Isabel Allende, la escritora chilena más famosa en el mundo, una de las escritoras que más vende libros en el mundo, 65 millones de libros. Famosa y millonaria, con miles de lectores, recibe ahora el reconocimiento de la Casa Blanca.
El presidente Barack Obama concedió ayer lunes la Medalla de la Libertad, la más alta distinción civil estadounidense, a 19 personas entre ellas la escritora chileno estadounidense Isabel Allende, a la actriz Meryl Streep y al cantante y compositor Stevie Wonder. La condecoración reconoce a aquellos que han trabajado por la paz mundial, la prosperidad estadounidense u otros logros significativos públicos o privados, de carácter cultural.
La noticia generará nuevamente, con toda seguridad, los comentarios, no digamos sarcásticos, sino maldicientes de un grupito de escritores chilenos, que no se rinden, y que, al parecer, se creen ellos mismos superiores a Isabel Allende. Isabel Allende los catalogó a ellos de envidiosos y de machistas, cualidades sobresalientes de esos escritores chilenos.
No valen la pena.
Los hombres chilenos que acusan con mala leche a Isabel Allende de pertenecer a la cultura mainstream de los bestsellers, del entertainment de la que habla el francés Fredric Martel, ignoran como nacen los fenómenos de masas, el valor del soft power y su atracción y los flujos mundiales de contenidos, y todas las reflexiones y problemáticas que generan sobre la industria que genera contenidos y servicios culturales, un asunto de primer orden, la circulación de los contenidos globalizados.
Las críticas a Isabel Allende, en ese sentido, son, más que envidiosas o mala leche, ingenuas, tontas, provincianas.
No saben nada del fenómeno que ocupa a miles de personas en el mundo, los mediadores entre el escritor y el mercado. No captan, en su irritación no pueden captar lo que puede haber de noble en el mainstreim. Están de espaldas a los flujos. Los grandes y modernos medios hace tiempo que ya dejaron de evaluar los contenidos culturales solamente en función de su calidad -obviamente subjetiva- sino también de su popularidad.