Por Lucía Sepúlveda Ruiz
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01 de agosto de 2011
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El 25 de julio, en el Museo de la Memoria, nos reencontramos con los 119, a 36 años de la desaparición de estos chilenos y chilenas por la DINA. Gracias a la lucha de sus familiares y amigos de hoy y ayer, organizados en el Colectivo 119 y en Londres 38, justo a la entrada del imponente edificio lleno de cristales y altas techumbres estaban como dándonos la bienvenida Ariel Salinas, (ex dirigente de la FEC de Concepción de los años 70) y Carmen Bueno, actriz, junto a María Angélica Andreoli, estudiante universitaria. Ariel seguro ya está enterado del montaje policial contra Recaredo Gálvez, el dirigente actual de la FEC que los pacos acusaron impunemente como homicida y que la Corte de Apelaciones liberó después.
Los tres forman parte de la lista de 119 chilenos y chilenas desaparecidos en la Operación Colombo, la mayoría muy jóvenes luchadores sociales de la resistencia al régimen de Pinochet en sus más feroces años: 1974 y 75. La instalación que representa a nuestros compañeros y compañeras detenidas en la Operación Colombo permanecerá durante agosto y septiembre en el Museo de la Memoria.
A ellos los instaló la DINA en un montaje mediático armado con el fin de amedrentar y desconcertar a los familiares de los desaparecidos y a los organismos de derechos humanos. Buscaban encubrir los secuestros presentándolos como hechos delictuales ocurridos en el extranjero (“Los miristas se matan entre sí” decían algunos titulares), y desprestigiar la lucha de resistencia. Contaron para ello con la complicidad de La Segunda y toda la cadena de El Mercurio, la tv y la prensa oficial.
Justo frente a las siluetas gigantes de Ariel Salinas y Carmen Bueno – asumiendo que muchos y muchas jóvenes de hoy ni siquiera saben que existió el horror de esos días – se exponen en el Museo fotos de los memoriales contra el olvido: majestuosos o pequeños, simbólicos o tradicionales, grandes estructuras o pequeñas placas que se han erigido a lo largo de Chile por las organizaciones y familiares junto a quienes nos negamos al olvido y cultivamos la semilla de la justicia y la verdad. Ahí están por ejemplo el memorial del Liceo Manuel de Salas (cinco de los 119 habían sido alumnos de ese liceo experimental de Santiago) o el de la Escuela de Economía (en la Lista de los 119 había varios alumnos de esa escuela de la Universidad de Chile).
Memoria y acción
Antes de entrar al Museo hubo en el auditórium anexo, un taller de memoria/acción en que se buscaba unir presente y pasado, sacar lecciones de la (escasa) justicia lograda y de la (inmensa) injusticia pendiente. Allí se habló de vincular las luchas y demandas sociales, y todos saludaron las masivas movilizaciones, acordando también presionar para que en el Senado se vote una iniciativa que impida que la impunidad siga avanzando, ahora por la vía de posibles indultos gubernamentales.
Magdalena Navarrete, dirigente del Colectivo 119 y de la AFDD línea fundadora, madre de Sergio Reyes, estudiante de Economía, con voz entrecortada por la emoción reiteró al inaugurar la muestra, que su organización comparte las demandas de los jóvenes de hoy y que en ellas ven renacer la esperanza de sus hijos. Ellos, los 119 también están en la calle, en las tomas y en las marchas estudiantiles y ciudadanas exigiendo educación pública, expresaba Roberto D’Orival, hermano de Jorge D’Orival, veterinario cuyo nombre también figuró en la Lista de los 119. El Museo rindió un homenaje especial al arquitecto y académico de la Universidad de Chile, Francisco Aedo, también desaparecido en la Operación Colombo.
El ambiente era un poco surrealista porque desde el piso de arriba, llegaban los ecos apagados de consignas y cánticos de los años 70, que forman parte de la banda sonora de algunos de los videos exhibidos allí para recrear el ambiente de esos años.
Más abajo, esa noche, estaba iluminada la silueta del activista que impulsaba los consejos comunales campesinos en Linares, Juan Molina, al lado de Pedro Merino, el sastre y dirigente de las Juventudes Comunistas cuyo caso es uno de los pocos que este año avanzó en tribunales con una sentencia de primera instancia para los criminales. También en ese grupo estaba Luis Guajardo, el ciclista y activista mirista en Pudahuel, entonces llamado «Barrancas». Los estudiantes Bárbara Uribe y Erick Van Yurik estaban juntos, como siempre, mirándose… una pareja hermosa. Casi a la bajada de la escala se ubicó Antonio Cabezas, ex interventor de la textil Comandari. Era una larga tarea la de saludar a los sobrevivientes, a los familiares, y a los que partieron. Así me encontré con Cecilia Radrigán cuando ella ya partía y cuando comenté que no podía evitar emocionarme, me confesó que ella sentía que la estaban mirando, que todo el tiempo sintió eso cerca de donde estaba parada la silueta de su hermano, Osvaldo Radrigán. Por
ahí andaba también Mario Calderón, el periodista de Valparaíso. Y cuando finalmente ya entrada la noche salí del museo hacia el metro Matucana, allí me despidió en ese pasillo Leopoldo Muñoz Andrade, de Lo Valledor, fuera de la instalación, como diciéndome que estaban ahí pero en realidad preferían estar afuera…
Esas siluetas maravillosas las hizo un artista, el pintor y escultor José Rodríguez, a partir de los retratos de estos luchadores sociales, junto a un potente equipo de familiares, amigos y estudiantes que trabajaron en el local de la FECH el año 2005 y las pasearon desde Londres 38 hasta la misma Moneda, donde se instalaron cuando se cumplían 30 años de la desaparición. Ahora las restauraron para este nuevo aniversario.
