La línea entre Homero y Joyce: Random de Daniel Rojas Pachas
…este viejo buena onda me dijo en un taller apócrifo, sin fundaciones ni grandes edificios, en una población en que le hicimos clase a unas señoras: “Cuando joven todos los poetas de mi generación querían bajo cualquier vía conseguir y tener en sus manos una copia del Ulises de Joyce, era un fetiche, y Armando Uribe propiciaba esa fijación al hablarnos sin tregua del irlandés. Caminando un día por el centro y al pasar por una librería, le dije a Teillier… […] Bueno, Jorge que era muy atento, escuchó esto que era importante para mí y en realidad para todos, tener y leer ese libro capital que era el Ulises y del cual solo teníamos buenas referencias. Ese texto nos haría mejores observadores, relatores, poetas. Campechano, Jorge no respondió de inmediato, siguió mi diatriba y de pronto de golpe, sin vacilar, impactó diciendo: Gran cosa. Homero no leyó a ese tal Joyce(84).
¿Qué pasaría si aceptamos que el Ulises de Joyce fue influencia directa en la escritura de la Odisea? Si la tradición literaria occidental la entendemos como una línea sucesiva de hitos en la cual Homero se sitúa como el primer hito de importancia y Joyce como uno de los últimos, ¿en qué quedaría convertida esa línea recta sin accidentes que es la tradición literaria occidental? Por supuesto esa línea dejaría de ser una línea recta orientada al futuro para adquirir otras figuras más intrincadas en las que el tiempo, por ejemplo, perdería su carácter imperativo. Si Homero leyó elUlises, esa línea temporal se volvería puro espacio, una superficie plana y expansiva sin mayor concierto que su expansión desbordada, en la que el Ulises y la Odiseaconvivirían uno al lado del otro, en un mismo nivel, aplanado el tiempo. Y si todos los libros comparten lugar, entonces, toda la cultura se vuelve citable porque su manera de relacionarse es por la contigüidad en el espacio; relación por la cual los libros podrían a la vez definirse y dispersarse.
Este ejercicio que hemos hecho parece ser de ciencia ficción, pero es más real de lo que creemos. Nuestra cultura contemporánea pareciera moverse en esos sentidos, no ya hacia adelante (un libro a la vez, un disco a la vez), sucesivamente, sino hacia todos lados al mismo tiempo, una vez que el pasado y la historia se nos han ofrecido en su apertura fatal que juega a hacer enteramente disponibles sus elementos para el presente (Sergio Rojas). Quizás esta apertura de la tradición y la historia como espacio no sea ya más que un cliché o, de manera ilusoria, no sea pensable y decible sino a través de incontables clichés, como ese cliché de la falta de originalidad tan dado al escepticismo contemporáneo:
En la contratapa del libro, leemos:
Fijémonos solo en un procedimiento. Ese yo personaje que actuaría como conciencia meta-narrativa (esa conciencia que puede ordenar el mundo y crear jerarquías), cuando aparece, lo hace en cursivas, como si esa voz que en principio leemos como voz articuladora fuera en realidad un cita.
¿Qué haría, entonces, suponer que esas historias intercaladas sean “vidas imaginadas” y no la otra historia, la historia de quien escribe? Me pregunto, ¿no será la huella del yo como cita suficiente evidencia de que esa historia es la vida imaginada?
¿Por qué no pensar que esas vidas inasibles, inarticuladas y siempre diferentes se parecen más a la realidad, precisamente inasible, inarticulada y diferente, como pareciera ofrecérsenos a nosotros? Descansa bajo esa atribución de “vidas imaginadas” a las historias discontinuas una idea de la realidad o del realismo que infecta el trabajo de la ficción (Soulages).
Como muchos narradores contemporáneos, pienso en Cladia Apablaza, por ejemplo, quizás Daniel Rojas Pachas nos intente decir algo a este respecto: así como no hay una línea recta entre el nacimiento y la muerte, entre Homero y Joyce, no hay una vida verificable detrás de la ficción y lo real, es obvio, no es más que ficción.
- Rojas, Sergio (2001). Materiales para una historia de la subjetividad. Santiago de Chile: Editorial La Blanca Montaña.
- Soulages, François (2010). Estética de la fotografía. Buenos Aires, Argentina: La Marca editora.