23 - noviembre - 2024

La crisis actual del capitalismo es mucho más que el problema de la deuda de EEUU

Santiago de Chile, 3 de Agosto 2011. (Radio del Mar. Alberto Couriel). El capitalismo desarrollado, especialmente EEUU y Europa, vive una profunda crisis económica, con repercusiones sociales y políticas negativas. Desde la caída de Lehman Brothers en EEUU en el 2007, estas economías han enlentecido su ritmo de crecimiento económico e incluso muestran rasgos de recesión y en algunos países procesos contractivos. Frente a la crisis financiera se realizaron costosos rescates a instituciones financieras privadas y se buscaron políticas fiscales que le dieran prioridad a los objetivos de empleo.

Los bancos se recuperaron, volvieron a obtener altas ganancias y nuevamente a pagar altas primas y sueldos a sus ejecutivos. Con la fortaleza de los bancos privados volvió a prevalecer la ideología de menor intervención del Estado, de limitar las regulaciones, de controlar los déficits fiscales, quedando para un segundo plano los objetivos de empleo. Es el capitalismo financiero que parecía en crisis y que vuelve a retomar sus privilegios. Se retoma la hegemonía de lo financiero, que se privilegia con respecto a lo productivo y a lo social. Pero este capitalismo financiero es el que generó la crisis y ahora nuevamente la vuelve a profundizar.

En EEUU hubo iniciativas de priorizar los objetivos de empleo. Krugman era uno de sus propulsores, sobre la base de aumentar el gasto público, en la medida en que el consumo privado había quedado afectado por su endeudamiento bancario. Pero apareció el problema del límite al endeudamiento público, donde los partidos -especialmente el republicano- miran más sus potencialidades electorales que el destino de la economía norteamericana, con enormes repercusiones mundiales. En el momento de escribir esta nota parecería que se ha llegado a un acuerdo, sobre la base de un aumento al tope de endeudamiento, con un fuerte recorte del gasto público, pero también con el compromiso de no aumentar los impuestos. Los demócratas querían aumentar impuestos a los sectores de más altos ingresos, a los ricos a quienes se les habían reducido sus impuestos durante el gobierno de Bush.

Con estas medidas EEUU se salva del default, pero en la medida en que no pueda aumentar sus impuestos para una menor disminución del gasto, va a tener una menor demanda interna, y por lo tanto, mayores dificultades de crecimiento económico; por lo menos hasta las elecciones de 2012. El partido republicano consigue bajar el gasto público y que no se incrementen los impuestos a los ricos, pero la economía norteamericana seguramente mantendrá su proceso recesivo, con altas tasas de desempleo y con recortes de beneficios sociales.

En Europa la situación de los países de la periferia es aún más complicada. Como nos recordaba este fin de semana, en el Seminario de Alternativas Latinoamericanas, el economista mexicano Santiago Levy, estos países tienen un problema de deuda y otro problema más estructural de competitividad. Las resoluciones en la Unión Europea se demoraron porque se buscaban mecanismos de no afectar a los bancos acreedores, especialmente de Francia y Alemania. No se quería una reestructura de la deuda, que alargara plazos, rebajara las tasas de interés e incluso recortara niveles de amortización.

Se vive la etapa de la década perdida de los ochenta en América Latina, donde los países deudores realizaron una formidable transferencia de recursos financieros a los grandes bancos privados acreedores. Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia han concretado profundos cortes de gasto público, de salarios y de pensiones, con descensos del PBI y aumentos del desempleo abierto. Estas medidas van a dificultar en el futuro las posibilidades de recuperación económica. Pese a que en el último acuerdo sobre Grecia se plantean aportes voluntarios a los acreedores financieros, sigue predominando lo financiero sobre lo productivo y lo social, y es muy difícil prever cuántos años se requerirán para una recuperación económica que permita mejoras sustantivas en el empleo. Los drásticos ajustes económicos fueron liderados por el Banco Central Europeo y el FMI que vuelve a cumplir el nefasto papel que le hemos conocido por su actuación en las últimas décadas en América Latina.

El otro gran problema para estas economías del sur de Europa lo constituye el valor del euro y sus posibilidades de competitividad. Los países en crisis no tienen moneda propia y por lo tanto no pueden devaluar para mejorar su competitividad. El Euro, en última instancia, como nos lo recordaba Levy, depende de Alemania y de su nivel de productividad. ¿Cómo hacen estos países, que tienen menos productividad que Alemania, para crecer, si tienen afectada su competitividad y la demanda interna ha tenido descensos significativos por los profundos ajustes que le exigen las autoridades de la Unión Europea, con el asesoramiento del FMI?

Mientras tanto países emergentes como China e India consiguieron cierto grado de desacople y mantienen un fuerte ritmo de crecimiento económico. No hay indicios de que se vean afectados en su actividad económica por las crisis de EEUU y Europa. Ello permitirá la continuidad de altos precios internacionales de las commodities, de los minerales y los alimentos, y por lo tanto del dinamismo de los países de América del Sur. No olvidemos que estamos generando una nueva situación Centro-Periferia con China, a la que exportamos materias primas y alimentos, y compramos rubros manufacturados con alto contenido tecnológico. Brasil empieza a realizar esfuerzos para que las nuevas inversiones directas de China, se realicen en rubros manufactureros con participación nacional en las innovaciones y en los contenidos tecnológicos.

Si desaparece el peligro de default del dólar, no habrá en el corto plazo grandes modificaciones en el mercado financiero internacional. Si hay inflación importada por los precios internacionales del petróleo y los alimentos, es factible que la ortodoxia que ya se aplica en Europa, también se aplique en EEUU, aumentando la tasa de interés. Esto puede significar un cierto retorno de capitales que vinieron a la región a sus países de origen. En el plano comercial las exportaciones pueden debilitarse por una menor demanda externa de EEUU y Europa, como consecuencia de la crisis económica imperante.

El dinamismo económico de la región dependerá de las acciones de política económica que se implementen. Lo relevante sería que los países de América del Sur aprovecharan esta situación positiva para avanzar hacia modelos económicos con una dinámica inserción internacional, basada no solamente en commodities, sino en rubros con mayor valor agregado y contenido tecnológico. Ello significa tener una mirada de mediano plazo. Hay que avanzar hacia una nueva estructura productiva, donde se mantengan los equilibrios macroeconómicos pero sin afectar la competitividad, o sea sin apreciación de la moneda nacional, como está ocurriendo en la mayoría de los países de la región. Esto requiere alternativas en las políticas de corto plazo para conjugar simultáneamente estabilización, crecimiento, y por lo tanto competitividad y empleo.*****FIN*****

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