La prensa y los montajes
En el acto de la prensa hubo alusiones a la prensa actual en Chile, solo para constatar que es la misma de ayer: fabricante/cómplice de montajes, urdidora de mentiras, vendiendo un país de fantasía y cómplice de los dueños del poder en Chile. ¡Cincuenta años cumplió esta misma semana el vespertino La Segunda, sin jamás pedir perdón por su rol en esta macabra operación de la DINAy su titular: “Exterminados como ratones”! El Colegio de Periodistas sí lo hizo en 2007, como resultado de un juicio ético que llevó a cabo a solicitud del Colectivo 119, bajo la presidencia de Alejandro Guillier.
Pero también estaba en el Museo de la Memoria la prensa popular, muchas cámaras de corresponsales independientes, un equipo de Umbral Tv de la Villa Francia (de donde eran José Villagra, Enrique Toro, y Eduardo Lara). Pablo, hijo de José Villagra, director del periódico virtual www.elirreverente.cl, trabaja también en un documental sobre montajes de los medios de comunicación. Allí también se hicieron presente audiovisualistas de Londres 38, varios medios barriales y virtuales, tesistas que indagan en la memoria y otros. Lo nuevo con lo viejo, el ying y el yang, el dolor con la esperanza, sobrevivientes y jóvenes que pisan esas calles nuevamente,
marchando por la Alameda.
Los criminales
Según un informe de la Universidad Diego Portales (Balance de Causas DDHH en Chile, Observatorio de DDHH, julio 2011) divulgado en el Taller Memoria/Acción, de los 87 casos de la Operación Colombo en que hay causa judicial abierta, se han logrado 19 condenas definitivas (lo que implica un 21,8% de los casos investigados), pero la mayoría de las causas (59) apenas están en etapa de sumario. Hay 4 condenas de primera instancia, y 1 condena emitida por la Corte de Apelaciones. Y en muchos casos ni siquiera hay un juicio entablado.
Augusto Pinochet Ugarte, el máximo responsable de estos crímenes, sólo será juzgado por la historia ya que la complicidad de los tribunales chilenos le permitió finalmente eludir la acción judicial con su muerte. El propio dictador, Augusto Pinochet Ugarte, desaforado en 2006, estuvo encausado por la Operación Colombo, por resoluciones adoptadas por los Ministros de fuero Alejandro Solís y por Victor Montiglio, el juez recientemente fallecido que procesó a 98 agentes partícipes en estos crímenes. Pero los procesamientos no siempre culminan en una sentencia. La muerte llegó antes para el ex dictador, frustrando las expectativas de justicia de los chilenos que luchan contra la impunidad.
Hay consenso que los avances en materia de justicia se han logrado por la lucha de los familiares y organizaciones secundados por los abogados de derechos humanos, y que en cambio no ha habido voluntad política de los sucesivos gobiernos de la Concertación de hacer justicia. Una muestra de ello es que nunca se logró derogar el decreto ley de amnistía y por el contrario, en varias oportunidades gobiernos intentaron que el congreso aprobara leyes de punto final.
