10 - noviembre - 2024

Johan Cruyff y la dictadura Argentina. «Irán al Mundial de Fútbol como héroes, volverán como colaboracionistas»

johanUna de las glorias del fútbol, Johan Cruyff ha muerto a la edad de 68 años de edad.

Por otro lado, justamente hoy se cumplen 40 años del golpe militar en Argentina y la instauración de la dictadura del dictador Jorge Videla. La selección de fútbol holandés, la galáctica Naranja Mecánica,  recibió muchas presiones para que no fueran a jugar al mundial de fútbol de 1978 en Argentina, donde dominaba la cruel dictadura de  Jorge Videla. «Irán al Mundial de Fútbol como héroes, volverán como colaboracionistas»

Se afirmó entonces que la estrella del fútbol, Johan Cruyff, no asistió al mundial pues no quería darle la mano al dictador y justificar la dictadura.

¿Ocurrió eso realmente?

El periodista madrileño Quique Peinado investigó el asunto y lo publicó en un capítulo de su libro Futbolistas de Izquierdas el año 2013. Aquí afirma que el único que se mostró realmente comprometido con Las Madres de la Plaza de Mayo, fue el defensa  holandés, Wim Rijsbergen.

Win Rijsbergen mantuvo después el apoyo a Las madres de la Plaza de Mayo. Ha vivido en Chile, pues fue entrenador de la Universidad Católica entre los años 1999 y 2001.

Lean aquí el capítulo

Holanda: Cruyff, Rijsbergen… y Carrascosa

Por Quique Peinado

Futbolistas de izquierdas (2013)

No había un país en el mundo más concienciado contra la dictadura de Videla que Holanda. Y, por lo tanto, no había otra selección más presionada para representar ese sentir que la oranje. La ecuación parece tan fácil que lo normal hubiera sido que Holanda hubiese abanderado la oposición al régimen de los chicos de corto en el Mundial. Pero no. O al menos, casi no. 

Johan Cruyff renunció a jugar el torneo. Ávido como andaba el mundo de jugadores que se comprometieran políticamente contra Videla, se interpretó el gesto como una medida ideológica de Cruyff, aunque él jamás dijera semejante cosa. Lo cierto es que, como relatara años después a Catalunya Radio, el entonces jugador del Barça había sido asaltado en su casa a punta de pistola, e incluso fue encañonado en presencia de su mujer. «Mis hijos iban con escolta al colegio… y al final dices basta», relató, dejando explícitamente claro que esa fue la razón para renunciar a jugar el torneo. Además, el holandés había prometido a su mujer, Danny Coster, que el del 74 había sido su último Mundial tras publicar el diario alemán  que los holandeses habían pasado una divertida tarde en la piscina del Hotel Wald de Múnich acompañados de unas señoritas que evidentemente no eran sus esposas. Aunque en su época como jugador siempre fue un rebelde, en especial en lo que se refiere a las condicione laborales de los jugadores (ayudó incluso en la formación de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el sindicato español), Johan Cruyff jamás se ha pronunciado como un hombre de izquierdas. Eso sí: durante años alimentó con su silencio el bulo de una renuncia política.

Un caso muy similar, aunque con diferencias de fondo, fue el del jugador argentino Jorge  El Lobo Carrascosa. Lateral izquierdo, leyenda del Huracán que entrenó César Luis Menotti y que cobijaba en sugradas a multitud de opositores activos al régimen (en algún partido brotaban clandestinas pancartas de apoyo a los Montoneros), renunció al Mundial de 1978 cuando su amigo  El Flaco  lo llamó para ser su extensión en el campo.

