Pocos escritores, muy poco entusiasmo y muy poca vitalidad tuvo anoche la inauguración de la Feria Internacional de libro de Santiago, cuyo invitado de honor es un abstracto «autor».
Muchos funcionarios, muchos viejos y jóvenes funcionarios, algunos buenos diplomáticos, algunos bibliotecarios, y numerosos agentes de seguridad de la presidenta Bachelet, llegaron hasta el recinto del zócalo de la Estación Mapocho, para inaugurar la Feria del Libro número 34.
La presidenta Bachelet vestida de un hermoso y fino traje lila con franjas blancas, entró al zócalo escoltada por dos mujeres: Claudia Barattini, presidente del consejo de la Cultura, y la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohà.
Primero habló, durante 15 minutos, el presidente de la Cámara del Libro, el señor Carlos Ossa Budge, y versó, naturalmente, sobre la importancia del libro.
Luego, la escritora Lina Meruane, que viajó desde Nueva York a Santiago para hablar sobre el rol político del escritor o «políticamente comprometido con la humanidad».
Finalmente, la presidenta Michelle Bachelet habló sobre las consultas ciudadanas y la futura y nueva ley del libro.
Entre medio, apareció brevemente un payador para rendir homenaje a Nicanor Parra, en sus 100 años.
Tampoco nadie, nadie dijo nada sobre sacar el IVA a los libros, como en todos los modernos países lectores.