Más de 68 de los procesamientos dictados desde 2005 en estos casos, son para Manuel Contreras, el ex director de la DINA, la policía secreta de Pinochet que tuvo ese nombre en los primeros años de dictadura y fue reemplazada luego por la CNI. En las 84 sentencias judiciales que se han dictado hasta ahora, según el informe citado, han sido declarados culpables de 14 de estas desapariciones el ex Director de la DINA Manuel Contreras Sepúlveda, Miguel Krassnoff Martchenko, (ex jefe de la Brigada Halcón de la DINA) y Marcelo Moren Brito (ex jefe de Villa Grimaldi). Por estas y otras causas, Contreras tiene más de 239 años de cárcel confirmados. En 9 casos fue hallado culpable el suboficial Basclay Zapata Reyes (Brigada Halcón), en tanto que Pedro Espinoza Bravo (ex jefe de la DINA) recibió 7 sentencias de culpabilidad. Antes de su muerte, Osvaldo Romo (Brigada Halcón) fue condenado en 4 casos, en tanto que 3 sentencias en su contra acumulan los criminales Francisco Ferrer Lima (Ex jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército), Palmira Guzmán (jefa de la plana mayor de la Villa Grimaldi), Rodolfo Wenderoth Pozo (Brigada Mulchén y Villa Grimaldi). Raúl Iturriaga Neumann (jefe de la sección exterior de la DINA) y Fernando Laureani (jefe de la brigada Vampiro) han sido condenados por 2 de los 87 casos tardíamente investigados por los tribunales chilenos. Gerardo Godoy (Brigada Tucán) fue condenado por una desaparición, al igual que Fernando Gómez Segovia, Jefe de la Brigada Sur (Chillán) de la DINA. También en ocasiones la Corte Suprema ha aplicado la amnistía. En enero de 2009, la Corte Suprema absolvió a los criminales de la DINA identificados como autores de la desaparición de la estudiante de servicio social Jacqueline Binfa, una de las compañeras desaparecidas en la Operación Colombo. El alto tribunal absolvió de toda responsabilidad penal a la cúpula del servicio secreto de la dictadura pinochetista por el secuestro calificado de la universitaria, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), desaparecida el 27 de agosto de 1974, en Santiago.
En total por todas las violaciones a los derechos humanos ocurridas en dictadura, hay en Chile 1446 causas activas tanto por ejecuciones, como por desapariciones, torturas y exhumación ilegal. 546 represores están procesados o condenados sin sentencia definitiva, 159 criminales fueron condenados pero gracias a la Corte Suprema y su teoría de aplicación de la “media prescripción” (rebaja de penas) lo hacen sin pasar un día en prisión. El estudio de la UDP no menciona los casos de aplicación de amnistía por desapariciones, que han ocurrido cuando la composición de la Segunda Sala Penal de la Corte Suprema integra a determinados ministros partidarios de la impunidad total.
Discriminación judicial
Es así como culpables de delitos de lesa humanidad, juzgados de acuerdo a las leyes penales antiguas salen a la calle, o cumplen penas irrisorias (firmar en un registro) sin control alguno, mientras la nueva justicia penal chilena condena, por ejemplo, a penas de más de 20 años de cárcel al dirigente de la Coordinadora Arauco Malleco Héctor Llaitul, y a 15 años a otros luchadores sociales que han actuado en la recuperación del territorio ancestral de su pueblo y no son responsables de ningún hecho de sangre. Asimismo, la justicia militar deja sin castigo hasta ahora a los asesinos de jóvenes mapuche asesinados por la espalda en recuperaciones de tierra.
Sólo 66 de estos autores de crímenes de lesa humanidad en Chile bajo dictadura, están cumpliendo sus penas en la cárcel. Por supuesto la mayoría son ex oficiales y cuentan con todas las comodidades en cárceles especiales de Punta Peuco y el Regimiento de Telecomunicaciones.
Las sentencias definitivas que significaron justicia, aunque tardía (desde 2005 en adelante), son las del secuestro y desaparición de la asistente social María Teresa Bustillos Cereceda; los ex miembros del GAP Manuel Cortez Joo y Miguel Angel Sandoval Rodríguez; los hermanos chillanejos Hernán y María Elena González Inostroza; los estudiantes de ingeniería Luis Guajardo y Julio Fidel Flores Pérez (en 2009); y el estudiante de filosofía, Jorge Espinosa Méndez, todos ellos militantes del MIR. También hubo sentencia del máximo tribunal en el caso del estudiante secundario Mario Carrasco Díaz, socialista. Por la desaparición de Espinosa el único sentenciado, sin embargo, es el agente Osvaldo Romo, que murió en prisión. Entre las sentencias a firme más recientes dictadas por la Corte Suprema está la dictada en julio de 2009 por la desaparición del veterinario Jorge D’Orival, confirmándose las condenas a la cúpula de la DINA.
Justicia en Francia
El 17 de diciembre de 2009, el Tribunal Criminal de París condenó en ausencia a 14 militares chilenos por la desaparición de cuatro ciudadanos franceses durante el gobierno militar. Entre ellos está Alfonso Chanfreau –cuyo nombre figuró en la Lista de los 119- junto a Georges Klein, Etienne Pesle, Alphonse Chanfreau y Jean-Yves Claudet-Fernández, desaparecidos en otras circunstancias. El juez Hervé Stephan condenó a presidio perpetuo a Manuel Contreras y a su segundo en la DINA, el brigadier (R) Pedro Espinoza. Herman Brady, ex ministro de Defensa de Pinochet fue condenado a 30 años de cárcel, al igual que Marcelo Moren Brito y Miguel Krassnoff Martchenko. Esta la única condena que recibió Brady, procesado por la desaparición de 12 asesores del presidente Allende, antes de morir en el Hospital Militar en mayo de este año.
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