Miles de millones de dólares habría gastado el Estado de Brasil para organizar el campeonato mundial de fútbol. Durante las horas previas a la inauguración las protestas obligaron a la policía brasileña a dispersarlos con gases lacrimógenos en Sao Paulo y se concentró frente a la estación Carrao del metro. Son movimientos organizados a través de las redes sociales por movimientos que critican los elevados gastos del Gobierno en el Mundial.
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet llegó por la mañana hasta el Palacio presidencial de PlanAlto, para saludar a la presidenta del Brasil, Dilma Rouseff y para ser parte luego de los 12 presidentes que estuvieron en la ceremonia. Dilma Rouseff no habló, por temor a las pifias, en la ceremonia. Tampoco Joseph Blatter, el presidente de la Fifa.
El espectáculo mismo tuvo increíbles fallos técnicos. También fue previsible y pobre la coreografía de la holandesa Daphné Cornezy y 600 bailarines con los bailes folclóricos y luego un corto homenaje a la pelota. Y la final de remate con la mediocre canción del mundial, un refrito comercial con la Jennifer López como estrella. Todo muy de bajo nivel, raro para un país de tan poderosa tradición musical.