Por: Oreste Mora Avendaño
Ancud, Chiloe.
04 de agosto de 2011
Nadie puede pretender que eternamente una sociedad se mantenga prisionera del miedo, la indiferencia o el conformismo. Algo hay en el ser humano, en los grupos sociales que los hace siempre buscar las respuestas a sus interrogantes más profundas y a partir de esas respuestas, ponerse en marcha, de pié, decididos a cambiar la historia.
La necesidad de terminar con situaciones incómodas, trágicas, injustas, de cambiar lo caduco, lo que oprime o molesta, estará presente siempre en el quehacer de toda sociedad, aun cuando el pasar a la acción decidida y sanadora pueda demorar en el tiempo más allá de lo que algunos esperen.
Mientras quienes pretenden conservar sus privilegios, se esfuerzan por mantener la enorme desigualdad entre los más pobres y ellos, un gran descontento comienza a manifestarse en los desposeídos, en los explotados y entre los hombres, mujeres jóvenes y niños que día a día se levantan para volar en las alas potentes de la dignidad.
El fuerte movimiento social que se manifiesta y se fortalece, encuentra su alimento en las medidas cada vez más regresivas que el gobierno está tomando para favorecer, a las grandes transnacionales a los empresarios nacionales y a los amigos de su gobierno.
Está quedando demostrado que el pueblo puede rumiar por casi 40 años sus derrotas, que puede pasar mucho tiempo lamiendo sus heridas, pero, a partir de cualquier chispa, la llamarada surge potente para impulsar la fuerza de la sociedad en la búsqueda de su redención.
Salud, para ese pueblo que se pone de pié sobre las ruinas de nuestras instituciones, restos nauseabundos de lo que fue algún día una democracia burguesa, para algunos ejemplo en América latina. No queda nada de la dignidad de ellas, todo se ha fundido con las peores lacras del modelo neoliberal, la codicia, la mentira, el deshonor se mezclan con la cobardía, la ineptitud, con las visiones de corto alcance, con la ignorancia y, en suma, lo peor de nuestra realidad.
Salud para nuestros jóvenes que han decidido andar la senda de la libertad, camino angosto y largo como nuestro país, pero luminoso y limpio como el amanecer de los campos del sur en primavera. El viejo corazón de un heredero de Allende se llena de regocijo con las voces transparentes de la juventud.
El pueblo se está poniendo de pié, caminemos con él, vamos por el carril estrecho de los sueños hacia la luz de la libertad y la justicia.