“Por qué el Consejo Nacional de Cultura no está presidido por un intelectual, como en Francia”, afirmó directamente el periodista Antonio Carvallo, en el diario La Tercera, en un artículo sobre los intelectuales, firmado por R. Careaga y J. García. Por su parte, el escritor Rafael Gumucio apuntó allí mismo, al peso de la tecnocracia en el Gobierno, al afirmar que La Moneda “ está llena de economistas y tecnócratas.”
The Clinic había dicho lo suyo: el jueves 19 de junio, Patricio Fernández en la Editorial de The Clinic, al hacer un análisis sobre los cien días del gobierno, lo dijo muy claramente: ”Noto ausencia de cultura. Quiero decir, de relatos, de recuerdos, de canciones, de imágenes que acompañen al gobierno. El plan continúa apareciendo como un conjunto de reivindicaciones aisladas. Los artistas no han estado presentes en esta historia y se les hecha de menos. Han sido aplastados por los funcionarios.”
El asunto se había tratado en un seminario de Cultura y Patrimonio en el ex Congreso Nacional, organizado por Cultura Ciudadana, aunque con un perfil algo distinto. El escritor Omar Pérez Santiago, autor de la novela “Allende el retorno”, consultado sobre el nuevo giro del debate afirma que: “Hay aparatos públicos de la cultura con inversión pública, que hemos puesto todos, que fueron entregados a gestiones privadas y en donde la cultura ha adquirido un camino mercantil. Investiguen cómo funciona el Estadio Techado del Parque O´Higgins.”
La historia es la siguiente: En 1998 se reactivó el proyecto del Estadio cuando el gobierno del ex presidente Eduardo Frei invirtió recursos para finalizarlo. Pero el grupo Hiller Inversiones tomó la concesión del recinto en 2006 por un comodato de 20 años y se rebautizó como Movistar Arena, para beneficio del sponsor extranjero.
“Un hermoso parque en manos de las actividades lucrativas de grandes empresas multinacionales del espectáculo.” afirma Pérez Santiago y agrega: “El riesgo de la privatización de ese centro, con la mejor ubicación, es un gran riesgo para el país. La voracidad de las inmobiliarias agiotistas es infinita. Sospecho que algo muy parecido ocurre con los métodos de gestión cultural aplicado en el Centro Cultural Estación Mapocho y el Centro Cultural Gabriela Mistral. Los dos son construidos con inversión pública. Pero en manos de corporaciones de derecho privado, bajo el manto del autofinanciamiento.
