Los adolescentes entre 13 y 18 años son adictos a tener amigos. Pero, frente a la imposibilidad practica de reunirse presencialmente, recurren a las redes sociales. Es lo que se deduce del estudio de Danah Boyd, investigadora de Microsoft, profesora de la Universidad de Nueva York y colaboradora del Berkman Center de la Universidad de Harvard y que ha publicado en el libro «It´s complicated». Ella lleva una década con entrevistas hechas a más de 150 adolescentes.
Este es un tema particularmente importante en Chile donde el grado de conexión a Internet de los adolescentes es comparativamente alto. En Santiago, por ejemplo, las dificultades de encontrarse personalmente son muy altas, en parte a un sistema de transporte, llámese Transantiago, que es simplemente un desastre muy criticado de política pública.
Según la autora del libro, Danah Boyd, los adolescentes están limitados en su libertad geográfica. Tienen menos tiempo libre y más reglas. Los adolescentes están presos en casa.
Muchos adolescentes optan por juntarse con amigos en las casas de sus amigos. Ni los centros comerciales, ni las calles o plazas públicas los admiten positivamente.
¿Qué hacen?
Se refugian en las redes sociales. Allí los adolescentes se congregan libremente. Es la forma de estar con otros. Por eso que actúan en las redes sin filtros sentimentales.
Pero, muchos de ellos no saben que todos los pueden estar mirando. En su inmadurez e ingenuidad creen que sus padres o los mayores en general, no los están leyendo. Entonces comentan todo sin un mínimo de control social. Son desbocados emotivos. Todos los placeres o las rabias o las fobias las trasladan inmediatamente a las redes sociales. Son adolescentes y se comportan como tales .
Por otro lado, los adolescentes no son hábiles con las nuevas tecnologías, como se hace creer. O como ellos mismos creen, en su ignorancia. Muchos de ellos no pueden identificar la validez de las fuentes de internet. Muchos creen que todo es verdad. Generalmente no son capaces de validar la información a la que acceden, no conocen los criterios con que funciona un motor de búsqueda, y mayoritariamente no son capaces de reconocer un spam. No son especialistas en nada.
Para saber funcionar en Internet se necesita capacitación, que la mayoría de los jóvenes no tiene. Obviamente necesitan capacitarse. Pero la mayoría de los adolescentes jamás ha tomado un curso de redes sociales.
Esta profunda ignorancia se ha traslado a personas mayores, arriba de los 18 años, desgraciadamente. Son adultos pero actúan en las redes como adolescentes. No saben controlar sus sentimientos. Y una parte de los desastres de sus relaciones, tienen que ver con su incontinencia digital. No se aguantan y se cagan en los pantalones. Publican todos sus impulsos sentimentales, sin controles.
La autora ha dispuesto que el libro se pueda bajar gratis aquí
