Una de las glorias del fútbol, Johan Cruyff ha muerto a la edad de 68 años de edad.
Por otro lado, justamente hoy se cumplen 40 años del golpe militar en Argentina y la instauración de la dictadura del dictador Jorge Videla. La selección de fútbol holandés, la galáctica Naranja Mecánica, recibió muchas presiones para que no fueran a jugar al mundial de fútbol de 1978 en Argentina, donde dominaba la cruel dictadura de Jorge Videla. «Irán al Mundial de Fútbol como héroes, volverán como colaboracionistas»
Se afirmó entonces que la estrella del fútbol, Johan Cruyff, no asistió al mundial pues no quería darle la mano al dictador y justificar la dictadura.
¿Ocurrió eso realmente?
El periodista madrileño Quique Peinado investigó el asunto y lo publicó en un capítulo de su libro Futbolistas de Izquierdas el año 2013. Aquí afirma que el único que se mostró realmente comprometido con Las Madres de la Plaza de Mayo, fue el defensa holandés, Wim Rijsbergen.
Win Rijsbergen mantuvo después el apoyo a Las madres de la Plaza de Mayo. Ha vivido en Chile, pues fue entrenador de la Universidad Católica entre los años 1999 y 2001.
Lean aquí el capítulo
Holanda: Cruyff, Rijsbergen… y Carrascosa
Por Quique Peinado
Futbolistas de izquierdas (2013)
No había un país en el mundo más concienciado contra la dictadura de Videla que Holanda. Y, por lo tanto, no había otra selección más presionada para representar ese sentir que la oranje. La ecuación parece tan fácil que lo normal hubiera sido que Holanda hubiese abanderado la oposición al régimen de los chicos de corto en el Mundial. Pero no. O al menos, casi no.
Johan Cruyff renunció a jugar el torneo. Ávido como andaba el mundo de jugadores que se comprometieran políticamente contra Videla, se interpretó el gesto como una medida ideológica de Cruyff, aunque él jamás dijera semejante cosa. Lo cierto es que, como relatara años después a Catalunya Radio, el entonces jugador del Barça había sido asaltado en su casa a punta de pistola, e incluso fue encañonado en presencia de su mujer. «Mis hijos iban con escolta al colegio… y al final dices basta», relató, dejando explícitamente claro que esa fue la razón para renunciar a jugar el torneo. Además, el holandés había prometido a su mujer, Danny Coster, que el del 74 había sido su último Mundial tras publicar el diario alemán que los holandeses habían pasado una divertida tarde en la piscina del Hotel Wald de Múnich acompañados de unas señoritas que evidentemente no eran sus esposas. Aunque en su época como jugador siempre fue un rebelde, en especial en lo que se refiere a las condicione laborales de los jugadores (ayudó incluso en la formación de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el sindicato español), Johan Cruyff jamás se ha pronunciado como un hombre de izquierdas. Eso sí: durante años alimentó con su silencio el bulo de una renuncia política.
Un caso muy similar, aunque con diferencias de fondo, fue el del jugador argentino Jorge El Lobo Carrascosa. Lateral izquierdo, leyenda del Huracán que entrenó César Luis Menotti y que cobijaba en sus gradas a multitud de opositores activos al régimen (en algún partido brotaban clandestinas pancartas de apoyo a los Montoneros), renunció al Mundial de 1978 cuando su amigo El Flaco lo llamó para ser su extensión en el campo.
De Carrascosa se decía que era peronista, que militaba en el comunismo como el seleccionador, pero nunca hubo un pronunciamiento claro. Sí que parece factible afirmar que entonces era un hombre de izquierdas. Pero lo cierto es que su renuncia siempre estuvo llena de ambigüedades, en las que dejaba entrever que la situación política podía ser un factor, pero en cualquier caso uno más de ellos. Al año siguiente del campeonato dejó el fútbol con sólo 30 años. Pero ¿por qué renunciar a un Mundial en casa (y con evidentes posibilidades de ganarlo) si tras el campeonato de 1974 se había mostrado en repetidas entrevistas encantado con la experiencia de jugarlo y con la posibilidad de repetir cuatro años después? No hay una respuesta unívoca a eso. Y si hubiera renunciado por una postura política, decirlo ahora sería fácil, lejos del miedo y con la posibilidad de convertirse en alguien más respetado. Pero ni siquiera ahora dice explícitamente que renunciara por Videla. En una entrevista para el semanario Colón Doce en 2009, el ex jugador, de 61 años entonces, decía esto:
— ¿Por qué tomó la decisión de dejar el fútbol?
