23 - noviembre - 2024

¿Existe un boom en el comic chileno? ¿Es sólo una movida superflua? La polémica sangra de nuevo

Sostiene Cayo Cactus que los discursos del “boom de la historieta chilena” son una superflua operación para promover ciertos productos comerciales inflados, acallando a los verdaderos artistas. La polémica empieza. De nuevo.
POR CAYO CACTUS, editor de La Calaquita   y guionista de Catrileo 
No es una exageración decir que el noveno arte es en nuestro país una de las actividades culturales más infravaloradas y underground en comparación a otros campos artísticos, lo que ya es mucho decir. La historieta presenta un débil grado de institucionalización y la “profesión” de historietista es una de las menos codificadas socialmente, lo anterior se puede demostrar fácilmente con la absoluta ausencia de premios con incidencia pecuniaria en nuestro país para este medio.
Los agentes que intervienen en este campo específico de alguna manera u otra asumen esta precariedad de antemano lo que me parece, a priori, una característica positiva toda vez que la escena local es abundante y heterogénea a nivel de producción; esto es, a pesar de la inexistencia de una industria local autosustentable en términos económicos, no se deja de crear historieta.
Esto no quier decir, por supuesto, que todo lo que se publique tenga de suyo valor artístico. Tampoco creo que necesariamente deba tenerlo, este valor puede ser o no un fin de los creadores. Ahora bien este valor existirá quiéranlo o no una vez que sus obras entren en el mercado de capital simbólico al cual acceden, de ello no me cabe duda. Es este punto donde redundan dos de los temas más importantes en el estado del arte actual del medio, esto es, la crítica y lo que yo llamaría una cierta “moralidad artística”, ambos fenómenos que articulan la producción del valor de una obra, lo que es lo mismo decir, la creencia en el valor de una obra.
Puedo dar fe de lo que significa el amor por los cómics. Suena ñoño y claro que es ñoño y claro que es real; Kirby ya lo decía: “los comics te destrozarán el corazón”. De las mayores de mis satisfacciones personales han provenido tanto de la lectura como de la creación de historietas. Me he pasado horas desvelado, solo y con mis compañeros, escribiendo, componiendo, diagramando, rotulando; y todas esas instancias han sido maravillosas; momentos en que he alcanzado procesos o ideas que no pensaba estaban en mí. Puedo comprender perfectamente por qué hay tantas personas que quieren acceder al aura de la historieta, al aura de la creación y quisieran ser como los autores que admiran para tener que sea una pequeña incidencia en este maravilloso lenguaje. Por ello es que puedo entender también la ilusión del glamour y el exitismo que acompaña a la escena.
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Me parece ingenuo pensar que no hay tomas de posición, poder y distribución de capital -económico o simbólico- cuya posesión redunda en la obtención de beneficios específicos. En general, los seres humanos seguimos siendo bestias que se sonrojan. En este medio, como en todos los medios, existirán convergencias y divergencias artísticas y núcleos de poder que visibilizan o invisibilizan un determinado trabajo en desmedro de otros, núcleos de poder que en definitiva se confrontan bajo la apariencia de un discurso que dice “cada cual debe preocuparse por posicionarse”; estos discursos son el fiel reflejo de una ideología profundamente arraigada en nuestra sociedad. Sobre este punto no hay más que sacarse las máscaras y asumir un grado de egoísmo en autores y editores quienes no serán imparciales al momento de construir relatos verosímiles sobre el valor de sus obras y que tenderán a inflar sus logros para alcanzar sus objetivos, sean cuales sean, mercado y/o calidad artística. Desde la vereda de la retórica es sincero afirmar: los discursos son plásticos y maleables y la razón puede encontrar argumentos para lo que quiera.
Habiendo dicho todo esto, en lo consecutivo quisiera aportar con algunas opiniones personales sobre el panorama de la historieta chilena de los últimos años sobre todo de la escena más mainstream (una hipérbole, claro está), pienso que debido a su nivel de notoriedad mis palabras no les harán suficiente mella como para que sus autores se sientan realmente perjudicados y creo que con estos casos podré ilustrar algunas perspectivas que creo NO debieran ser un ejemplo de lo que debe ser la movida local en los años por venir.
