22 - noviembre - 2024

Obispo de Puerto Montt atemoriza a la gente con un nuevo 11 de septiembre

Puerto Montt, 12 de Septiembre de 2011. (ONG Vínculos). En lo que va transcurrido de las manifestaciones estudiantiles iniciadas el 1º de Junio pasado, el discurso público de una parte de la clase política y oligarquía criolla han incurrido constantemente en descalificaciones, llegando a su apoteosis en las últimas expresadas por Cristian Caro obispo de la Región de Los Lagos, que hace referencia a las consecuencias que genero el golpe de estado de 1973 con sus efectos de terror y miedo que se impuso en la sociedad chilena de esos años y que ha perdurado hasta hoy, a lo que se suman, las del propio Piñera quien señala que “todos quisiéramos que la educación, la salud y muchas cosas más fueran gratis para todos, pero al fin y al cabo, nada es gratis en esta vida, alguien lo tiene que pagar” declaraciones que establecen la concepción de fondo de la primera autoridad del país y de los sectores dominantes en Chile.

En tal sentido, la Iglesia Católica y la derecha, representada en la presidencia, fijan posición pública coincidente, así se desprende también de las declaraciones de Monseñor Ezzati, quien señaló que «las utopías que no tienen fundamento racional, son solamente utopías», haciendo referencia al tema de la crisis de la educación y a las movilizaciones estudiantiles. Razón por la cual a sido vetado por los dirigentes estudiantiles ante su aspiración de erigirse en un “neutral” mediador.

La injerencia de la iglesia católica en temas de salud, valóricos, sexualidad, violencia institucional, distribución de la riqueza, y ahora sobre educación pública y gratuita, entre los más significativos para el conjunto de la sociedad chilena, en el pasado como hoy, ha sido decisiva en el debate nacional, acallando las posiciones de otros múltiples sectores de la sociedad.

Como se señalará, a nivel de la Región de Los Lagos, el obispo Caro señaló que “yo creo que hay una intransigencia de parte de los estudiantes”, manifestando que “estamos jugando con fuego …poniendo al país en una situación complicada …y ya hemos experimentado en nuestro país lo que significa un país polarizado…ya lo experimentamos dolorosamente y tenemos que aprender del pasado”, rematando con que “un plebiscito no va a resolver el tema, por que un plebiscito no puede plantear la complejidad del tema de la educación”, sus declaraciones aluden abiertamente a reactivar en la conciencia de la ciudadanía nacional el miedo como recurso para retroceder ante las demandas sociales, de tal manera de imponerse las posiciones de las minorías privilegiadas de siempre.

Es así, como comienzan a aparecer los planteamientos de los sectores que detentan el poder, manifestando que el caos, la violencia y pérdida de la paz social pone en jaque a la “democracia” cuando las mayorías se expresan públicamente en las calles. El miedo de los poderosos es a perder sus privilegios. Estos no hacen referencia a la violencia cotidiana a la que se ven enfrentados millones de conciudadanos con el endeudamiento, el trabajo precario, los abusos de poder y “autoridad”, la cesantía juvenil, la falta de oportunidades, el lucro en salud y educación, y un sin fin de expresiones de violencia que experimenta la sociedad día a día. Estas son las causas de fondo por los que Chile y su juventud comienzan a perder el miedo y reclamar derechos conculcados por esta minoría que ha establecido un sistema institucional y legal a su medida e intereses.

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