Cohecho está realizado en neón blanco, impresa sobre el vidrio y es una de las obras de Iván Navarro, artista chileno residente en Nueva York. Un pozo de ladrillos y en su interior, iluminada en neón, se repite hacia el infinito la palabra cohecho. Al mirar hacia el fondo del pozo sin fin se tiene la experiencia de entrar en un ilusorio túnel, un abismo de una palabra provocadora que se repiten una y otra vez. Es evidente que estamos frente a una obra de arte sobre el carácter criminal o delincuencial de una de las formas que ha tomado la política contemporánea.
Cohecho es parte de sus obras de Iván Navarro que se expusieron el año pasado en la sala de Corpartes. Se trata de su retrospectiva titulada «Una guerra silenciosa e imposible», que recorre sus primeros trabajos realizados en Chile a mediados de los 90, hasta los más recientes.
Los pozos constituyen otras realizaciones muy atractivas. La redondez e ilusoria hondura física de los dos multiplica, armoniosa, una palabra provocadora: Cohecho en neón blanco; impresa sobre el vidrio. Las obras de Iván Navarro están construidas sobre las ilusiones ópticas y luces fluorescentes.
Familia de grandes artistas
Iván Navarro nació en 1972 y estudió en la Universidad Católica. Es hijo del destacado dibujante Mario Navarro Cortés, que empezó colaborando con la revista Topaze desde el año 1962, bajo el seudónimo de Nakor (que viene de los apellidos Navarro Cortés). A los 31 años, en 1971, Mario Navarro asumió como Director de la Secretaría Nacional de Extensión de la Universidad Técnica del Estado. La madre de Iván, la profesora Lucy Carvacho Sánchez, se tituló Profesora de Estado de Publicidad, Dibujo y Audiovisual. El hermano de Iván es el destacado Mario Navarro Carvacho, profesor con dedicación exclusiva en la Escuela de Artes de la Universidad Católica.
Su padre Mario Navarro está orgulloso de Iván Navarro. Lo ha expresado muy emotivamente en el libro de Juanita Gallardo, «Vivir enfrentando las flechas» de la Vicerrectoría de Vinculación con el Medio de la Universidad de Santiago.
«Iván se fue hace 18 años a Nueva York, recién egresado. Vivió una época muy dura trabajando en un taller de restauración y haciendo labores como pintar casas, por ejemplo. Hasta que en algún momento participó en una exposición colectiva de artistas latinoamericanos e hizo una obra con tubos de neón que fue de interés para un señor Norton, el creador de un antivirus, un liberal multimillonario y respetado por su calidad de experto en artes contemporáneas. Y él compró la obra de Iván. Después que eso se supo, lo tomó una galería, donde lo trataron como a pajarito nuevo. Se vendían y vendían sus obras pero no le entregaban lo que le correspondía y luego esa galería quebró. Iván tiene mucha potencia y siguió trabajando hasta que una galería importante de París se interesó en él y desde ese momento mi hijo es parte de esa galería. Iván ya es un artista conocido mundialmente. Hasta ahora se han editado tres libros con su obra.»