Art Spiegelman, autor del legendario Maus, visita Comicópolis, el festival internacional de historietas que se realiza en Buenos Aires, Argentina, desde el 17 al 20 de septiembre. Spiegelman es uno de las padres fundadores de la historieta adulta norteamericana, un ícono de la revolución de la historieta, o la novela gráfica, desde mediados de la década del ‘80”. Aquí reproducimos su trabajo sobre las Biblias de Tijuana, los primeros comics eróticos norteamericanos, en versión de Omar Pérez Santiago.
Esos pequeños comics sucios, los dirty comics
Los cómics traen el pasado a nuestro radar crítico y nos dan directamente la identificación. Puede ser que las cualidades diagramáticas reduccionistas del cómic concuerdan con el modo en que el cerebro clasifica información. Esta facilidad subversiva para ingresar en las grietas más profundas de la psique nunca ha sido demostrada más claramente que en el género de los folletos de cómics, a veces conocidos como Las Biblias de Tijuana, que florecieron desde los años treinta. Eran alegremente pornográficos y categóricamente ilegales.
Desde la perspectiva actual, las primeras Biblias de Tijuana son una mixtura rara de libertinaje e inocencia. Quizás porque el ambiente sexual obrero en que fueron creadas era tan opresivo, que las Biblias de Tijuana, en general, no se aventuraron en los dominios del vicio sadomasoquista de mucha de la actual cultura popular, que admite pornografía extrema. La Biblias de Tijuana parecen maravillarse en la idea del sexo. ¡Un pasaje de «El mal de Portnoy» de Philip Roth captura perfectamente su tono adolescente: ¡Alucinante! ¡Asombroso! ¡Todavía no puede superar la idea fantástica que cuando uno mira a una chica, uno mira alguien que garantiza tener un coño! ¡Todas tienen un coño! ¡Bajo sus vestidos! ¡Coños – para tirar!
Padre del comix underground
Fue durante los maravillosos Años Psicodélicos de mi tardía adolescencia, cuando empecé a trabajar como dibujante de cómics underground, que, por primera vez, fui expuesto al genuino underground de los cómics sexuales del pasado –pero, gracias a las referidas drogas psicodélicas, no puedo recordar las circunstancias exactas. Sé que algunos de mis cohortes un poco más viejos y más sabios de comix underground como Robert Crumb (1943, USA),S. Clay Wilson (1941, USA) y Justin Green (1945, USA) habían leído estos folletos en la niñez, pero para la mayoría de ellos no eran un momento clave en su desarrollo como artistas –era un momento más en su desarrollo de adolescentes. Las Biblias de Tijuana no eran una inspiración directa para la mayoría de nosotros; ellas eran una condición previa. El cómics que galvanizó mi generación –los primeros Mad, los cómics del horror y la ciencia ficción de los cincuenta- fueron hechos, en su mayor parte, por tipos que habían sido deformados por las pequeñas Biblias.
Las Biblias de Tijuana fueron las primeras revistas de cómics en América, más allá de la mera reimpresión de las viejas tiras periodísticas, y el formato era anterior, en cinco o diez años, al formato que nosotros ahora reconocemos como revistas de cómics.
Sin las Biblias de Tijuana nunca habría habido una revista Mad -que trajo una actitud irónica nueva en los medios que llegó a ser omnipresente- y sin Mad nunca habría habido un comix underground iconoclasta en los años sesenta. Mirando el pasado desde el hoy, un tiempo simultáneamente más liberado y más represivo que las décadas anteriores, es difícil de evocar la carga de profundidad anárquica de lo Prohibido que traían ésos pequeños dirty comics.
Arte preindustrial
A causa de su existencia genuinamente underground hay sorprendentemente pocos -perdonen la expresión- datos duros disponibles acerca de las Biblias de Tijuana. Mucha de mi información viene de hablar con personas que los recuerda de su disipada juventud, de una tesis de master para la Universidad de Washington escrito por Robert Gluckson en 1992, y de varias colecciones más o menos sórdidas de reimpresiones de editores marginales que encontré en tiendas de pornografía en los inicios de los años setenta. Estos venían llenas de introducciones especulativas de sociólogos, sexólogos, psicólogos, o posiblemente podólogos -cualquiera que tuviese estudios de filosofía y letras o un BA y cuyo nombre “redimía socialmente el valor» de lo que, de otro modo, quizás podría aparecer como simples revistas picantes. Yo nunca soñé que algún día maduraría para llegar a ser en un investigador de esta especie de prosa preindustrial.
