Por Felipe Gutiérrez Ríos
Mapuexpress
02 de septiembre de 2011
¿Cuántos días tienen que pasar para que una huelga de hambre aparezca en los medios tradicionales? ¿Por qué las demandas mapuche siempre son reducidas a barricadas y violencia? ¿Cómo es que ahora sí y antes no son justificadas las propuestas estudiantiles? Medios y comunicadores independientes llevan varios años denunciando un cerco comunicacional que invisibiliza, tergiversa y simplifica las demandas del movimiento social en general y mucho más cuando se trata de temáticas relacionadas con lo mapuche.
Sobre eso trata esta conversación con Fernando Paulsen periodista que a sus 55 años parece haber convivido con dos mundos del periodismo nacional: el de la censura, la prisión -suya- y la muerte -de su colega José Carrasco- durante la dictadura mientras fue editor y luego subdirector de la Revista Análisis; y el de la tranquilidad y el espacio que le ha permitido ser panelista y conductor de diversos programas de televisión en La Red, TVN, Canal 13, Chilevisión, y su función como director de La Tercera a fines de los noventa.
Su innegable carrete periodístico lo tienen en Valdivia, donde se realiza esta entrevista, ciudad a la que llegó para acompañar la segunda cuenta pública ciudadana y para sostener un encuentro con los estudiantes de la Universidad Austral. Precisamente para ese encuentro, que se realizó durante una jornada de protesta, Paulsen tuvo que llegar caminando a la Universidad debido a los enfrentamientos callejeros. Durante su trayecto fue grabado por un grupo que transmitía los hechos lo que quedóregistrado en un video donde demuestra su sorpresa por la magnitud que está tomando el movimiento estudiantil. Después de caminar más de media hora, llegamos al auditorio repleto de alumnos que lo espera al interior de la Universidad.
Durante su charla Paulsen contó que durante el año 97, cuando él era Director de La Tercera, fue invitado a una reunión a la Conadi para discutir sobre un nuevo trato entre el movimiento y la prensa, desgastado por esos días por las protestas contra la instalación de la central hidroeléctrica Ralco en el Alto Bío Bío. En esa reunión, cuenta Paulsen, a todos les sorprendió la llegada de un dirigente, Aucán Huilcamán, que entró a la reunión, pidió un enchufe y se sentó con su notebook para poder estar conectado con sus compañeros del sur durante la reunión.
-¿Qué querías decir con esa historia, Fernando, que había todo un mundo mapuche que ustedes no habían visto?
– Claro, cuando tú has estado colocando en los medios de comunicación toda la dinámica indígena exclusivamente en términos de la protesta a las represas del Alto Bío Bío y seis, siete meses después tienes una organización nueva con una cantidad gigantesca de gente, es obvio que eso se estaba produciendo mucho antes de lo que estabas reporteando, sin embargo nunca fue tema.
-¿Por qué crees que no era tema?
– En general en los medios ocurre algo que podríamos denominar como una maximización de la eficiencia de recursos disponibles. Si tu tienes 7 u 8 cámaras y debes hacer un noticiario con más o menos 23 noticias, ¿cómo me aseguro que las cámaras las envío donde van a pasar cosas?.
Y la forma histórica en que eso se resolvió es que el gran porcentaje de estas cámaras se destinan al mayor emisor de noticias que existe en el país que es siempre, en todos los países, el Gobierno. Entonces pones una cámara en cada Ministerio importante y eso te garantiza que todos los días vas a tener noticias. Ahora, eso genera dos problemas, uno es que tienes una sobredosis de autoridades y segundo es que solo reporteas lo que a las autoridades les interesa.
-Tú eras Director de La Tercera cuando explotó el frente noticioso mapuche, ¿qué impresión te dio en ese momento?
– Como te decía, nosotros teníamos toda la discusión centrada en lo de las hermanas Quintreman en el Alto Bío Bío y seis meses después había prácticamente tres regiones tomadas. Yo sentía que eso no podía ser por generación espontánea, que algo estaba latente y que muchas cosas tienen que haber pasado para que llegaran hasta ahí, pero esas cosas no las reporteó nadie, por lo menos ningún medio nacional.