EL LLAMADO BOOM DE LA HISTORIETA CHILENA
Honestamente no sé cómo ni quién acuñó el término, pero sí tengo claro que ha sido un tópico de los últimos 5 años al menos y aun en el último tiempo he visto como todavía se utiliza el término para demarcar un “hito” en el estado actual de la historieta chilena.
A mi propio entender, creo que los discursos del “boom de la historieta chilena” son increíblemente superfluos y no parecen más que atender a tomas de poder sobre el medio a fin de visibilizar determinadas obras. Por ejemplo, se habla demasiado a menudo de “Road Story” (Martínez, adaptación de novela de Fuguet) como un punto de inflexión en la escena actual, sin embargo, de los entendidos en cómic con los cuales me relaciono, nadie jamás la ha leído.

La utilización de la palabra “boom” resulta ridícula porque evidentemente se intenta equiparar alegóricamente a lo que conocemos como el “boom latinoamericano” el cual, por una parte, fue un fenómeno mundial que nos lega 2 premios Nobel -situación incomparable con la nuestra- y, por otra parte, se reconoce como una gran estrategia de marketing orquestada desde la industria editorial española. En definitiva, la otra cara de la moneda es que no es más que un mito. Así las cosas, el uso del término por parte de los productores locales me parece impúdico por su falta de realidad y exitismo desmedido y yo no puedo comulgar en lo absoluto con quienes pretendan hacer de él una forma de relacionar sus obras con el público.
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Bien se podría decir que hacer este tipo de declaraciones es necesario para llegar al público y que cada cual ha de hacer de mejor manera relaciones públicas para sus propios intereses; pues bueno, que cada uno corra el riesgo de decir lo que mejor le parezca, pero no se espere entonces que la legitimidad de sus obras ante la masa crítica se mantenga incólume: el término es, por lo bajo, engañoso. Yo diría, por favor, mantengamos cierta perspectiva y cierta honestidad. Aquí, no me queda sino recordarles a Bolaño:
“No sé como no se dan cuenta. El oficio (…) está poblado de tontos que no se dan cuenta de la fragilidad inmensa, de lo efímero que es. Es decir yo puedo estar con 20 escritores de mi generación y todos están convencidos de que son buenísimos y de que van a perdurar, eso es una ignorancia bestial, aparte de una soberbia enorme”.
POLICÍA DEL KARMA Y CÓMO NO EDITAR UN CÓMIC
“Policía del Karma” (Baradit-Cáceres) fue una obra importante del año 2011, una obra que incluyó como estrategia de posicionamiento ciertas plataformas multimedia interesantes como soundtrack e historias paralelas que le permitieron sobresalir y destacarse en el medio local.
Mi apreciación personal del cómic “Polícia del Karma” es positiva, sin perjuicio que el trabajo de “color” ensucia bastante el dibujo de Cáceres y el uso tipográfico y trabajo de rotulación es inadecuado (léase, feo); en este sentido, la obra es perfectible, por supuesto; pero creo que aún así cumple.
Lo que me parece imperdonable es que nos hayan vendido un libro inflado, con el cuento original -ilustrado-, el proceso creativo y el trabajo de bocetos; todo para aumentar casi el doble el tamaño de lo que es la historieta que realmente nos están presentando y que nos debería importar. Puedo entender esta decisión editorial en una edición de décimo aniversario, por ejemplo, pero no en una primera edición dondenos están aumentando la palta con leche para aprovechar de vender un libro más caro de lo que realmente costaría. Yo hasta el día de hoy me sigo preguntando ¿de verdad pensaron que era relevante que nos incluyeran el desarrollo de personajes y su proceso creativo?… por favor.
