La ministra de Cultura, Claudia Barattini, llamó personalmente a los seleccionados del año y destacó la labor de estas personas y agrupaciones que preservan el patrimonio cultural inmaterial. Por primera vez, un oficio del ámbito de la salud es distinguido como THV.
Para los tres cultores individuales y los tres colectivos que fueron reconocidos este año como Tesoros Humanos Vivos de Chile, esta semana debía ser común y corriente. No obstante, fue un llamado desde su oficina en Santiago, de la propia Ministra de Cultura, Claudia Barattini, el que los puso al tanto de la noticia: eran reconocidos con esta distinción Unesco, por el Consejo de la Cultura, por su labor de mantener vivas manifestaciones portadoras de patrimonio cultural inmaterial de alta significación para el país y las comunidades locales.
La Secretaria de Estado, que agradeció a los cultores, «en nombre del país por la labor que realizan”, señaló que se trata de un reconocimiento muy importante, «pues destaca oficios y prácticas poco visibilizadas, pero muy relevantes para las culturas en el país, y para nuestro patrimonio”.
Este reconocimiento UNESCO se entrega en Chile desde 2009, y busca reconocer a cultores y cultoras que contribuyen a la salvaguardia de las manifestaciones de patrimonio cultural inmaterial que desarrollan, por su alta significación para sus comunidades y para el país. La distinción de este año tuvo la particularidad de distinguir, por primera vez, un oficio de la medicina tradicional mapuche, en el grupo Ngütamchefe de Tirúa, formado por agentes de salud conocidos como componedores de huesos. El jurado consideró que llevar su conocimiento ancestral al sistema público de salud, en el Centro de Salud Familiar (CESFAM) Isabel Jiménez Riquelme de Tirúa, constituye un aporte al trabajo intercultural.
Al otro lado del teléfono, los reconocidos se mostraron agradecidos y sorprendidos. “Estoy muy contento de recibir este reconocimiento. Yo no estudié en ninguna escuela, solo mandé a hacer un instrumento y en base a ello observé y aprendí. Desde entonces lo fabrico y además lo interpreto en las fiestas altiplánicas”, señaló el maestro luriri, Nemesio Moscoso, al anuncio de la Ministra. Oriundo de la comuna de Pozo Almonte, La Tirana, Región de Tarapacá, hace 52 años es fabricante y reparador de la bandola aymara, instrumento de cuerdas tradicional del altiplano tarapaqueño, empleado para los carnavales, floreos y trilla de la quinua. Fue reconocido por el Comité Experto por ser un maestro luriri aymara, una actividad poco conocida y con riesgo de desaparecer.
Arturo de Jesús Lucero, de la comuna de Pichidegua, localidad de Larmahue (Sector Viceparroquia), Región de O’Higgins, fue reconocido por ser el único constructor y reparador de las “Ruedas de agua de Larmahue”, elemento icónico e identitario de la zona.
Domitila Cuyul, de la comuna de Quellón, en la Región de Los Lagos, es Maestra de Paz, y como tal, responsable de realizar ceremonias del pueblo wiilliche. Estos ritos de gran sincretismo cultural y religioso, recogen parte de la cultura williche, de las creencias católicas, y chilotas donde se invoca a Chao Ngenechem, Dios Católico, la Pincoya, entre otras divinidades.El Comité Experto la reconoció por ser una figura que representa el sincretismo cultural del territorio chilote heredado del contacto indígena-hispano, y por perpetuar los ritos y ceremonias williche en Chiloé.
Emocionada recibió la noticia también Mónica Venegas, representante de la Unión de Artesanas de Quinchamalí, uno de los tres colectivos reconocidos. “Usted no sabe la alegría que le dará a mis compañeras recibir esta información. Es un trabajo de mucho tiempo y dedicación, y lo hacemos con mucho cariño. Nos reconforta que gente de otras regiones lo destaque”, comentó. Oriundas de la comuna de Chillán, localidad de Quinchamalí, Región del Biobío, se trata de 15 mujeres dedicadas a la fabricación de una alfarería única en la zona, centrada en figuras de greda negra con superficie esgrafiada, que son de exclusividad de las localidades de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca. Fueron reconocidas por elaborar una de las artesanías más representativas del país.
Otro de los reconocidos de manera colectiva, es el grupo de Carpinteros de Ribera de Lanchas Chilotas, de la comuna de Hualaihué, localidad de Mañihueico, Región de Los Lagos. Son navegantes y carpinteros de lanchas chilotas, embarcaciones únicas en el mundo que son el resultado del sincretismo de dos saberes: el indígena y el europeo. Gracias a este transporte se llevaron maderas de alerce hacia el archipiélago de Chiloé, las que hoy recubren sus iglesias y antiguas casonas. Sobre la llamada de la Ministra Barattini, José Mautor comentó que “uno cuando tiene un don mete todo el cariño en eso, y yo soy muy entusiasta, incluso a veces echo de menos las lanchas. Cuando las vendo me corren las lágrimas, pienso que ya no podré visitar a mis amigos, así que me fabrico otra altiro”. El Comité Experto los reconoció por relevar la carpintería de ribera como una tradición que tiene distintos focos de expresión a lo largo del territorio chileno, por mantener la técnica de construcción de lanchas chilotas y ser una zona del archipiélago en que esta tradición tiene una gran antigüedad y desde la cual se ha extendido a otros territorios del país.
La terna la completa el Grupo de Ngütamchefe (componedores de huesos), de la comuna de Tirúa, Región del Biobío, conformado por agentes de salud mapuche, conocedores de la forma, funciones y posición de los huesos, con una gran habilidad en evaluación palpatoria y de maniobras que les permite componerlos cuando han sufrido fracturas, luxaciones y otro tipo de dolencia. Actualmente hay 13 Ngutamchefe activos, que son reconocidos por su trabajo intercultural centrado en una sabiduría de medicina tradicional que se ha mantenido viva en distintas comunidades, y que ellos han logrado incorporar al sistema formal de salud. Además, con su labor contribuyen silenciosamente al movimiento mapuche, y con ello, han logrado la confianza y el interés de las generaciones más jóvenes en mantener esta práctica.
Los reconocidos reciben un estímulo económico de $3.000.000 para cada cultor/a individual y $7.000.000 para cada comunidad o colectivo. Desde 2009 a la fecha se han reconocido 32 Tesoros Humanos Vivos a lo largo del país. En esta ocasión, el proceso de selección estuvo a cargo de Comités Expertos Zonales que sesionaron en Arica, Santiago, Chillán y Puerto Montt, más un Comité Experto Nacional. Todos fueron conformados por personas del ámbito público y privado, académicos, representantes de la sociedad civil, entre otros. La principal modificación al proceso de postulación este año fue que los cultores destacados del año 2012 y 2013 fueron repostulados automáticamente.