-Puedo sospechar que va más allá de un tema de pauta. Si se le hubiera dado otro tratamiento al tema, por ejemplo bautizándolo periodísticamente como “conflicto forestal” y no “conflicto mapuche”, habría revelado una mayor disposición a informar bien.
– A mi la respuesta me parece relativamente obvia. Una es que nadie entiende la realidad o la problemática mapuche. Y lo segundo es porque el tema está lo suficientemente lejos de Santiago como para que no te importe mucho si estás en lo correcto o equivocado, que es algo que pasa mucho en los medios. Mientras más lejos está el problema, mientras menos le afecte al santiaguino más margen de error puedes darle a la interpretación de lo que está pasando. Y cuando el periodista no conoce la realidad lo reportea como si se tratara de otro país y tú lo sigues viendo como un problema regional.
-De todos modos a mi me cuesta creer que haya cierta base ideológica detrás.
– Pero es que la base ideológica no creo que sea tan política, está más marcada por la diferencia social, por la diferencia de clase y, repito, por la distancia, que no es una cosa menor. Cuando yo estaba en Estados Unidos para la dictadura enviaba notas sobre la liberación femenina y de acá me respondían que eso no era tema en Chile, que el único tema acá era la dictadura. Ahora pasa lo mismo, tú tienes que convencer que el tema mapuche es tema.
-De todos modos el sesgo sigue existiendo, ¿por qué el montaje del chaleco del carabinero que asesinó a Mendoza Collío no aparece en televisión?
– Si apareció.
-¿Tú crees que tiene el mismo nivel de repercusión que, por ejemplo, el video del carabinero golpeado por un skate?
– Es que lo que tú estás haciendo yo no lo encuentro válido, estás tratando de establecer comparaciones igualitarias entre fenómenos que no pueden ser así. El caso ejemplar es la huelga de hambre. Durante, qué se yo, 50 días no existieron las huelgas de hambre y de pronto se transforma en una suerte de vendaval en que te dan concentrado en 8 días lo que no te habían dado en 50, incluso pasándose para la punta. Eso pasa porque los periodistas toman los temas, o los eventos, como si fuera un limón al que hay que sacarle hasta el último jugo.
Yo tengo un amigo que dice que Chile es el único país del mundo donde es imposible tener dos eventos de alto impacto en forma simultánea en los diarios. Uno siempre mata al otro. O sea, cuando está La Polar, es La Polar, nada más. Empiezan las marchas estudiantiles y no aparece más La Polar.
-En las marchas los periodistas suelen ser encarados y solo responden “habla con mi editor”. Hace poco apareció un video en que un estudiante le dice a un periodista que “no hay peor mentira que media verdad”. Esa es un poco la sensación, no es que mientan pero hay un poquito de media verdad.
– A ver, yo no lo defiendo, todo lo contrario critico los medios todos los días, yo renuncié en enero al departamento de prensa de Chilevision por esto, porque no estoy dispuesto a estar reporteando y dando cuenta la cantidad de cajeros automáticos que fueron asaltados ayer. Pero lo que sí hay que entender es que los medios de comunicación son mucho menos ideológicos de lo que uno cree que son, uno asocia incidencias ideológicas cuando ve poco reporteo.
El típico caso es el del del Rio Cruces en Valdivia. El periodista tiene el informe de la Universidad Austral que dice que el río está contaminado y el de la Universidad Católica de Valparaíso, contratado por la empresa, que dice lo contrario. El periodista de acuerdo a sus capacidades no tiene cómo interpretarlo, entonces, ¿qué hace?. Los expone a ambos y los deja a la interpretación del público, lo que es un abandono de funciones notable. A mi eso me parece más preocupante, porque tu puedes llegar en casos como el mapuche a transmitir la falsa sensación de que aquí hay dos posiciones equivalentes, entonces ponen al lonko y al policia, la explicación de cada uno, y las cosas no son equivalentes. El lonko vive ahí, tiene el problema ahí, el otro es un personaje mandatado para reprimir o controlar en términos de seguridad pública, entonces no son equivalentes. Y tú los colocas en la medida de que generas igualdad de posición y al público lo que le transmite es que hay dos posiciones cuando nunca han sido dos posiciones. No hay un periodista que tome lugar o punto de vista, que diga por qué los mapuche están insatisfechos con la propuesta, porque eso implica que lo autoricen a hacer una interpretación o análisis y además, que entiende el tema.
