22 - noviembre - 2024

El perro Chagual, la última mascota de Salvador Allende, se despide de su amo el 11 de septiembre de 1973

chaSalvador Allende tuvo varias mascotas en su vida. Su última mascota fue su fiel  perro Chagual. En la alabada novela “Allende, el retorno” de Omar Pérez Santiago, la figura de Allende regresa después de 40 años de la muerte y en un capítulo del libro se cuenta como el presidente Allende vive los últimos y conmovedores momentos con su perro Chagual. “En medio de su mayor responsabilidad ética e histórica, Allende, en un momento de espontánea solidaria alegría, se detuvo y esperó para despedirse de su perro. El perro llegó y se paró en dos patas, y, con su vitalidad de siempre, le pasó la lengua por el rostro a Salvador Allende.”


 

EL PERRO CHAGUAL

 De la novela “Allende, el retorno”, Omar Pérez Santiago.

El que acaricia a un animal dormido

Los justos, Jorge Luis Borges

 

Había un fragante olor a canela en la casita de Allende.

En Santiago, en el invierno de 2013, hacía un frío polar que bajaba de la cordillera de Los Andes y Salvador Allende preparaba un vino navegado con clavos de olor, rodajas de naranja, canela y azúcar, que llenaban el ambiente de un grato aroma cálido. El gato Bakunin dormía sobre el escritorio.

Sonó la puerta.

—Toc, toc, toc

Bakunin se despertó y levantó la cabeza.

Era Salomé.

La mujer le traía de regalo sorpresa a Salvador Allende: un magnífico perrito, un vivaz cachorro de raza collie.

Era el día del cumpleaños de Salvador Allende, el día 26 de junio de 2013.

Allende se emocionó.

—¡Un collie!

El cachorro salió corriendo hacia Allende y Allende lo levantó y el perro travieso le lengüeteó la cara. A Allende se le mojaron los ojos de la impresión. Allende quería a los perros. Allende amaba espontáneamente a las mascotas y tenía facilidad para unirse a ellos.

Pero el gato Bakunin se excitó abruptamente y observó de mal modo al cachorro desde arriba. Aquí podría haber problemas.

Salomé y Salvador bebieron un poco de vino navegado y Allende, jugueteando con ese cachorro en sus brazos, recordó a su viejo perro, la mascota de su otra vida.

—Lo llevé cachorro a mi casa de Guardia Vieja, para mis tres niñas, y le puse por nombre Chagual. Naturalmente se convirtió en un miembro más de la familia. Nos acompañaba a todas partes y al final creo que se me parecía. Chagual estaba ya viejo el día once de septiembre de 1973. Yo salí a las 7:15 de la Casa de Tomás Moro para tomar el Fiat 125 que me llevaría a La Moneda. Y el viejo Chagual vino corriendo hacia mí.

En medio de su mayor responsabilidad ética e histórica, el presidente Salvador Allende, en un momento de espontánea solidaria alegría, se detuvo y esperó para despedirse de su perro. El perro llegó y se paró en dos patas, y, con su vitalidad de siempre, le pasó la lengua por el rostro a Salvador Allende.

—En ese beso sentí el amor incondicional.

Como si el perro comprendiera que Allende esa mañana pasaría a la eterna gloria, lo lamió por segunda vez, levantando los negros lentes de carey de Allende. Salvador Allende se sonrío de gusto y contento. Se querían, se amaban desde que Chagual era un cachorro. Al último ser que Allende vio al salir de la residencia de Tomás Moro, fue a su fiel perro.

Allende, con la nostalgia del recuerdo, pasó un par de horas revisando internet sobre cosas que se habían escrito sobre él y buscó y buscó en muchas notas de internet, algo que le dijera que había pasado con su perro Chagual.

Pero, ningún sitio decía nada sobre el destino incierto de Chagual. Muchos libros y sitios hablaban de las frivolidades de Allende, de su gusto por la ropa fina, por los tragos caros, de sus gustos por el arte. Otros abundaban en detalles sobre el amor de Allende por las bellas mujeres. Pero, ningún libro, ni los más íntimos, mencionaban que había pasado con su perro Chagual.

Cuando se fue a la cama el cachorro estaba durmiendo plácidamente en los pies de la cama.

De “Allende, el retorno”, Omar Pérez Santiago.

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