19 - enero - 2025

La nueva monarquía criolla

Por: Jorge Bustos
Presidente Congemar
13 de junio de 2011

Las consignas que levantaron aquellos que dieron vida a la primera revolución burguesa de la historia, la Revolución Francesa, tienen la misma vigencia de hace más de 220 años.

Hoy, al igual que en aquellos años, masas empobrecidas que han quedado al margen del crecimiento y sufren sus efectos, se levantan como antes la burguesía, en contra de una nueva monarquía, cuya sustentación es el dinero, el poder político, la concentración monopólica de la producción y de las empresas trasnacionales, dueñas de cuanta riqueza decimos tener.

Menos del 10 % de los habitantes de nuestro país, manejan más del 75% de la economía nacional. Nosotros, los siervos de la gleba, deberíamos conformarnos con las migajas que caen de la mesa.

En vísperas de otro aniversario de la Revolución francesa, muy lejos del hermoso París, los emprendedores productores de la tierra y trabajadores, proletarios al fin y al cabo, se organizan para oponerse a esta nueva monarquía arrogante, feroz e indolente.

Lejos de la cuna de la revolución francesa, en una ciudad que tiene como horizonte el mar, los herederos de esas ideas se organizan para detener a los que pretenden adueñarse de un botín de más de 12 mil millones de dólares que serán entregados en bandeja a tres o cuatros transportistas internacionales. Para exculparse, han inventado un relato de las 50 mejoras de la productividad y la competitividad. Y han dejado en la incertidumbre a 40 mil familias.

No hay que extrañarse si empresarios y trabajadores nos ponemos de acuerdo en cuestiones de trascendencia política y económica para nuestro país.

Es que decir basta y considerar extrema la concentración monopólica es un acto patriótico. Del mismo modo nuestro rechazo a la centralización es un acto patriótico, lleno de sentido territorial, es defender lo nuestro, lo que nos permite vivir, respirar, crecer y desarrollarnos como ciudad.

Oponerse a la centralización del Estado y a la concentración monopólica de la industria y los servicios, es en definitiva oponerse, al sistema económico imperante.

Un sector de la burguesía, está levantando la voz, planteando al igual que ayer en la Bastilla, su distancia de una clase política desgastada e incapaz de leer y dar respuesta a sus demandas.

Como hace más de dos siglos, hoy recurren a los trabajadores, para detener al monstruo.

Estamos disponibles para esa tarea, en especial, para reeditar las ideas aún vigentes de aquella revolución: libertad, igualdad y fraternidad.

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