—Siempre la persona que esté en un ámbito laboral tiene que pensar en mejorar para bien. Eso se logra con actitudes desde adentro. Yo estaba en una etapa idealista. Era joven, con muchos sueños. Creía que se podían cambiar un montón de cosas. Pero también dentro del medio uno ve que hay muchas cosas que desvirtúan lo que es la esencia del deporte. Llegó un momento en que no me sentía a gusto porque se necesitan ganas para asumir responsabilidades. Quiero que usted interprete que esto es muy complejo[…].
— ¿Le costó la decisión de renunciar al Mundial ‘78? —No, porque en todas mis decisiones separo lo que implica lo material de lo que siento. Primero está el hombre y después la profesión. Así es más fácil decidir. Me escuché a mí mismo. Jamás me arrepentí, porque venía luchando hacía mucho tiempo y era lo que sentía. Había un montón de hechos queme llevaron a tomar esa decisión. — ¿Tuvo miedo de una represalia al ser un régimen dictatorial el que estaba en el gobierno?
—No, para nada. Siempre me dejé llevar por lo que decía mi conciencia. Nunca pensé en otra cosa que podía llegar a pasar. Decidí con libertad.
— ¿Algún compañero suyo debió tomar la misma decisión que usted?
—Siempre manifesté que no era un hecho determinante sino una sumatoria de cosas. Le estoy hablando de un montón de matices. Llevaría un tiempo profundizarlo para comprender realmente lo que yo pienso del fútbol. Para mí la vida pasa por otro lado. […] Con respecto a mis compañeros, debo decir que cada persona decide lo que quiere y no era quien para obligar a cambiar de opinión en ese momento.
Antes, en 1996, había aseverado en El Gráfico que «para mí lo más importante seguían siendo los valores fundamentales: la familia, ser un hombre con libertad de decisión. Entonces se fueron dando una suma de cosas que me fueron llevando a tomar una decisión. Y hubo otras que la apresuraron».
Cuestionado sobre cuáles eran esas otras razones, quizá esperando el periodista una respuesta política, Carrascosa no la dio: «No me hacía ninguna gracia concentrarme seis meses. Además, la presión del periodismo, la necesidad de obtener un resultado hacen que un jugador pueda sentirse mal. Porque se pierde un partido y surgen un montón de críticas. Hasta se piden cambios sin pensar cómo se destruye a otro ser humano».
Cabe concluir, quizá, que Carrascosa era contrario a la dictadura de Videla y que no le agradaba jugar un torneo que la promocionara, pero que su decisión de renunciar al Mundial no fue una cuestión ideológica ni un posicionamiento político.
Así las cosas, cuando ni Cruyff ni siquiera Carrascosa habían renunciado al torneo por motivos políticos, no era de esperar que el resto del combinado holandés hiciera lo propio.
Pero lo que tampoco se puede decir es que no sabían lo que ocurría en Argentina. Y la culpa la tenían el SKAN [Solidariteits Komitee Argentinië-Nederland], un colectivo holandés de solidaridad con los exiliados argentinos, y sus dos caras más visibles: los humoristas Freek de Jonge y Bram Vermeulen.
Ellos dos iniciaron una brutal campaña de presión hacia el combinado nacional para que renunciara a jugar, o al menos actuara denunciando lo que sucedía, que les llevó incluso a preparar unos detallados expedientes sobre las barbaridades cometidas por el régimen que entregaron uno por uno a cada futbolista. No recibieron grandes respuestas. Bueno, sí, la de Wim Van Hanegen, jugador que al final no fue al campeonato por diferencias con el cuerpo técnico, y que declaró que si le llamaban los de SKAN pondría a su perro al teléfono, a pesar de que se había negado a acudir a la ceremonia de clausura del Mundial de 1974 porque«sentía odio», como dijo literalmente, hacia los alemanes, ya que las tropas nazis habían matado a sus padres y tres hermanos. René van de Kerkhof, uno de los gemelos mágicos del equipo que dirigía el suizo Ernst Happel, declararía en una entrevista con el periodista holandés Marcel Rozer que lo único que querían era ganar el torneo, y que les hubiera dado igual si hubieran tenido que recibir la copa de la mano de Adolf Hitler. Una chanza que posiblemente no hiciera mucha gracia a su compañero Van Hanegen.Con la decisión de ir ya tomada, que además estaba apoyada por el 70% de los aficionados al fútbol holandeses, según varias encuestas realizadas a la salida de los estadios, De Jonge escribió a los jugadores: «Nadie podrá decir, como en 1936, que no lo sabíais. Iréis al Mundial como héroes, volveréis como colaboracionistas». Comparaba, así, el Mundial de 1978 con los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, que Hitler utilizó como vehículo mediático del nazismo.La campaña de los medios holandeses fue tan brutal que hasta enfadó a César Luis Menotti, que llegó a enfrentarse a un periodista diciéndole que era aborrecible mezclar de esa manera política y deporte.