Me llaman desde Suecia.
Ring.
Son más de las cuatro de la tarde.
Un amigo periodista desea saber qué pasa en Chile y qué pasó en Valparaíso con los dos estudiantes muertos.
Es la primera noticia que tengo, le digo.
A mediodía anduve hoy en el centro de Santiago y vi pasar a la multitudinaria y combativa marcha frente a la Universidad de Chile. Tomé la foto.
Llevan años marchando. Es algo surreal.
10 años.
La primera vez que los vi pasar aquí frente a la Universidad de Chile, mi universidad, fue el 2005. Miles y miles han pasado por aquí mismo, numerosas veces pidiendo educación gratuita.
Y vuelven a pasar. Y vuelven a pasar.
Después que tomé la foto de la marcha de los estudiantes, busqué por las librerías un libro de Karl Ove Knausgård, un autor que hace tiempo tengo ganas de leer. Después me fui a almorzar, una sopa de verduras y un cebiche. Mientras hojeaba el libro Mi lucha de Knausgård, novela autobiográfica.
Salía del restaurant. Entonces recibí la consulta desde Suecia.
Qué pasa en Chile?
Entonces me enteré que, mientras almorzaba, las cosas habían terminado de la peor forma para los estudiantes.
Un joven sin control de sus pulsiones agresivas baleó con una 9 mm a dos estudiantes que murieron en el hospital.
Consternación.
Ayer al atardecer me había reunido con amigos en una tertulia usual. Y creo que hablamos sobre el malestar cultural, la sensación que algo anda mal en Chile.
A esta hora de la noche, 21 horas, mientras escribo esto, marchan miles por las calles. Ponen velas. Piden justicia.
Leo a mis amigos en las redes. Congoja. Preocupación.
Algo no está bien en Chile.
Los estudiantes llevan 10 años marchando.
Y vuelven a pasar. Y vuelven a pasar.