Tiene sólo 18 años.
Ya vendió más de 100 mil copias de su primer libro de poemas. En algunos meses. En Dinamarca, un país que tiene algo más de 5 millones y medio de habitantes.
Ya ha sido traducido a varios idiomas. Será la estrella en la Feria del Libro de Leipzig esta semana en Alemania. Está amenazado de muerte. Dos policías lo protegen. Es danés. Pero de origen árabe.
Se dice que la poesía no vende.
Se dicen tantas leseras sin lógica.
Aquí hay un ejemplo categórico de lo contrario.
La poesía es mayoritaria. Si es buena y si es atingente. Yahya Hassanvende mucho. También recibe el apoyo de la crítica literaria en todas partes. Y la atención de la prensa y la televisión. Ya ha sido traducido al sueco y al alemán.
Un rockstar.
Ha nacido un genio.
Yahya Hassan, este joven talento, no fue a la Universidad a leer poesía. No tomó talleres. No participó en festivales y seminarios literarios. No convivió con el editor o la chica que hace crítica literaria. Vivía con criminales todo el día, en arrabales aburridos, descascarados, con niños que entran y salen de las instituciones carcelarias del Servicio de Menores. Se crio en un suburbio de Aarhus, en una familia de inmigrantes. Rapeaba en las esquinas con sus amigos. En el rap aprendió a encontrarle ritmo a sus textos.
El libro tiene un único título: “YAHYA HASSAN «. Su tema es una familia patriarcal, un padre abusivo, poemas sobre violencia intrafamiliar. Robos, robos de autos y entradas y salidas de patronatos de control social. Hassan ha dicho que está ahíto de la generación de sus padres. Enervado de la flojera y su religiosidad hipócrita. Enervado que legitimen la patria potestad sobre los niños y el poder del macho.
Adiestrado en el ritmo y la musicalidad del rap. Harto de toda una vida en los suburbios, en los ghettos de inmigrantes de Dinamarca. El joven revisa su historia. La escribe con mayúsculas. Grita. Muestra una vida en la parte baja de la sociedad, en un barrio duro y segregado de Aarhus, páramos culturales.
No pretende representar a nadie. A sí mismo, quizás.
Hassan es auténtico. No atenúa. Es directo. Es descortés.
Lo han amenazado de muerte.
Lo acusan de racismo. Ahora él está protegido por la policía. Gente de extrema derecha lo aplaude, otros lo odian profundamente.
Es como si un muchacho mapuche escribiera poemas sobre un padre mapuche borracho, flojo, violento con su mujer y su hijos. Un poeta mapuche que considere la religión de su padre como supersticiosa. Apuesto que aquí se enojarían también los conservadores. Los vigilantes de uno u otro lado, de uno u otro color.
O como cualquier joven poeta chileno que critique a su padre o a su abuelo por golpeador y a su madre por pechona.
Tal como lo hizo una vez la otra leyenda punk de la poesía danesa, la otra gran revolución en los años 80, el gran anarquista, dadá, punk, Michael Strunge. En un corto tiempo. Porque las cosas intensas no pueden durar mucho. Publicó 11 libros y revolucionó la poesía. Desde la furia, desde la musicalidad de la música punk, desde un suburbio de Copenhague, aburrido de su barrio azote.
Así Yahya Hassan bronca su furia, como en este poema.
YO YO SOY EL HIJO LOCO
YO YO HE CAMBIADO LOS BUZOS DE JOGGING
POR CIVILIZADOS Y MODERADOS
JEANS PITILLOS
YO YO LES HAGO LA GUERRA CON PALABRAS
Y USTEDES USTEDES RESPONDEN CON FUEGO
YO YO SOY KAFIR YO SOY MUNFIQ
YO YO SOY PERRO
YO YO SOY SUCIO
MI ALMA POBRE
Y POR SOBRE ESTOS ACTOS ATROCES
YO DESCANSO BAJO EL SOL DE PRIMAVERA
Fuente Jardines errantes