Autor: Sergio Badilla Castillo, Puerto Cultural de Valparaíso.
La idea del regreso es una de las imágenes recurrentes de la literatura, desde la Odisea de Homero, donde el hèroe: Ulises tiene la obsesión del retorno a Itaca, no para volver a ser el soberano majestuoso, sino para repetir una vida que le fue placentera, una relación de existencia armónica y singular.
Algo similar podría mencionar, al mismo tiempo, sobre la imagen del regreso, respecto a lo que invoca el estoicismo, como antepasado del eterno retorno, es decir de esa extinción que se recrea como representación ficcional y filosófica. De acuerdo con esta circunstancia metafísica, retomada más tarde por Nietzche, sobretodo en la Gaia Ciencia, que no sólo son los sucesos importantes los que se repasan, sino también los pensamientos, las abstracciones, las emociones e ideas, de manera permanente, en una recreación perpetua e infatigable.
Los teóricos de la novela con una cadencia sicológica creen que la concepción de la ficción del regreso es también una encarnación moderna de la épica, al reanudar el concepto de entrega de un relato de la hazaña de un personaje que, aún siendo una figura común, por sus atributos representa los ideales y valores éticos de toda una sociedad
“El viejo que subió un peldaño” esta obra que hoy nos convoca, en este recinto donde otrora se confinaba a los que incumplían, de cierta forma, la ley, nos ubica ante un músico de excepción que, alejado de los espacios de representación, durante un largo tiempo, por una deliberada decisión de retiro personal y, golpeado por su decaimiento corporal, se ve enfrentado al público en una nueva oportunidad, en un inevitable desafío respecto de la validez de la vida; y quiero citar a Nietzche en su Zaratustra para refrendar estas sentencias: “Únicamente por medio de la comprensión de que el “eterno retorno” abarca tanto las frustraciones así como también las victorias se consigue “resucitar” de la etapa de trance”. Y, en esto, el personaje central de la obra de Jorge Calvo, sabe que, es necesario resucitar, aunque también sabe cabalmente que por su condición se arriesga a arruinar lo sublime de su pasado, de mancillar su dignidad al haber sido un personaje épico en una época de represión y fastidio y haber salido con la frente en alto.
El retorno al escenario es objeto de largas cavilaciones y duda, pero en su pecho está la incitación al vértigo, a riesgo de no volver a repetir esa fama y de quedar aprisionado en lo grotesco en un regreso efímero al que lo empujan sus viejos camaradas del grupo musical.
Al principio “El viejo que subió un peldaño” será rotundo en rechazar esa posibilidad y observará la realidad con una desconfianza borgiana en esa mirada que asedia con su apéndice de tiempo circular o con la gravedad o desazón a que apunta Kundera, en “La insorpotable levedad del ser”, como condición, sine quamom de la fragilidad del individuo en su reintegración, en la época post industrial que nos toca padecer. Sin embargo, paulatinamente comienza a estimularse en este juego de recuerdos, destellos y multitud, aunque también evoca el hecho de sufrir la interdicción despótica de la dictadura. De esta forma la incitación, paradójica, aparentemente, entrega signos que precisan definir el reto de la circunstancia.
Jorge Calvo, nos empuja en esta obra a inquirir, con ese ánimo manifiesto de retorno, sobre nuestra historia reciente, en una realidad cada vez más ajena e inhumana en una cotidianidad donde los que fueron protagonistas comprometidos de una época cruenta, hoy su presente es mezquino, porque escasean, o simplemente no existen, propósitos de futuro y el viejo es un absurdo desarticulado de futuro, temeroso y amodorrado.
Puedo decir que esta obra tiene una textura honesta, en virtud de la destreza alegórica, el manejo de las circunstancias peri – reales y dignidad literaria de su autor que enfrenta el relato con la madurez de un avezado literato. La parábola que abraza esta nueva aventura narrativa de Jorge Calvo, es trascendente, por la hondura, su lenguaje y la temática de este viejo que subió un peldaño, buscando su eterno retorno a una realidad sórdida y extraña.