Sostiene el director Martín Scorsese que hay una violencia visceral y palpable para ser millonario o famoso, detrás de un sistema chocante que crea personajes de carácter psicótico, con drogas, violencia y una amplia prostitución.
Sostiene Scorsese una visión voraz de la sociedad actual.
Sostiene ahora Scorsese esa grosa tesis con Vinyl, donde el rock hace su transición, en una serie de televisión estadounidense de diez episodios creada por Mick Jagger, Martin Scorsese, Rich Cohen y Terence Winter. La serie recrea la ciudad de Nueva York, la ropa y la música proto-punk de los años 1970, con actores que imitan o aparecen en flashbacks como Lou Reed, Karen Carpenter, Otis Redding y Alice Cooper.
La serie es protagonizada por Bobby Cannavale en el papel de Richie Finestra, un siniestro productor ejecutivo de una discográfica. Fue estrenada en HBO el 14 de febrero de 2016.
La radio era el centro de la música entonces. De pronto, descubren los productores los estadios, las giras, los eventos masivos que darían millones, hasta a MTV en los años 80 y a nuestro actual mundo paralelo digital, donde Internet tiene cautivo a millones de mentes adictas a la propuestas de la industria caníbal.
La gran película de Martín Scorsese, El Lobo de Wall Street, con Leonardo Di Caprio como protagonista, ya mostró un modelo donde el afán de hacerse millonario implica incarle los colmillos a todos los ciudadanos que creían que comprando acciones ganarían mucho dinero. Para ser ese vampiro chupa sangre hay que estar arriba de la pelota, hay que ser carnicero, hay que vender la pescá, hay que estafar. Para estar arriba de la pelota en esa nube de polvo, hay que drogarse, beber y tirarse a todas la muchachas, dispuestas a venderse por un poco de fama. Mucha prostitución, drogas y dinero líquido.
En la serie VYNIL el rock hace la transición del rock under y progresivo, al rock vendido que lo único que busca es llenar estadios, ganar mucha pasta y follárselos a todos. Donde los huevones frescos también creen que para ser millonarios y famosos tienen que meterse en tu tarjeta de crédito y, a la vez, meterte el pico en el ojo.
Esa teoría de Martín Scorsese es muy buena, porque esencialmente es muy cierta.