Le Monde publicó hace años la noticia de que algunos futbolistas suecos marcharon con Las madres de la Plaza de Mayo en Buenos Aires durante el Mundial de fútbol de 1978, en plena dictadura militar, a favor de la desaparecida sueca Dagmar Hagelin. ¿Es la historia verdadera? ¿Es un mito, un invento? Los futbolistas suecos «actuaron como reaccionarios», afirma, sin embargo, el padre de Dagmar, Ragnar Hagelin
Se cumplen 40 años del golpe militar en Argentina. La dictadura del funesto general Jorge Rafael Videla organizó, con el claro objetivo de hipnotizar, una Copa Mundial de Fútbol en 1978, a pesar de las protestas mundiales.
La sueca Dagmar Hagelin de solo 17 años, había sido secuestrada por los militares el año anterior, en 1977. Las autoridades suecas reclamaron a la dictadura de Videla, que respondió no tener información. Los futbolistas suecos estaban enterados pues la información había sido publicada en los principales periódicos suecos. La selección de fútbol sueca, a pesar de la presiones, viajó a jugar en el mundial de Argentina de 1978.
Algunos medios internacionales informaron que el arquero sueco Ronnie Hellstrom, junto a otros dos jugadores suecos, Ralf Edstrom y Staffan Tapper, habrían participado en una protesta de la Madres de La Plaza de Mayo de Buenos Aires. Las Madres de la Plaza de Mayo, fueron un grupo de mujeres que se reunían todos los jueves en la Plaza 25 de Mayo, de Buenos Aires. Ahí, reclamaban por la desaparición de sus hijos, quienes lucharon o fueron sospechosos de participar en actividades en contra de las políticas de la dictadura.
Posteriormente, el mismo primer ministro sueco Thorbjorn Falldin le envió una dura carta al dictador Videla: “El gobierno argentino sabe quiénes son los responsables de la detención de Dagmar Hagelin y de su posterior destino. Sin embargo, prefiere hacer caso omiso del asunto y negar que lo conoce. Esto es indigno e inaceptable.”
¿Es esta historia real? ¿Marcharon los futbolistas suecos con Las madres de la Plaza de Mayo?
RdM pone a su disposición esta historia de política y fútbol y de lo que ocurrió con los suecos en el Mundial de fútbol del año 1978, una parte de la historia de Sudamérica, contada por Quique Peinado en su recomendado libro Futbolistas de Izquierdas.
Ronnie Hellström, el que nunca estuvo
Por Quique Peinado. Futbolistas de Izquierdas
Si hay un héroe en la historia oficial del Mundial 78 al que se le atribuye haber visitado a las Madres de la Plaza de Mayo, ese es Ronnie Hellström. Portero de la selección sueca, era uno de los mejores guardametas del mundo en los 70 (jugó diez temporadas en el Kaiserslautern alemán). En el imaginario popular se le atribuye haber acudido a la Plaza el uno de junio, día de la inauguración del campeonato, a marchar con las mujeres. Se le cuelga, incluso, una declaración solemne: «Era una obligación que tenía con mi conciencia». Nunca dijo tal cosa, porque nunca estuvo allí. Lo más extraño es que, aunque en Le Monde se habla de varios jugadores, la leyenda sitúa al falso héroe visitando a las Madres en solitario. Pero ni eso.
Lo reconoció el propio Hellström en una entrevista concedida a Terra Magazine en mayo de 2008. «No era yo. No. Recuerdo haber visto a las Madres de Plaza de Mayo, pero no fui a la Plaza. Un par de jugadores sí lo hicieron, dos o tres, pero no recuerdo quiénes fueron», dice el ex-jugador a Ezequiel Fernández Moores, uno de los periodistas argentinos que más concienzudamente ha investigado lo que ocurrió allí. No coinciden ni las fechas. Le Monde le sitúa en la plaza el ocho de junio, mientras que multitud de artículos de prensa lo hacen el día uno (recordemos que la televisión holandesa insertó planos de la manifestación de las Madres en su realización de la inauguración del Mundial). «Yo no sabía que en Argentina había gente que pensaba que yo estaba allí. Tal vez fue porque vieron a algunos jugadores suecos. Pero yo no era uno de ellos», señala. De ahí cabe deducir que el corresponsal de Le Monde, simplemente, equivocó el nombre de los jugadores. Pero también queda la duda de si realmente los jugadores suecos, a los que se les atribuye (desde el movimiento de Madres, sobre todo) la actitud más solidaria de todos los jugadores mundialistas, simplemente pasaban por ahí haciendo turismo y se toparon con la manifestación, tal y como declararía lacónico Hellström sobre la escena: «Íbamos en un autobús de paseo turístico. Sabíamos que ellas hacían una protesta», sin precisar más datos.