-Cuando tú estabas en la revista Análisis, había mucha más pluralidad de prensa…
– Ahí sí que éramos sesgados, a nosotros no nos interesaba nada que no afectara la dictadura.
-De acuerdo, pero había un espectro más amplio, ahora solo existen medios de derecha.
– Tú estás midiendo eso por sus dueños. Porque si tratas de hacerlo por la vía de los periodistas no te cuadra.
-¿Y los editores?
– Tampoco.
-No estoy seguro
– Nooo, lo que te cuadra, y es una cosa brutal, es que la manera de reflejar la realidad que tienen los editores y los periodistas, fuerza a que tu estereotipes los hechos, los etiquetes, reduzcas las complejidades y cuando tú piensas en que tienes que mantener los puntos de rating y te tiene que entender la viejita, tiendes a quedarte en la imagen, la del skate, y no en largas disquisiciones.
-A mi me da la sensación de que cuando los periodistas proponen un tema que no se aborda, el editor, que incluso puede estar de acuerdo, prefiere no meterse en el cacho y argumenta que el tema no se vende. De esa manera van quitando los temas incómodos de la pauta.
– En el diario te puedo asegurar que eso te van a contestar. En la tele no, porque lo que buscan es lo que pueda impactar, la idea simple. El problema en la tele es al revés, cuando tienes que tratar temas en serio, como cuando van los dirigentes estudiantiles a enfrentar a la comisión del senado, y debes reducir la intervención de Camila Vallejo a la frase más importante.
-¿Y cómo te ha parecido la cobertura del movimiento estudiantil en la prensa?
– Me parece que lo que el gobierno ha tratado de hacer desde que estaba Lavín, es vender la idea de que esta es una movilización dirigida por el Partido Comunista, entonces tienes dos figuras, a la Camila Vallejo y tienes a Jaime Gajardo. ¿Cual de los dos es más débil?, evidentemente Gajardo, entonces se concentran en él, porque además el Colegio de Profesores tiene peor imagen que los estudiantes, porque ella es preciosa y porque él comete el error de decirle a Hinzpeter que no aprendió del holocausto. Pero esa idea falló, no han podido desbancar, disminuir la intensidad del movimiento atacando al PC a través de Gajardo. Y la otra apuesta que hacen es la clásica de recurrir al tema de la violencia.
-Como tú dices El Mercurio hizo en su momento una fuerte campaña en contra de Gajardo, ahí es cuando digo que hay un apoyo mediático desde El Mercurio.
– Es que yo creo que hay cierto origen ideológico, y si no es ideológico una distinción de clase. Pero el tipo que te hace la noticia, en su gran mayoría no piensa igual que el dueño del medio.
Ahora yo no niego que haya complicidades entre La Moneda y estos dueños de diarios, yo digo que la razón de que eso ocurra no es netamente ideológica, es de intereses comunes. A Agustín Edwards, a Alvaro Seieh les interesa que esto se normalice porque sino pierden, sienten que se les desordena el esquema en el que funcionan. Ahí está el ejemplo de La Polar, cuando Longueira dice que van a investigar todo el retail, mandó un guaracazo, ellos dicen “qué tiene que ver el retail si esto es de La Polar”, se asustan porque les toca. No es porque necesariamente crean de que aquí viene el comunismo denuevo, lo que les asusta es que se les revuelva el gallinero, ellos mismos dicen “para qué cambiar si con Lagos estuvimos estupendo”.