Por Jorge del Carmen Ripper.-
Nada de lo que se escribió esta semana en los diarios chilenos trata de política.
Son asuntos judiciales. Son transcendidos de los tribunales. Son correos electrónicos trascendidos. O si se prefiere, son materia de análisis policial. Base de cochecho, coima o soborno.
Subordinados por décadas a la razón económica, los políticos, en su mayoría, han degradado a ser dependientes del dinero.
Y el dinero, en cuanto posee la propiedad de comprarlo todo, ha devastado la política.
El dinero, puta común de todo el género humano, es un químico corrosivo que ha jibarizado las cabezas de los políticos.
Los dueños del dinero los han enajenado, los ha sodomizado. Ya no son políticos, son sucedáneos.
Los colmillos de los políticos se habían agigantado, se habían transformado en vampiritos que chupaban dinero dulce de las empresas. Sus tics nerviosos eran evidentes y ya no hacían nada para evitarlos. El dinero fácil les daba todo el derecho a comportarse como les daba gana. Miraban eternamente sus cacharros digitales, embobados en sus pantallas donde solicitan y reciben dinero. Ya la formas no importaban. Ellos eran lo máximo.
En el letargo ya no piensan la realidad políticamente, como construir sueños y esas cosas. Ya no piensan. No necesitan reflexionar. Otros piensan por ellos. Al revés, sufren de una descomposición irracional y esquizofrénica.
Esos políticos han degenerado a políticos lumpenes.
Por su parte, los complacientes editores de política en sus páginas han devenido en vulgares y delirantes páginas policiales, destructivas del pensamiento racional, esclavos de la estupidez en la que se ahogan los políticos cooptados por el dinero.
Basta leer El Mercurio o La Tercera para notar la profunda degradación del pensamiento racional. Mientras más informan menos se comprende y se confunde lo verdadero de lo falso.
Hay una profunda devastación periodística.
Todo esto compromete el futuro de la nación, una asociación política basada en la virtud.