18 - enero - 2025

Primavera árabe a la española. ¿Y en Chile qué, también la tendremos?

Santiago de Chile, 19 de Mayo 2011. (Radio del Mar). No son muchos, pero son suficientes para conmover a España. Nos referimos al movimiento 15-M, basado fundamentalmente en jóvenes de distintos estamentos sociales que quieren «recuperar los derechos democráticos», y por eso reclaman cosas que pueden parecer simples, pero que son concretas y fundamentales. En el caso chileno, los jóvenes reclaman por una mejor y no mercantilizada educación y una gran mayoría, esté o no en las calles, por una oposición clara y terminante a la construcción de HidroAysén. Pero estas protestas criollas se realizan en rechazo a otros proyectos industriales que terminarán destruyendo las riquezas naturales de los territorios ocupados. Así la protesta contra las represas en laPatagonia, son sinónimo del rechazo al abuso de las multinacionales mineras, salmoneras y forestales. Pero también el cuestionamiento a los sistemas de salud, con sus irrespetuosas Isapres; al sistema de pensiones y jubilación, con sus crueles AFP; y al mafioso sistema bancario.

Este fenómeno político social se presenta en una España donde hay cinco millones de desocupados y el paro juvenil llega al 44%, lo que es trágico para cualquier sociedad, pero particularmente para los países europeos del primer mundo.

Lo que está en crisis no es solo la economía, sino también el sistema político, que no encuentra respuestas para una sociedad que supo vivir, después de la dictadura de Franco, las bondades del Estado Benefactor que construyó con eficiencia el Partido Socialista Obrero Español.

Los manifestantes tienen, como todo movimiento incipiente, plataformas difusas, lenguaje contradictorio, donde muchas veces parece que los manifestantes solo saben lo que no quieren.

Analistas de Madrid solo logran, ante la actual situación, esbozar algunas dudas. Dicen que es una protesta alejada del discurso político monopolizado en los últimos años por el PSOE y el PP.

Tiene mucho de denuncia, de querer mostrar presencia en una sociedad que apenas contempla formas de disidencia y crítica social. Como todos los nuevos movimientos sociales, ha aparecido con fuerza, sin organización y preparación aparentes, y se puede desinflar con la misma rapidez. Lo normal es que no muestre continuidad, aunque durante semanas pueda tener un carácter simbólico muy notable, ampliado por la atención que le van a prestar los medios de comunicación y las nuevas redes sociales. Sabemos poco todavía de sus actores, de si alguien va a intentar controlar el movimiento e incluso institucionalizarlo. Pero, al margen de esas incertidumbres, puede ser que la mayoría de los políticos no se den por aludidos y no hagan la mínima reflexión sobre la ruptura de comunicaciones entre la política institucional y amplios grupos de la sociedad.

Un lector de «El País» de Madrid, va un poco más lejos: «arrastramos desde hace tiempo el cansancio y el malestar de mucha gente sobre la política. Sobre el cómo hacemos política y sobre quiénes hacemos política. Y la crisis en marcha agrava la percepción que la política tiene que ver poco con la vida de la gente. Quizás todo ello tiene que ver con la insoportable levedad de liderazgos y proyectos. Y con una política encerrada en sí misma, que tan solo expresa pasión en el alcanzar el poder. Es evidente que hoy por hoy los sentimientos y valores de quienes estaban en la calle no encuentran representación en la actual oferta partidista, pero se tiene la convicción que la desafección va más allá de los partidos. El rechazo interpela a todos: medios, dirigentes sociales y económicos, intelectuales. En un sentido muy amplio se está cuestionando a las élites y a su capacidad de construir un relato creíble sobre el presente y el futuro».

La experiencia que está viviendo España debe obligar a los chilenos a poner las bardas en remojo, por cuanto hasta el mejor sistema político puede entrar en crisis si no tiene una clara sintonía con la ciudadanía.

Estos movimientos como el español nunca se sabe cómo comienzan, pero de alguna manera u otra terminan influyendo, aunque su vida sea corta. Hay mucha gente que en España habla de que se está ante una especie de «primavera árabe a la española». ¿Y en Chile ?.*****FIN*****

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