De Carrascosa se decía que era peronista, que militaba en el comunismo como el seleccionador, pero nunca hubo un pronunciamiento claro. Sí que parece factible afirmar que entonces era un hombre de izquierdas. Pero lo cierto es que su renuncia siempre estuvo llena de ambigüedades, en las que dejaba entrever que la situación política podía ser un factor, pero en cualquier caso uno más de ellos. Al año siguiente del campeonato dejó el fútbol con sólo 30 años. Pero ¿por qué renunciar a un Mundial en casa (y con evidentes posibilidades de ganarlo) si tras el campeonato de 1974 se había mostrado en repetidas entrevistas encantado con la experiencia de jugarlo y con la posibilidad de repetir cuatro años después? No hay una respuesta unívoca a eso. Y si hubiera renunciado por una postura política, decirlo ahora sería fácil, lejos del miedo y con la posibilidad de convertirse en alguien más respetado. Pero ni siquiera ahora dice explícitamente que renunciara por Videla. En una entrevista para el semanario Colón Doce  en 2009, el ex jugador, de 61 años entonces, decía esto: 

— ¿Por qué tomó la decisión de dejar el fútbol?

 —Siempre la persona que esté en un ámbito laboral tiene que pensar en mejorar para bien. Eso se logra con actitudes desde adentro. Yo estaba en una etapa idealista. Era joven, con muchos sueños. Creía que se podían cambiar un montón de cosas. Pero también dentro del medio uno ve que hay muchas cosas que desvirtúan lo que es la esencia del deporte. Llegó un momento en que no me sentía a gusto porque se necesitan ganas para asumir responsabilidades. Quiero que usted interprete que esto es muy complejo[…].

 — ¿Le costó la decisión de renunciar al Mundial ‘78? —No, porque en todas mis decisiones separo lo que implica lo material de lo que siento. Primero está el hombre y después la profesión. Así es más fácil decidir. Me escuché a mí mismo. Jamás me arrepentí, porque venía luchando hacía mucho tiempo y era lo que sentía. Había un montón de hechos queme llevaron a tomar esa decisión. — ¿Tuvo miedo de una represalia al ser un régimen dictatorial el que estaba en el gobierno?

 —No, para nada. Siempre me dejé llevar por lo que decía mi conciencia. Nunca pensé en otra cosa que podía llegar a pasar. Decidí con libertad. 

— ¿Algún compañero suyo debió tomar la misma decisión que usted?

 —Siempre manifesté que no era un hecho determinante sino una sumatoria de cosas. Le estoy hablando de un montón de matices. Llevaría un tiempo profundizarlo para comprender realmente lo que yo pienso del fútbol. Para mí la vida pasa por otro lado. […] Con respecto a mis compañeros, debo decir que cada persona decide lo que quiere y no era quien para obligar a cambiar de opinión en ese momento.

Antes, en 1996, había aseverado en  El Gráfico  que «para mí lo más importante seguían siendo los valores fundamentales: la familia, ser un hombre con libertad de decisión. Entonces se fueron dando una suma de cosas que me fueron llevando a tomar una decisión. Y hubo otras que la apresuraron».

Cuestionado sobre cuáles eran esas otras razones, quizá esperando el periodista una respuesta política, Carrascosa no la dio: «No me hacía ninguna gracia concentrarme seis meses. Además, la presión del periodismo, la necesidad de obtener un resultado hacen que un jugador pueda sentirse mal. Porque se pierde un partido y surgen un montón de críticas. Hasta se piden cambios sin pensar cómo se destruye a otro ser humano».

Cabe concluir, quizá, que Carrascosa era contrario a la dictadura de Videla y que no le agradaba jugar un torneo que la promocionara, pero que su decisión de renunciar al Mundial no fue una cuestión ideológica ni un posicionamiento político.

Así las cosas, cuando ni Cruyff ni siquiera Carrascosa habían renunciado al torneo por motivos políticos, no era de esperar que el resto del combinado holandés hiciera lo propio.

Pero lo que tampoco se puede decir es que no sabían lo que ocurría en Argentina. Y la culpa la tenían el SKAN [Solidariteits Komitee Argentinië-Nederland], un colectivo holandés de solidaridad con los exiliados argentinos, y sus dos caras más visibles: los humoristas Freek de Jonge y Bram Vermeulen.

