30 - noviembre - 2024

Los mineros del milagro se quejan de no tener donde "caer muertos"

Santiago de Chile, 5 de Agosto 2011.. Lo que pretendió ser una reedición del show de hace un año, terminó en un fiasco. El Presidente Piñera fué abucheado, se le arrojaron toda clase de objetos contundentes, pese al gran despliegue policial destinado a protegerlo y como ya se ha hecho costumbre en las actividades que participa, un numeroso grupo de personas fue detenida por carabineros. Esa fue la parte oficial de las actividades, pero hay una historia más profunda y dolorosa, para lo cual no hay respuesta por parte del gobierno.

Edison es una persona violenta. Me ha golpeado innumerables ocasiones. No sé qué hacer con él». Un año después del derrumbe que sepultó, 69 y 70 días, a 33 mineros en el desierto chileno de Atacama, Angélica Álvarez Barrientos, la mujer de uno de ellos, Edison Peña, está desesperada. Su vida con el hombre que ama se ha vuelto «tan oscura como en la mina».

El tiempo no ha ayudado a esta pareja. Tampoco a buena parte de los mineros que vivieron como topos 700 metros bajo tierra en el yacimiento. Aquellos hombres y sus familias se han transformado. Hoy, intentan, como pueden, salir adelante.

La mitad no tiene trabajo, pasan penurias, sufren depresiones, ataques de pánico y claustrofobia. Para colmo, a ojos de algunos compatriotas, han pasado de ser héroes a villanos por demandar al Estado que hizo lo imposible para rescatarles.

El día a día se ha convertido en una montaña rusa de emociones y recuerdos. Desde que volvieron a ver el sol, a «los 33», como se les conoce popularmente, les ha pasado de todo. Muchos creyeron descubrir un mundo de fama y riqueza. Cadenas de televisión de los cinco continentes les invitaban a los platós para contar su odisea. Guiones de cine, entrevistas, fotografías, libros y cómics fueron dedicados a ellos. Pero la borrachera del éxito por sobrevivir pronto se convirtió en resaca y sus sueños en una nueva pesadilla.

Jimmy Sánchez no había cumplido los 20 años cuando se lo tragó la tierra. Su padre ha creado un verdadero santuario de la peor experiencia de su vida. En su casa de Copiapó expone el traje con el que volvió a la superficie, la bandera que firmaron los 33 y el muchacho envió a la superficie. También tiene ordenados recortes de prensa y otros detalles para no olvidar lo sucedido. Jimmy está de brazos cruzados. «Tengo mucha angustia, me siento triste, me gusta estar solo y no tengo ganas de charlar con nadie. Siempre estoy enojado y de noche, tengo pesadillas». Con el ánimo por los suelos, el más joven de la cuadrilla recuerda, «los viejos me protegían. Decíamos que cuando saliéramos nos juntaríamos. Pensaba que seríamos todos amigos pero no ha sido así. Nada de nada. Ningún almuerzo juntos. Nada», reconoce con tristeza.

El sentimiento de orfandad se acentúa en él cuando coincide, con algunos compañeros para tratar únicamente temas económicos, «para saber cómo sigue la demanda y cómo va la película.» Aburrido, abúlico, sin trabajo, no descarta volver a trabajar en una mina. «Lo que pasó fue mala suerte», dice. Al menos, le queda haber conocido Gran Bretaña, Grecia y Estados Unidos, países a los que no hubiera ido jamás por su cuenta.

Claudio Yáñez, «perforador» de 35 años, y el electricista Pedro Cortez confiesan que tuvieron que «vender las motos para poder comer» mientras Omar Reygado, de 56 años, lucha contra la sombra de la depresión. «Trato de tener fuerzas para levantarme todos los días. Me cuesta soportar los espacios cerrados. A veces me da claustrofobia y salgo a la calle para hablar con alguien o hacer alguna cosa que me distraiga».

Cortés, de 26 años, advierte: «Hay siete compañeros con la baja pero si hacen una revisión a los 33 sale que ninguno está bien de la cabeza». Tampoco él ha sido de los afortunados con fuerza, capacidad y suerte para forjarse un futuro mejor. «No tenemos donde caernos muertos. Estamos sin trabajo, tenemos deudas y no podemos dormir». El único extranjero, el boliviano Carlos Mamani, mecánico de 24 años, rechazó la oferta del presidente Evo Morales de volver a su tierra. Su padre pedía 30.000 euros por entrevista pero nadie le llama. Tampoco tiene ofertas de trabajo.

No hay final feliz para ellos. El rescate —se ha visto— no ha sido un regreso a la tierra prometida.*****FIN*****

Fuente: Elpais.es y agencias

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