El día 23 de agosto de 1984, agentes de la CNI esperaban a Juan José Bomcompte para matarlo. Estaban frente de su casa en el número 643 de la calle Rubén Darío, en la Población Corvi de Valdivia . Sin embargo, Boncompte, 31 años, padre de dos hijos, economista, dirigente del MIR, no salió ese día. Los agentes matarifes vuelven al otro día, dirigidos por: Boehmwald Soto, Ema Verónica Ceballos Núñez, Luís René Torres Méndez y los esbirros Patricio Castro, Pedro María Rojas Vásquez, Zinaida Lena Vicencio González, Aquiles Poblete Palominos y Carlos Alberto Ejía López. Pasado mediodía, ingresan al domicilio por la puerta principal. Varios comandos armados cercaron la casa y toda la cuadra. Entonces le metieron 22 balas a Juan José Bomcompte.
Televisión Nacional contó mentiras inverosímiles en su “cobertura exclusiva» sobre estos hechos. Un montaje burdo del alevoso crimen. Trajeron “utilería extremista”, panfletos, armas. El montaje periodístico del supuesto “enfrentamiento” incluyó la cobertura en exclusividad para Esteban Montero de TVN. Esteban Montero, el reportero policial de TVN estaba al servicio de la CNI. Fue uno de los periodistas que cubrían policía y tribunales. La DINA lo adiestró en una disciplina que llamaba “Inteligencia de la Información”, con clases que se impartían una vez por semana, desde tempranas horas de la mañana, en sus instalaciones de La Rinconada de Maipú.
Por órdenes de los jefes locales de la dictadura, en Valdivia los esbirros cerraron el acceso a la casa a la prensa local. Además, ocultaron información relevante a los periodistas de verdad. El Colegio de Periodistas de Chile protestó enérgicamente. La valiente protesta de los periodistas nunca fue difundida.
Pero la mentira al final quedó en evidencia. El juez don Carlos Aldana Fuentes, Ministro en Visita Extraordinaria, estipuló que fue homicidio calificado, el año 2010.
Eladio Washington Ilabel Poblete, vecino del sector, señaló que el día de los hechos vio como un taxi negro se estacionaba frente a la casa de Boncompte. Se bajaron cuatro individuos, tocaron la puerta y entraron. Pasados uno o dos minutos, sintió varios disparos: “Por curiosidad me subí al techo de mi casa y observé que salió un hombre corriendo hacia el sitio (patio trasero) y fue acribillado a balazos por varias personas, pues venían muchas desde el frente de la casa. También recuerdo que una mujer armada se acercó al cuerpo de la persona baleada y le levantó la nariz, escuchándole decir: ‘Era bonito el huevón’, como riéndose, y luego con su arma le disparó” .
Según la autopsia, Boncompte tenía 22 impactos de bala: nueve en el tórax, cuatro en el brazo y dos en el antebrazo derecho; tres en el muslo derecho, tres en la pierna izquierda y uno en la cara.
Narda Flandes, también vecina de Boncompte, señaló que uno de los sujetos que le disparó lo dio vuelta con el pie para que quedara boca arriba y junto con otros “echaron su cuerpo en una bolsa. Salí del lugar, corriendo hacia la esquina para seguir mirando. En ese lapso vi cuando sacaban una niña embarazada y la subieron al furgón”.
En la declaración que prestó el 5 de octubre de 1990 para la Comisión de Verdad y Reconciliación, la viuda de Juan José Bomcompte, Inés Díaz Vallejos señaló:
Yo, Inés Díaz Vallejos, nacida en Quillota, ciudadana chilena, con fecha de nacimiento 25 de abril de 1952, carné de identidad 7.152.059-5, Santiago, de profesión profesora, con domicilio actual en Sodra Ledningsgatan 39, Lilla Edet, Suecia, vengo a declarar que:
1) Aproximadamente a las 16 horas de ese día se hizo presente en nuestro hogar un grupo de personas vestidas de civil. Algunas portaban un brazalete que los identificaba como miembros del Ejército. Esas personas ingresaron en nuestra casa cuando yo abrí la puerta. Mi compañero, Juan José, quedó en el dormitorio. Yo fui agredida por cuatro o cinco de las personas que ingresaron y fui tirada en el piso de la sala de estar. Estando allí tirada escuché que se disparaban armas de fuego dentro de la casa. En esos momentos fui sometida a malos tratos por un grupo de esos individuos. Estos me exigían respuesta a preguntas de donde habría armas, explosivos, etc. Yo respondí que no tenía conocimiento alguno acerca de esas cosas. Estas personas insistían que respondiera y para ello me sometían a golpes y patadas en todo el cuerpo. Debo destacar que cuando esto ocurrió estaba embaraza de 28 semanas. Yo convivía con Juan José y él es el padre de mi hija.
Después de algún rato fui retirada de la casa y llevada a instalaciones policiales en Valdivia. Ese mismo día, casi al anochecer fui trasladada nuevamente, esta vez a la cárcel de hombres de Valdivia. Allí permanecí, siempre incomunicada. Esto duró seis días (aunque permanecí) detenida hasta la semana del parto en noviembre de 1984, sin que se me acusara o condenara.
2) El 28 de noviembre de 1984 nació mi hija Javiera, afectada de tetraparecia espástica generalizada. Esto implica un estado de impedimento físico total que es irreparable. Mi hija no está en condiciones de usar ni piernas ni brazos, tampoco puede hablar. El impedimento es de carácter físico. La capacidad mental de mi hija está intacta, con un evidente grado de inteligencia. Todas las evaluaciones médicas indican sin lugar a dudas que la incapacidad física es debida al maltrato que recibí el 24 de agosto de 1984.