Ellos dos iniciaron una brutal campaña de presión hacia el combinado nacional para que renunciara a jugar, o al menos actuara denunciando lo que sucedía, que les llevó incluso a preparar unos detallados expedientes sobre las barbaridades cometidas por el régimen que entregaron uno por uno a cada futbolista. No recibieron grandes respuestas. Bueno, sí, la de Wim Van Hanegen, jugador que al final no fue al campeonato por diferencias con el cuerpo técnico, y que declaró que si le llamaban los de SKAN pondría a su perro al teléfono, a pesar de que se había negado a acudir a la ceremonia de clausura del Mundial de 1974 porque«sentía odio», como dijo literalmente, hacia los alemanes, ya que las tropas nazis habían matado a sus padres y tres hermanos. René van de Kerkhof, uno de los gemelos mágicos del equipo que dirigía el suizo Ernst Happel, declararía en una entrevista con el periodista holandés Marcel Rozer que lo único que querían era ganar el torneo, y que les hubiera dado igual si hubieran tenido que recibir la copa de la mande Adolf Hitler. Una chanza que posiblemente no hiciera mucha gracia a su compañero Van Hanegen.Con la decisión de ir ya tomada, que además estaba apoyada por el 70% de los aficionados al fútbol holandeses, según varias encuestas realizadas a la salida de los estadios, De Jonge escribió a los jugadores: «Nadie podrá decir, como en 1936, que no lo sabíais. Iréis al Mundial como héroes, volveréis como colaboracionistas». Comparaba, así, el Mundial de 1978 con los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, que Hitler utilizó como vehículo mediático del nazismo.La campaña de los medios holandeses fue tan brutal que hasta enfadó a César Luis Menotti, que llegó  a enfrentarse a un periodista diciéndole que era aborrecible mezclar de esa manera política y deporte.

En cualquier caso, el Mundial que vieron los holandeses por televisión fue radicalmente distinto al que vio el resto del mundo: en la ceremonia de inauguración, mezcladas con las imágenes del estadio, las cámaras holandesas mostraban a las Madres de la Plaza de Mayo manifestándose.
Evidentemente, lo que transmitieron los medios holandeses fue ligeramente  distinto a lo que mostraron los argentinos, entre otras cosas, porque en ese torneo se dio la que posiblemente sea la mayor manipulación del periodismo deportivo de toda la historia. La revista  El Gráfico, que, como parte de la Editorial Atlántida, mantuvo una vergonzosa actitud de propaganda prodictadura, publicó una supuesta carta del capitán holandés Ruud Krol (en la foto) dirigida a su hija Mabelle.
La historia la publicaba el periodista Enrique  El Cabezón  Romero, responsable de  El Gráfico  de la provincia de Mendoza, y en ella aparecía la carta que, según afirmaba el periodista, era manuscrita de Krol. El hecho de que esa misiva, teóricamente dirigida a una niña holandesa, estuviera escrita en inglés, no pareció hacer sospechar a nadie en  El Gráfico  de que aquello no iba a colar, que era algo tan burdo y tan bochornoso que caería por su propio peso. Sobre todo, porque, además de la forma, el fondo del texto era delirante. Algunos de sus párrafos decían cosas como estas:«[…] Mamá me contó que los otros días lloraste mucho porque algunos amiguitos te dijeron cosas muy feas que pasaban en Argentina. Pero no es así. Es una mentirijilla  infantil. Papá está muy bien. Aquí todo es tranquilidad y belleza. Esta no es la Copa del Mundo, sino la Copa de la Paz. No te asustes si ves algunas fotos de la concentración con soldaditos de verde a nuestro lado. Son nuestros amigos, nos cuidan y nos protegen. Nos quieren como toda la gente de este país, que desde el momento en que llegamos nos demostró su afecto. Como en el aeropuerto, cuando nos esperaron con banderas de nuestra patria y nos tiraban besos y todas las manos querían abrazarnos […].No tengas miedo, papá está bien, tiene tu muñeca y un batallón de soldaditos que lo cuida, que lo protege y que de sus fusiles disparan flores. Dile a tus amiguitos la verdad. Argentina es tierra de amor. Algún día cuando seas grande podrás comprender toda la verdad […]P.S.: Yo ya elegí el nombre para tu meca: Argentina».
Evidentemente, el jugador salió a la palestra a desmentir que aquello fuera una carta suya. El periodista reculó, pero parcialmente: dijo que, efectivamente, la carta la había escrito él, pero con la anuencia del jugador, que había aprobado su publicación. Sin embargo, ni eso hizo que Holanda amenazase seriamente con dejar el torneo. Quizá, el hecho de que Holanda fuera el segundo socio comercial de Argentina entonces, con los voluminosos créditos del banco ABN Amro y la venta de armas que servían para masacrar opositores, ayudaba a que se enterrara hasta la razón.Toda la posible, o supuesta, oposición de la selección holandesa a Videla quedó en gestos ambiguos.
El dictador, quizá para hacerse la víctima, quizá llevado sinceramente por los rumores que circulaban en aquellos días, declaró en una entrevista concedida en 2012 para el libro  Disposición Final  (2012), del periodista Ceferino Reato, que sabía que los holandeses se negarían a recibir la copa de sus manos y que«venían muy tocados ideológicamente». De hecho, el equipo holandés no acudió a la cena posterior a la final porque, según se dijo, así evitarían darle la mano al tirano. La mayoría de testimonios recoge una versión más lógica: la fiesta era de tal magnitud en las calles que resultaba imposible que el autobús del equipo recorriera la distancia entre su hotel y el lugar donde era el festejo y por eso no fueron.

