A propósito de la peculiar acción del Ejercito en que le regaló un corvo al futbolista Gari Medel por «su patriotismo, desarrollo de la disciplina, gallardía y entrega”, según el comandante del Ejército Humberto Oviedo, el escritor Jorge Baradit escribió en su página de facebook un artículo que despertado las críticas y apoyos de varios de sus seguidores. Aquí reproducimos el artículo. «Desgraciadamente el corvo no es sólo la valentía de los chilenos que ganaron el morro de Arica en un alarde de fuerza y valor impresionantes, sino también la cobardía del corvo de Morén Brito y los civiles degollados en Quilicura en 1985; los cuerpos de hombres y mujeres jóvenes abiertos con corvos para que no flotaran en las costas de Quintero, las amenazas a mujeres amarradas, pezones cortados y sangre de hermanos derramada», dice el escritor.
Por Jorge Baradit
A Gary Medel lo invitó el Ejército a una ceremonia de reconocimiento por su actuación durante el Mundial. No hay problema en ello, cada institución tiene agenda comunicacional que llevar adelante y me parece bien que el Ejército esté intentando reconstruir su relación con el mundo popular. Es importante que las Fuerzas Armadas se sientan parte del país y el país parte de ellas, sobre todo en Chile donde han estado históricamente al servicio de los poderosos y tan disociadas que han sido capaces de disparar contra sus hermanos una y otra vez a lo largo de su historia.
Lo que me llama la atención es un detalle que no por detalle es menor, el objeto que le entregan como símbolo de los valores a resaltar es un corvo. Error. Desgraciadamente el corvo no es sólo la valentía de los chilenos que ganaron el morro de Arica en un alarde de fuerza y valor impresionantes, sino también la cobardía del corvo de Morén Brito y los civiles degollados en Quilicura en 1985; los cuerpos de hombres y mujeres jóvenes abiertos con corvos para que no flotaran en las costas de Quintero, las amenazas a mujeres amarradas, pezones cortados y sangre de hermanos derramada.
Nadie me puede reclamar estar recordando «cosas del pasado», si vives de las glorias de hace 130 años en el desierto de Tarapacá, también debes responde por las miserias de Lonquén y Quilicura de hace sólo 40 años.
El Gary no tiene responsabilidad alguna, es un cabro valiente, una herramienta tomada por los líderes correctos. En otras circunstancias podría haber sido el sicario perfecto o el lugarteniente de lujo de algún capo de la droga en la pobla. Una suerte, porque en este país sin planificación tu vida depende de la suerte, para él y todos nosotros que haya sido el deporte y buenos líderes los que orientaron la fuerza y el coraje de esta materia prima volcánica que se pierde en las calles de tierra de nuestro país.
Además, También se me ocurre que si hubiera educación de calidad, si como sociedad realmente quiséramos que nuestro pueblo manejara la información adecusada, el Gary habría tenido algo que decirle a los uniformados que lo homenajearon, quizá decirle que está orgulloso de su actuación cuando les ha tocado defender al país de amenazas externas o desastres naturales, pero que le gustaría que aprendieran del fútbol que la cosa se trata de atacar al equipo contrario y no al propio, por ejemplo. En el fondo, que pudiéramos tener cabros educados capaces de discriminar en lo que se meten, actores y protagonistas de lo público con ganas de opinar y romper esa «doctrina Kreutzberger» del «no opines, no te metas en política, eso no me compete». Estoy seguro que si existiera la cultura de participación política de nuestras figuras y actores públicos, de artistas, escritores, deportistas, la cosa sería diferente.
Recuerdo a Sócrates Sampaio, jugador brasileño de los ’80, activista contra la dictadura de su país. Cuando llegó a Italia, transferido, le preguntaron qué jugador italiano conocía, respondió: «No conozco a muchos. Vengo principalmente a leer a Gramsci en su idioma original y a aprender sobre la historia de los trabajadores italianos».
Falta mucho, sé que falta, pero en soñar se nos va la vida, cierto?