Alta audiencia tuvo Sudamerican rockers, la serie que empezó a presentar ayer Chilevisión, sobre la banda de San Miguel, Los Prisioneros. También los ya mayores fans de la banda lanzaron en la redes numerosos elogios y saludos.
Pero la serie dirigida por Jordi Bach y producida por Rodrigo Díaz y el guion de Luis Emilio Guzmán, asesorado por Víctor Carrasco, recibe también una andanada de críticas que no se quedaron atrás.
Partiendo por Claudio Narea, uno de los miembros de la mítica banda:
“Son muchísimas más la imprecisiones que las pocas ‘coincidencias’ que tiene la serie con la realidad. En resumen, es una gran mentira… me llama la atención lo lejana de lo real que está la historia”, afirmó Narea en una entrevista del diario La Cuarta
“Es difícil hacer comentarios de una serie sin haberla visto”, le respondió Rodrigo Díaz en Radio Cooperativa, y añadió que “él dijo que leyó guiones… tal vez sea cierto, pero esta serie es ficción y siempre buscó proteger sus vidas privadas. Lo que queremos retratar es su historia como músicos.
La serie en su primer capítulo muestra la estética rústica de Chile, la estética de polvo y piedras que le gusta a cierto tipo de directores chilenos, y que viene de la época de los noventa con “Caluga o menta” de Gonzalo Justiniano o “Taxi para Tres” de Lübbert. Un realismo sucio que los directores creen que es la representación popular de lo chileno. No se está inventando nada. La serie reproduce una limitada estética de peladeros con sillones abandonados, murallas a la orilla de un basural, patios llenos de cachureos y casas repletas de adornos kitchs. Algo ya visto. Algo elemental y treinta mil veces copiado por directores chilenos.
Lo que es peor, la serie traslada los aspectos subversivos de la historia de Los Prisioneros a unos chistes de barbilampiños. Convierten la rebeldía juvenil contra un sistema opresivo en un signo de patudez estereotipado y no en un verdadero sentido crítico. No hay resistencia con el poder dominante. No hay revolucionarios. Los Prisioneros fueron mucho más que una banda mal relacionada.
Segundo, la incapacidad de la serie de construir personajes creíbles y coherentes y no retazos de conflictos externos y faltos de construcción sicológica.
Realmente bizarro es el episodio donde el papá de Jorge González acusa a una familia de izquierda de acaparar el azúcar durante el gobierno de Salvador Allende, mientras muestra una azucarero de mesas.
El primer capítulo de Sudamerican Rockers es un retroceso estilístico, por ejemplo, en comparación con la película de 2012, «Miguel San Miguel», del director Matías Cruz.
Veremos cómo se desarrolla este engendro estereotipado. Pero lo mostrado hasta ahora es una obra fallida y pobre, hundida en clichés y visiones manidas de la realidad popular.