La expulsión de Jorge Costadoat contrasta con el hecho de que la facultad de teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile se ha convertido, desde hace varios años, en un refugio de varios seguidores de Fernando Karadima, el mayor delincuente de la Iglesia chilena y mentor del obispo Barros Madrid.
Santiago, 25 de marzo de 2015. (Radiodelmar.cl)– Molestia existe en diferentes sectores de la Iglesia Católica chilena y especialmente en estudiantes y profesores de la Universidad Católica, luego que el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati Andrello, notificara al teólogo Jorge Costadoat, de la no renovación de la misión canónica de enseñar en la facultad de teología. Esto simplemente es que Costadoat será expulsado de las cátedras que impartía en esa casa de Estudios, y no existen razones claras para ello.
Según varios sacerdotes y laicos Ezzato estaría incumpliendo «su compromiso de respetar la libertad de cátedra del profesor. No es sostenible una libertad de enseñanza en la Universidad sin que exista libertad de cátedra. Esta medida pone en duda la misión propiamente universitaria de la P. Universidad Católica de Chile, y ofende el cultivo de la verdad. El Arzobispo pretende custodiarla mediante la coacción sobre la conciencia, en este caso de los académicos».
La investigación teológica de Jorge Costadoat se ha orientado en el último tiempo a prestar un valioso servicio para el desarrollo del próximo Sínodo de la Familia, al que ha convocado el Papa Francisco. Frente a esto sacerdotes y laicos afirman que la sanción impuesta al profesor Costadoat «vulnera el espíritu de libertad que el papa ha pedido a toda la Iglesia para preparar y para iluminar la búsqueda de respuestas pastorales a los desafío que las familias plantean a la Iglesia».
Aquí una Editorial del Portal Reflexión y Liberación al respecto.
En octubre de 2014 se supo que tres insignes sacerdotes chilenos estaban sometidos secretamente a un proceso de investigación canónica. La acusación anónima afectaba a José Aldunate SJ, Mariano Puga y Felipe Berríos SJ. El hecho despertó indignación social y se activó una inédita campaña de solidaridad y reconocimiento público a esos tres hombres, considerados testigos ejemplares del Evangelio.
Las autoridades eclesiásticas rehuyeron toda responsabilidad y terminaron acusándose pública y recíprocamente entre el nuncio Ivo Scapolo y el cardenal Ricardo Ezzati.
El hecho ponía en evidencia el tema de la libertad de pensamiento y de acción al interior de la Iglesia, comprometiendo derechos humanos fundamentales. Con no poco estupor e incredulidad se comprobaba que en el siglo XXI todavía “Existen violaciones de los derechos humanos en el interior de Iglesia.” (Iglesia: Carisma y poder. Leonardo Boff). Ello pese a que desde el magisterio se declara que “La Iglesia reconoce a todos el derecho a una conveniente libertad de expresión y de pensamiento, lo cual supone también el derecho a que uno sea escuchado en espíritu de diálogo que mantenga una legítima variedad dentro de la Iglesia.” (La justicia en el mundo, Sínodo de los Obispos. Roma 1971).
Una costumbre que a ratos se arraiga con fuerza en algunas iglesias particulares y que desencadena un conjunto de prácticas nocivas para la vida eclesial, como son la desconfianza, el soplonaje, el chisme, las amenazas, la represión de la libertad individual y la inhibición de la actuación en conciencia.
Esos mismos principios magisteriales han sido nuevamente vulnerados en Chile con el nombramiento impuesto de Juan Barros Madrid como obispo de Osorno. Un triste caso que reveló la ausencia absoluta de diálogo entre fieles y obispos, así como la falta total de respeto hacia las víctimas de graves delitos sexuales contra menores y jóvenes, validando de paso conductas como la complicidad, la obstrucción de la justicia, la mentira, el secretismo y la desfachatez.
Ahora, y gracias a un comunicado del Centro de Estudiantes de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, se conoce con perplejidad que el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati Andrello, ha notificado al teólogo Jorge Costadoat SJ de la no renovación de la misión canónica de enseñar en la facultad de teología de la Universidad Católica. La decisión no expresa ninguna razón valedera que justifique tan severa sanción contra un connotado y reconocido teólogo a nivel internacional.
Con esta medida, la condición fundamental de la libertad teológica queda vulnerada y constituye una medida de amedrentamiento a todos los pensadores e investigadores que se dedican a servir a la Iglesia en la frontera del pensamiento teológico. Surge así una prueba irrefutable de la violación de un derecho fundamental de la persona humana, que se constituye además en una acción coercitiva de la libertad de cátedra.
La drasticidad de la sanción impuesta contrasta con el hecho de que la facultad de teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile se ha convertido, desde hace varios años, en un refugio de varios seguidores de Fernando Karadima, el mayor delincuente de la Iglesia chilena y mentor del obispo Barros Madrid.
Por otro lado, considerando que la investigación teológica de Jorge Costadoat se ha orientado en el último tiempo a prestar un valioso servicio para el desarrollo del próximo Sínodo de la Familia, al que ha convocado el Papa Francisco, la sanción impuesta vulnera el espíritu de libertad que el papa ha pedido a toda la Iglesia para preparar y para iluminar la búsqueda de respuestas pastorales a los desafío que las familias plantean a la Iglesia.
En pleno siglo XXI no hay espacio para este tipo de sanciones, sin infligir un serio daño a la imagen social de la Iglesia, afectando de paso su credibilidad y consecuentemente su misión evangelizadora. Así, los hechos parecen revelar que en algunas iglesias locales se considera más peligrosa la libertad de pensamiento que ciertas conductas delictuales.
Consejo Editorial Revista Reflexión y Liberación