El único jugador del que está documentado que visitase a las Madres de la Plaza de Mayo fue Wim Rijsbergen. (en la foto)

Jugador por entonces del Feyenoord, este defensor de metro ochenta y melena rubia típica de  aquel combinado holandés, cayó lesionado en el tercer partido del campeonato y ya no volvió a jugar. Quizá en parte por disponer de mucho tiempo libre, pero seguro que también influido por la información que, igual que sus compañeros, tenía del SKAN, alquiló una bicicleta y se fue a ver a las Madres. Charló con ellas y comprendió lo horrible de lo que allí pasaba. El impacto de su conversación fue tal que durante mucho tiempo continuó estando en contacto con ellas y siguió apoyando su causa. Tanto, que 30 años después, en la presentación del libro Voetbal in een vuile oorlog  [Fútbol en una guerra sucia, 2008], una visión de dos periodistas holandeses de aquel campeonato, apareció Rijsbergen. Quería ver a dos viejos conocidos: Nora de Cortiñas, cofundadora de Madres de la Plaza de Mayo Línea Fundadora, y Leopoldo Luque, ex delantero de la selección argentina y uno de aquellos jugadores que más ha mostrado su arrepentimiento por su desconocimiento de lo que ocurría en el país en 1978. Ambos habían sido invitados a Ámsterdam a la presentación del libro. Allí, charlaron como viejos amigos. Al fin y al cabo, Rijsbergen fue el único tipo verdaderamente comprometido que se vistió de corto en el Mundial.En aquella visita a Holanda por la presentación del libro, Nora de Cortiñas y Luque visitaron a Máxima Zorreguieta, hija de Jorge Zorreguieta, secretario de Agricultura del gobierno de Jorge Rafael Videla durante el Mundial de 1978, uno de los hombres fuertes de aquel régimen. Cuatro años y medio después, la abdicación de la reina Beatriz en su hijo Guillermo Alejandro, marido de Máxima, convertía a la hija del represor en la nueva reina de Holanda. Y le pedíamos un gesto a los futbolistas holandeses…
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