Esta es lo que escribió también Inés Díaz Vallejos sobre su hija, Javiera Bomcompte:
“Tú nunca me vas a olvidar”, me dijo un día Juan José. Mi primera sensación fue “qué engreído es este hombre”; fue después de verificar la ecografía de mis doce semanas de un embarazo tan deseado y esperado. Él fue muy preocupado de mi alimentación y la del futuro bebé: “tú llevas algo mío en tú vientre”. Entonces entendí su primera reacción, después de conocer los resultados ecográficos.
Nuestra pequeña nació con 3,30 kg y 49 cm. Se llevaron mi bebé inmediatamente a un cuarto piso y yo quedé en una camilla en el corredor del hospital, con mucho frío y una soledad inmensa. Estaba completamente sola, sin que nadie me preguntara cómo me sentía, si era dolor después de la cesárea, o el dolor de no contar con Juan José, seguramente ambas cosas. Habíamos planeado la llegada de nuestra hija, él estaría allí en el hospital, esperando para dar la bienvenida al fruto de nuestro amor.
Nos vimos obligadas a abandonar el país, ya que mi vida estaba en peligro. Un sacerdote me preguntó si quería que mi hija quedara sin madre también, porque yo no quería irme, no quería desarraigarme de mi querido Chile. Entonces acepté: también era la vida de mi hija y su futuro.
Agradecida de Suecia, el hermoso país que nos acogió, desde el inicio sentí que trataban a mi hija como persona y no como un mueble. Así mi Javiera fue desarrollándose poco a poco, de acuerdo a sus capacidades motoras e intelectuales, con la ayuda de materiales didáctico y otros, y un personal auxiliar con tremenda humanidad para atenderlos; siempre estaré muy agradecida por esa tremenda generosidad y respeto hacia los discapacitados.
Javiera vive con un 100% de daño físico, pero su intelecto no está tan dañado. Fue a una escuela especial para discapacitados, todos iguales a ella, con programas oficiales del Ministerio de Educación sueco. Es así que ella, en segundo año básico, ya mostraba gran habilidad para las matemáticas; su profesora decía que era una pequeña calculadora, yo lo puse en duda y se lo hice saber a su profesora. Fui invitada a su clase: qué orgullosa me sentí, porque ella quería que yo lo supiera y trabajaba sin nerviosismo y muy segura y concentrada. Y no solamente sumas y restas, ya sabía el abecedario sin dificultad.
Debo contar que ella, desde el primer año de escuela, estuvo internada a 55 km de casa, ya que en nuestro pueblo sólo tenemos escuelas para alumnos normales. En todas las sociedades existe la burla hacia los que no son como el resto, y yo no quise que sucediera aquello. Por eso, decidí que participara con sus iguales; y no me equivoqué en lo que me indicaba mi experiencia pedagógica.
Javiera siempre ha sido una niña agradecida de la vida y de las personas que trabajan con ella. Tiene una sonrisa encantadora, para ella cada día es una fiesta; tiene mucha paciencia inclusive con su madre; es tremendamente sociable, ama la música clásica, el teatro, disfruta del humor aún cuando es negro, le gusta bailar, cantar, todo de acuerdo a su capacidad física. Es muy entretenido vivir con ella.
A ella le gusta mucho el grupo “Sol y Lluvia”, sobre todo la canción “Adiós General”. Le gusta mucho la música folklórica y las canciones de protesta; se las sabe casi todas. Ella no puede hablar, pero se expresa corporalmente. Para comunicarse, Javiera utiliza un sistema especial de comunicación llamado “Sistema Bliss”, en el que cada símbolo tiene su significado, y una gramática diferenciada por colores, con pronombres, adjetivos, verbos, sustantivos y preposiciones; en sus lentes tiene una lámpara láser y con ella va indicando sus respuestas o preguntas.
Ella, después del liceo, fue a estudiar a una escuela superior que tiene cursos para discapacitados. Estudió música tres años; es lo que ama, todo tipo de música adaptada para ellos; ahí lo pasó muy bien y disfrutó al máximo sus capacidades intelectuales y sociales. También es enamoradiza y estoy contenta de que disfrute su juventud, no importa donde esté sentada, es una cuestión de actitud.
Hoy vive conmigo, no sé hasta cuándo. En todo caso, tiene derecho a elegir su camino, porque esta sociedad la protege como individuo en sus decisiones.
Javiera Josefina sabe las razones por las que su padre no vive con ella, sino en el cielo. La imagen de su padre es sagrada y lo admira y lo ama a su manera: cuando tiene dificultades inclina sus ojos al cielo tratando de comunicarse con él. Él es muy importante en su vida y todos los días; pero sabe que él nunca volverá a la tierra.
Javiera sabe que los culpables fueron de la dictadura, y principalmente el asesino Pinochet: se irrita mucho con su fotografía. Sabe también que los asesinos de su padre y quienes causaron su discapacidad, nunca han sido castigados y que siguen impunes en la “democracia” chilena.
A 25 años del asesinato de Juan José Boncompte, exigimos juicio y castigo a los culpables, hasta después de muertas.
Inés Díaz, viuda de Juan José Boncompte.
Suecia, agosto de 2009.
Fuente: Alfa Carbón 1: La Operación Albania del sur, Ciper Chile y www.valdivianoticias.cl.