Para escribir este ensayo leí cerca de 300 Biblias de Tijuana de los 700 a 1.000 que se estiman haber sido publicadas, y debo confesar que, como el aplauso, estos cómics son mejores en dosis pequeñas. Puede ser debido a su, digamos, devoción directa por un tema, aunque las Biblias no eran menos repetitivas que el gato que da golpes reiteradas con un ladrillo, como ocurre en la obra maestra de tira periodística, Krazy Kat de George Arriman (1880-1944)
Cómic clandestino
Las Biblias de Tijuana probablemente no se produjeron en Tijuana (ni en La Habana, ni en París ni en Londres, como algunas de las portadas sugieren), y ellas obviamente no eran Biblias. Las Biblias fueron producidas clandestinamente y distribuidas en folletos pequeños que relataron las aventuras sexuales explícitas de admirados personajes de la historieta, de las celebridades y de los héroes populares norteamericanos. El formato standard era de ocho páginas mal impresas de 4 pulgadas de ancho por de 3 de alto, en negro (o azul). Ocasionalmente había libros de otros tamaños y formatos, los más notables fueron un número épico y raro de dieciséis páginas -e incluso de treinta y dos páginas.
Estas revistas podrían haber sido llamadas las Biblias de Tijuana como un pre-Nafta alegremente sacrílego en contra de los mexicanos, para lanzar a agentes del FBI tras el rastro, o porque los pueblos fronterizos de la Costa del Oeste eran un suministrador importante de todo tipo de pecado.
En otras regiones de norteamérica las Biblias fueron conocidas también como Eight-Pagers, Two-by-Fours, Gray-Backs, Bluesies, Jo-Jo Books, Tillie-and-Mac Books, Jiggs-and-Maggie Books, o simplemente Fuck Books.
Empezaron a aparecer a fines de los años veinte, prosperaron durante los años de la Depresión, y declinaron después de la segunda Guerra mundial.
Matute cultural
En su apogeo las Biblias de Tijuana eran muy difundidas, un verdadero medio masivo, y pasaban de mano en mano. ¡Uno de los ayudantes de uno de los grandes dibujantes de cómics norteamericano, Al Capp (1909-1979), recuerda que cuándo Al Capp creó «Li´l Abner» estaba preocupado de saber si su cómic tendría éxito o no, pero él dio un enorme suspiro del alivio cuando su personaje apareció pirateado en una Biblia de Tijuana. ¡El había triunfado!
La distribución de la Biblias eran estrictamente de contrabando, y fueron vendidos en patios de colegios, en los garajes, y en las peluquerías. Nadie, por supuesto, puede decir con certeza cuanto era el tiraje, pero se estima en un rango de un millón, teniendo en cuenta que estos artículos ilícitos podrían ser pirateados por cualquiera que tuviese acceso a una imprenta pequeña (o aún, para algunas ediciones, el mimeógrafo). No aparecen registros de editores ni artistas procesados, aunque compradores y vendedores fueron arrestados ocasionalmente. No es claro si estas publicaciones eran operaciones limpias o si realmente estaban controlados por el crimen organizado.
Dibujantes
Cuándo Will Eisner (1917-2005), el decano de los artistas de cómics norteamericanos y creador de Spirit, aún era un joven inocente y trabajaba en una imprenta de Nueva York, él recuerda que se le solicitó dibujar Biblias de Tijuana por $3,00 por una página, por «un tipo de Damon Runyon, con dedo meñique lleno de anillos, nariz rota, camisa negra, y corbata blanca, que dijo tener los derechos exclusivos de la distribución para todo Brooklyn.» Los dibujantes de las Biblias eran anónimos, y no incluyeron a Will Eisner (que rechazó la lucrativa oferta de empleo como «uno de las decisiones morales más difíciles de mi vida») ni a los verdaderos creadores de las tiras periodísticas originales.
El artista que solo y a mano colocó la vara para todos los demás, generando mucho más trabajo que docenas de otros expertos en el área, fue conocido recientemente como «Mr. Prolific» (así nombrado en los cuatro volúmenes de Sex in Comics de Donald H. Gilmore, Ph.D.) o, por algunos aficionados, como » Square Know”. El ha sido identificado últimamente como «Doc» Rankin por el sexólogo Gershon Legman, que dice haberlo encontrado en una librería barata de Scranton a mitad de los años treinta. Rankin, un veterano de primera Guerra mundial, dibujó tiras cómicas de destape para revistas destinadas a alentar a ex-soldados retornados de las costas liberadas de Europa. Su editor, Larch Publications, producía libros a color de chistes para tiendas de novedad y magia y podría haberse extendido posiblemente a producir material hard core de contrabando.
El clásico de Doc Rankin , «The Love Guide«, con Mae West y una selección de todas las estrellas del cómic, aparece en las páginas de varios «Adventures of a Fuller Brush Man«. El estaba por sobre la mayoría de los dibujantes competentes, dibujando imágenes creíbles en complejas posturas con golpes elegantes de pluma. Este tipo era suficientemente bueno para ganarse la vida honestamente, si lo deseaba. Gozaba visiblemente de su trabajo, era un valor, a menudo agregando bromas y personajes extras en viñeta tras viñeta.
