inmediatamente por la policía, es Mehmet Ali Agca, un joven turco de 23 años, miembro de un grupo de extrema derecha, los Lobos Grises.

Ali Agca, que dos años antes había asesinado al editor jefe de un diario liberal turco, es juzgado por un tribunal de Roma a finales de julio de 1981. El juicio dura sólo cuatro días ya que el terrorista reconoce las acusaciones y mantiene que actuó solo. Es condenado a cadena perpetua y renuncia a presentar un recurso contra la sentencia.

Pocos días después, el 14 de agosto, Juan Pablo II abandona el Policlínico Gemelli, donde había permanecido recuperándose de la grave herida del estómago. Dos años más tarde, en las Navidades de 1983, el Papa visita en la cárcel romana de Rebibbia al hombre que le quiso matar. Al salir de la celda, donde conversaron durante 20 minutos, el Papa declara que lo que habían hablado “es un secreto entre nosotros; solo puedo decir que es un hermano a quien he perdonado”.

Tras su juicio Ali Agca, personaje enigmático y ambiguo, comienza a denunciar la existencia de un complot internacional en el atentado contra el Papa. Identifica a varios empleados de la embajada búlgara en Roma que habrían cooperado con exmiembros de los Lobos Grises, incluyendo al propio Agca. Tres búlgaros y dos turcos son procesados y juzgados durante diez meses por un tribunal romano. Ante la falta de pruebas y las contradicciones de Agca en el juicio, la sentencia es absolutoria. Pese a ello, la que se denomina pista búlgara deja entrever la complicidad de los servicios secretos de Bulgaria y de la Unión Soviética de entonces, siempre atenta al papel de Juan Pablo II como implacable opositor al comunismo.

En junio de 2000, después de 19 años en la cárcel, Ali Agca es indultado por el presidente de Italia, Carlo Azeglio Ciampi y extraditado a Turquía donde debe cumplir la condena pendiente por el asesinato del director del periódico turco. Finalmente, es puesto en libertad el 18 de enero de 2010.

En la penúltima vuelta de tuerca, el pasado 9 de noviembre, Ali Agca, entrevistado en un canal de la televisión turca, implica al propio Vaticano. Acusa al cardenal Caseroli, secretario de Estado del Vaticano en 1981, de ser el instigador del atentado por sus relaciones con la masonería y las finanzas vaticanas, que controlaba el célebre cardenal Marcinkus.

Después de treinta años, sólo estamos seguros de una cosa, Ali Agca fue el autor material del magnicidio frustrado contra Juan Pablo II. Pero los inspiradores y los cómplices permanecen ocultos, constituyendo uno más de los misterios políticos de nuestra historia.*****FIN*****

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