Por: Alejandra Mancilla
http://alejandramancilla.wordpress.com.
16 de mayo de 2011
La gramática de la lengua española estipula que hay tres formas básicas que pueden tomar los verbos: el modo indicativo, típico de los relatos (“Me levanté, leí las noticias sobre Hidroaysén y me deprimí); el modo imperativo, para dar órdenes (¡No vote por ese proyecto!); y el modo subjuntivo, generalmente usado en cláusulas subordinadas, para referirse a eventos irreales o que aún no han tenido lugar (“Si hubiera estado en Santiago, habría ido a Plaza Italia a protestar”). A pocos días de que la comisión de evaluación ambiental de Aysén aprobara por 11 votos a favor y una abstención el proyecto Hidroaysén, para construir 5 mega-represas en esa región, me parece urgente conminar a ciertos medios de comunicación y autoridades a releerse esta sección de la gramática y corregir sus dichos y sus actos consecuentemente. Aunque parezcan a primera vista inocuos, los modos verbales mal usados distorsionan no sólo la información, sino también las percepciones; y de eso ya se ha visto demasiado en este debate.
Si se revisan las noticias aparecidas sobre este polémico proyecto en los medios de comunicación masivos, se sorprenderá el lector al ver que todos se refieren a Hidroaysén en futuro simple del indicativo, o sea, como si no quedaran dudas de que finalmente se llevará a cabo. “Generará 2.750 megawatts”, “la energía se llevará por una línea de transmisión de más de 2 mil kilómetros”, “la inversión tendrá un costo cercano a los 7.500 millones de dólares”, son todas frases que hemos escuchado y leído repetidamente desde mucho antes que la comisión sesionara siquiera. Las amenazas a la población, de rechazarse la iniciativa, también se han conjugado como si describieran un futuro cierto y aciago: “Chile se quedará a oscuras” (¡Buuh, y vendrá el cuco por añadidura!). Sin embargo, por tratarse sólo de una hipótesis –a pesar de lo que diga la minoría que lo apoya–, les pediría a los señores editores, en aras de la claridad de lo que informan, que se limitaran a usar en este tema el modo subjuntivo. Por ejemplo: “Si se aprobara la línea de transmisión, ésta cruzaría seis parques nacionales y 11 reservas nacionales, entre otras áreas sensibles”. “Si llegaran a construirse finalmente, las represas inundarían más de cinco mil hectáreas de ecosistema patagónico”. “Si se decidiera seguir adelante, esto sería contra la opinión de la mayoría ciudadana”. Et cétera.
A esta confusión de subjuntivos por indicativos se suma un problema mayor: por un lado, el de hacer pasar ciertos subjuntivos por imperativos y, por otro, el de creer que lo son y seguirlos. En abstracto, que alguien diga que sería muy bueno para Chile si se aprobara Hidroaysén no es más que la expresión de un deseo, una esperanza, una opinión lanzada al viento o al micrófono; un puro e inofensivo subjuntivo. Cuando es el ministro del interior horas antes de la votación quien sale con esa frase, sin embargo, el subjuntivo gramatical se convierte en imperativo político, y resulta en la votación de todos menos uno de sus subordinados a favor del sueño ministerial. La mala gramática resulta entonces en mala política. A ver si en lo que viene de debate las vamos mejorando…