Lo cierto es que Suecia fue uno de los países que más fuertemente se opuso a la celebración del Mundial del 78. Un caso, de los miles que desgarraban a Argentina, les tocaba de cerca. El de la adolescente Dagmar Hagelin, argentina de origen sueco de 17 años que residía en Buenos Aires. El 27 de enero de 1977 fue tiroteada y secuestrada por error por los militares. Llevada a la ESMA [la Escuela de Mecánica de la Armada, principal campo de torturas de la represión militar], Jorge Eduardo El Tigre Acosta decidió que había que matarla, porque, de devolverla a su país, podría hablar de lo que se vivía en los centros de torturas argentinos con la exposición mundial que su caso podía generar.
La desaparición de Dagmar nunca se aclaró en los tribunales, entre otras cosas porque quien aparentemente fue responsable de su secuestro, el siniestro Alfredo Astiz, capitán de fragata que durante el Proceso de Reorganización Nacional se infiltró en los grupos opositores, fue indultado por el gobierno de Carlos Menem, que cerró el caso. El único delito de Dagmar era que su padrastro, el abogado Edgardo Waissman, había sido defensor de militantes de Montoneros, y a través de él tenía contactos con círculos de esa tendencia política. Uno de ellos era Norma Burgos, esposa de Carlos Caride, un dirigente de Montoneros al que el padrastro de Hagelin había defendido. Un día fue a visitarla y los militares la confundieron con María Antonia Berger, otra importante cabecilla de Montoneros. La secuestraron y le pegaron un tiro «cuando intentaba escapar» (según la versión oficial). Entre su captura y su desaparición (nunca quedó claro qué fue de ella, de qué manera fue ejecutada o dónde reposa su cadáver) se calcula que pasaron dos semanas. Pero durante el Mundial de 1978, Hagelin era sólo una desaparecida sobre la que aún había esperanzas de que apareciese con vida. Nada se sabía de ella desde aquel 27 de enero de 1977. Su padre, el argentino de origen sueco Ragnar Hagelin, había empezado una campaña impresionante para encontrarla.
Diario Expressen, 26 de marzo de 1977. «Aquí fue baleada mi hija». En la foto, Ragnar Hagelin muestra el lugar donde cayo su hija, baleada por Astiz.
Su movilización había alcanzado tal magnitud que incluso el gobierno sueco había llegado a retirar su embajada en Buenos Aires, mientras que figuras relevantes a nivel mundial (desde el presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, hasta el Papa Juan Pablo II) habían pedido saber su paradero. En Suecia, la presión sobre la selección para que boicoteara el Mundial o, en su caso, mostrara su contrariedad frente al Régimen fue importante. A todos los jugadores se les preguntó antes de partir a Argentina por Dagmar Hagelin, y todos respondieron con evasivas. El sábado 8 de junio 1978 antes del primer partido de Suecia en el mundial de fútbol, el periódico sensacionalista y socialdemócrata Aftonbladet (el más vendido en Suecia) publicaba una doble página con una caricatura de los jugadores de espaldas. Donde debía ir el dorsal, se leía el nombre de la muchacha desaparecida.
De haber hecho algún movimiento importante a favor de la causa de Dagmar, su padre se hubiera enterado. Sin embargo, Ragnar le diría a Pablo Llonto, periodista y abogado pro Derechos Humanos, autor del sensacional libro La Vergüenza de Todos (2005), lo siguiente: «La selección sueca fue presionada por la prensa para que actuara en Argentina en defensa de Dagmar. Pero, en verdad, los jugadores no hicieron nada. El entrenador, Aby Ericsson, respondió al embarcarse que ellos iban a la Argentina sólamente a jugar al fútbol. Luego, no recuerdo si durante el Mundial o al regresar a Estocolmo, dijo que en la Argentina había paz y que no se veían cadáveres por la calle como se comentaba. Del resto de la delegación sueca recuerdo que, ante los escándalos que provocaron los medios suecos, el presidente de la delegación hizo alguna gestión por mi hija. La selección de Suecia jamás se planteó no ir al Mundial de 1978 por el caso de mi hija y tampoco es cierto que el portero Helsström ni ningún otro jugador haya acompañado a las Madres de la Plaza de Mayo en sus rondas. Actuaron como reaccionarios. Tal vez en forma individual, alguno de los jugadores haya manifestado simpatía con el caso, pero sólo eso».
El propio Hellström, en la entrevista con Fernández Moores de 2008, hablaba de la calma que se vivía a sus ojos en Argentina. «No podemos decir realmente que había mucha policía en las calles. Todo nos parecía muy normal. Sólo había más policías en los estadios, durante los partidos, pero eso forma parte de lo esperable. En realidad, tengo que decir que tuvimos una maravillosa estancia en Argentina durante el Mundial», decía. Las manifestaciones de la Plaza que dijo ver, y a las que no se acercó, debían parecerle igualmente normales. O, al menos, no dignas de una pregunta más allá de la curiosidad más superficial, del qué pasa en ese tumulto. «Antes de ir a Argentina recibimos algunas instrucciones de la Federación de Fútbol Sueca para que no hablásemos de política ni de lo que estaba ocurriendo allí. Muchos de los jugadores pensamos que eso no estaba bien. No estábamos de acuerdo con lo que estaba ocurriendo en Argentina. Pero, usted sabe que, como futbolista, uno sólo trata de centrarse en lo que está haciendo», declaraba. Fin de la historia.