El otro creador de Eight-Pagers que yo puedo nombrar es el que produjo una serie de folletos que inmortalizan World’s Fair en 1939. Aunque dudosamente identificado como Donald H. Gilmore, Ph.D, yo reconozco claramente la mano de Wesley Morse (1897-1963, USA) un artista que encontré brevemente hace años cuando empecé a trabajar para la Topps Chewing Gum Company. Aunque sus Eight-Pagers a menudo se apuran y son superficiales, dibujado por alguien más interesado en el dinero que hacerlo estupendo, los dibujos tienen una caligrafía y un charmoso fluir en libertad. A los inicios de su carrera, Morse había dibujado tiras cómicas para el New York Graphic, y logrado algún éxito como un dibujante de cómics, pero aparentemente había pasado por dificultades económicas por los años treinta. En los años cincuenta alcanzó el apogeo de su carrera, dibujando Bazooka Joe, revista que venía envuelta alrededor de un chicle Bazuca.
Rústico Mr Dyslexic
Los nombres del resto de los artistas de la Biblias de Tijuana han resbalado en las grietas olvidadas de la historia y son conocidos ahora sólo por sus rarezas e idiosincrasias estilísticas. Este es el caso de «Mr Dyslexic», uno de los artistas de después de la segunda Guerra mundial (el período decadente del género). El no tiene sentido de la correcta progresión narrativa de izquierda a derecha y coloca constantemente sus figuras o sus globos (y a veces ambos) fuera de la secuencia. Mediante su ejemplo negativo muestra las dificultades escondidas del arte del cómics. Dibuja rudimentariamente, ciertamente no puede deletrear, y, como dibujante de cómic, me produce la misma fascinación que un accidente de tráfico realmente desagradable quizás le produzca a un conductor de autobús. (Actualmente, la indiferencia de Mr Dyslexic por el oficio es una muestra típica de un descenso general en la artesanía que ha marcado el progreso del siglo, pero pospondré esa discusión para alguna otra ocasión.)
Mr. Prolific probablemente nunca ganó estrellitas en la escuela por su ortografía y ocasionalmente tropezó con palabras difíciles como feud y thei, pero sólo el inculto Mr. Dyslexic podría escribir con tantas faltas de ortografía.
Hay además un espíritu maligno en la misoginia, xenofobia, y racismo de Mr Dyslexic que no se compara con la misoginia, la xenofobia, y al racismo bastante dulce de muchas de las primeras Biblias de Tijuana. Uso la palabra «dulce» prudentemente, ya que la mayor parte de los Eight-Pagers exudan inocencia.
Tipas cachondas
Las Biblias de Tijuana o los Eight-Pagers traficaron con estereotipos. Pero el estereotipo era un virus que infectó todos los estratos de la cultura popular norteamericana, incluyendo las películas, los shows de la radio, y las historietas que ellos parodiaron. De hecho, desde que las tiras cómicas son un lenguaje visual, el estereotipo es el componente básico del arte de tira cómica.
Los dibujantes de cómics pueden vencer esta limitación aparente y a menudo logran complejidad de pensamiento, pero es útil mirar las Biblias de Tijuana como modelos de laboratorio de la historieta en su formato básico. Hay una buena unidad de forma y contenido en estos libros: pornografía y tiras cómicas tratan ambos acerca de cómo desnudarse con dignidad; ambos dependen de la exageración; y ambos despliegan lo qué Susan Sontag, en «La Imaginación Pornográfica,» llama «un teatro de tipos, nunca de individuos.»
Debido a su foco monotemático, hay una paleta de arquetipos aún más limitada en las Biblias de Tijuana que en los actuales cómics de los periódicos. Las mujeres pueden ser brillantes o estúpidas, inocentes o experimentadas, pero todas son cachondas al punto de la insaciabilidad. El asunto principal es si juegan ese rol únicamente por placer y por diversión y por lucro. Los hombres, guapos o (más a menudo) feos, son limitados a viejos cachondos o jóvenes cachondos. Aun, cuando son más efectivos, los personajes de los Eight-Pagers permanecen creíbles debido a sus contrapartes legitimadas en los medios. Harpo Marx es tan alegre e ignorante en estos cómics, como él lo es en las películas. El mayor Hoople era siempre un fanfarrón en los papeles chistosos, y era más literal en estas revistas. El deseo colonialista implícito en Tarzán sólo se hizo más transparente cuando puso nocaut a un salvaje que deseaba violar a una diosa blanca, pero que luego él mismo usa.
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