18 - septiembre - 2024

A un año de incendio en Valparaíso: Iglesias cristianas valoran labor de jóvenes y denuncian problemas de viviendas

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“El Estado nos abandonó. Acá no viven médicos, abogados, ni profesionales, entonces no les importó que la gente del cerro muriera por el incendio”, dice Mauricio Salazar, director del Centro Comunitario Las Cañas. Denuncia la inoperancia de las estructuras municipales y gubernamentales antes, durante y después de la tragedia. Y es que en el cerro Las Cañas nunca han había planes reguladores ni condiciones básicas de accesibilidad, sanitarias y de construcción.


 

Valparaíso de Chile, 25 de marzo de 2015.-(EPES).- Ad portas de cumplirse un año del mega incendio en los cerros de Valparaíso, muchas familias afectadas por el siniestro no han resuelto sus problemas de vivienda. En el cerro Las Cañas, sus habitantes siguen resistiendo ante la presión de abandonar este territorio. La situación sigue siendo precaria y riesgosa para quienes viven en las tomas de terreno en las quebradas de los cerros. La mayoría de las familias no tiene título de propiedad, lo que dificulta el acceso a recursos del Estado para la reconstrucción.
De visita en Valparaíso, Angel Rivera, ejecutivo de Ministerios Globales de América Latina y el Caribe y Justin Eller, representante regional de la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA/Global Mission) conocieron esta realidad y la labor del Centro Comunitario Las Cañas, epicentro de la ayuda solidaria tras la emergencia. Como única estructura sobreviviente en la zona, el lugar se convirtió en centro de distribución de ayuda, refugio y comedor, que preparaba el almuerzo para 300 personas diariamente. La tarea estuvo dirigida por Mauricio Salazar y un grupo de voluntarios, en su mayoría jóvenes del mismo cerro que también resultaron damnificados.

Ante la emergencia, EPES impulsó un proyecto, en conjunto con las y los voluntarios del centro, que entregó apoyo psicosocial para los niños, niñas y familias afectadas. Se realizó un diagnóstico a través de un método participativo en que se identificaron y priorizaron los problemas más urgentes y luego se entregó apoyo material para las familias.

La visita de Ángel Rivera y Justin Eller fue una oportunidad para compartir con las y los jóvenes líderes, conocer el trabajo del centro y sus sueños colectivos. Se compartió un almuerzo y se hizo un recorrido por el cerro Las Cañas.
“El Estado nos abandonó. Acá no viven médicos, abogados, ni profesionales, entonces no les importó que la gente del cerro muriera por el incendio”, dice Mauricio Salazar, director del Centro Comunitario. Denuncia la inoperancia de las estructuras municipales y gubernamentales antes, durante y después de la tragedia. Y es que en el cerro Las Cañas nunca han había planes reguladores ni condiciones básicas de accesibilidad, sanitarias y de construcción.

Ante lentitud del Estado, “decidimos ponernos a trabajar por la comunidad y dejamos de pensar en nuestras propias necesidades”, relata Kevin. “Estuve harto tiempo en la cocina del centro, haciendo los almuerzos para los vecinos, y dispuesto a hacer todo lo que pudiera ayudar. Me quede acá porque me gustó su gente, el lugar”, dice Mario, quien al enterarse del incendio en el puerto dejó su vida en Santiago para radicarse en el cerro Las Cañas.

A Angel Rivera, ejecutivo de Ministerios Globales de América Latina y el Caribe, le conmueve el sentido de pertenencia que tienen los habitantes de Las Cañas, como su lugar vital, pese a las dificultades que han debido enfrentar. “Me conmueve el tesón y la resistencia de los jóvenes de anteponer los intereses comunitarios por encima de los propios. Valoro su sentido de solidaridad y de desprendimiento, porque han dado demasiado de su tiempo y de sus talentos para ayudar a la comunidad y hasta hoy muchos de ellos ni siquiera tienen un hogar”.
Destaca que “el trabajo de acompañamiento de EPES no denota imposición, sino que es solidario, de dialogo mutuo, de mucho respeto. Un modelo de desarrollo comunitario donde los saberes de la comunidad son fundamentales”.
Rivera agrega que “la educación popular, el aprender haciendo, es un herramienta fundamental para canalizar metodológicamente los conocimientos y los saberes de las comunidades y que permite que la propia comunidad aproveche todas sus fortalezas para su desarrollo integral”.

Para Justin Eller, representante regional de la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA/Global Mission) la visita al puerto sobrepasó sus expectativas. “En un principio, se responde a las necesidades más inmediatas, como son el techo y los baños del centro, pero en terreno nos damos cuenta que la intervención de EPES tiene un impacto humano que no se puede percibir en un informe. No se trata de construir un techo sino de reconstruir vidas, comunidades y redes”.
“De los jóvenes rescató el espíritu de lucha siempre a favor de la vida digna, que es liberadora”.
Advierte que “se debiera replicar en otros lugares de la región y del mundo la lucha por la dignidad humana ante la injusticia. Empezar a construir una realidad alternativa, otro mundo, la querida comunidad donde todos y todas somos parte. El mundo necesita este tipo de esperanza que hoy he visto en el testimonio de vida de estos jóvenes”.
Justin Eller señala que la ELCA espera poder seguir apoyando y acompañando el desarrollo de proyectos con impacto en lo humano y “que respondan a las propias necesidades de la comunidad, que no se definan desde afuera”.

La monitora de salud Mónica Arancibia, quien estuvo ocho meses trabajando en los proyectos en el centro como representante de EPES, señala que “me sorprendo siempre de la solidaridad de la gente, del querer hacer comunidad y compartir lo que se tiene”.
La visita a Valparaíso estuvo guiada por Karen Anderson, fundadora de EPES, junto a Mónica Arancibia; Héctor Reyes, administrador de EPES e Isabel Díaz Medina, coordinadora de comunicaciones de EPES.

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