MYTHICA Y LAS SERIES INCONCLUSAS
“Me llaman Pulp” y “E-Dem Vol. 1” fueron dos obras editadas por Mythica Ediciones que a pesar de señalar que eran obras seriadas, no han sido continuadas hasta la fecha, aun cuando la editorial siguió editando material nuevo. Desconozco la razón de estas decisiones, sin embargo yo creo que a futuro podemos extraer esta sencilla lección: prudencia editorial, no nos embarquemos en proyectos serializados que no sabemos si vamos a terminar de publicar o no.

1899 Y EL FANSERVICE
Yo compré “1899” (Ortega-Daniel) al día de ser lanzado, ñoñamente emocionado y con muchas expectativas lo leí de inmediato en el metro, de vuelta a mi casa. Mi decepción fue mayúscula. Ya en Los Eternautas se publicó en su tiempo una crítica a la cual adscribo totalmente y de la cual incluso los autores entraron a explicar en parte la obra y los errores que ahí se apuntaron. A estas alturas puedo decir también caí como pajarito en el aparataje marketero de la Editorial Norma, pues parecía un libro interesante y con una premisa prometedora. Sin embargo, “1899” no es más que una suma de citas y guiños inconexos, un fanservice caza-bobos. Recuerdo perfectamente que cuando llegue a la viñeta donde se guiña a “Watchmen” solo pude pensar en lo cuma que era hacer una cita que no tenía ningún respaldo ni mayor intertextualidad que esa. El dibujo de Nelson Daniel es súper profesional pero sanitizado; no hay vértigo alguno, no hay una página de dibujo que sea memorable, que me haya hecho exclamar, y está muy por debajo del trabajo que acostumbra a hacer . Del guión de Ortega no se diga más, solo agreguemos que los glosarios y notas explicativas son sobre abundantes y creo que debieran ser parte del relato de la obra más que anexos pues las obras deben poder ser leídas en si mismas.
Prometieron una secuela, por favor, si alguna vez sale, leámosla al primer día y seamos despiadados con ella, de ser necesario, para que una obra así no tenga una segunda edición como sí la tuvo “1899”. Este tipo de decepciones no se las doy a nadie.
BASTA DE PRÓLOGOS
¿Es necesario que cada obra publicada tenga un prólogo? De manera transversal y sistemática las obras publicadas por editoriales suelen tener un prólogo laudatorio que nos contextualiza la historieta en cuestión, el trabajo del autor y la importancia que tiene en el medio. En general, me parece que siempre es mucho ruido y pocas nueces, además de no ser más que una forma de generar relaciones a futuro con otros autores (prólogos van y prólogos vienen). Creo que no es demasiado repetirlo: las obras deben poder sostenerse a si mismas, no es necesario que nos las introduzcan. Ahora bien, no quiero decir que las obras no debiesen ser prologadas, para una re-edición de una obra no contemporánea un prologo es relevante, como también para una antología, por mencionar un par de ejemplos, lo que digo es que se instaura como una práctica generalizada que no se sopesa en lo más minimo. Menos es más.
Recuerdo una polémica literaria reciente en la cual se le achacaba a Raúl Zurita escribir prólogos demasiado excesivos. Zurita respondió que tal vez era cierto, que tal vez no todas las obras eran tan buenas pero que muchas veces los autores necesitan palabras de aliento y que de cualquier modo lo importante es que jamás habló mal de de una obra que le pareciera buena, fuera de quien fuera. Pfff, flaco favor prologuista. Sigo creyendo que menos es más. No más prólogos, por favor.
PREMIOS FIC
Es mejor tener premios que no tenerlos, aunque los premios en realidad nos signifiquen nada. La iniciativa de los premios FIC Santiago es una iniciativa privada y los premios que otorgan son más bien simbólicos pues no tienen un correlato pecuniario. Sin embargo, han adquirido una cierta relevancia a nivel de medios. Ya para la última versión pude leer en El Mostrador “Los Años de Allende arrasó en los Premios FIC Santiago”. Y fíjense que arrasar es un verbo bastante fuerte.
Sin perjuicio de sus deficiencias, creo que la iniciativa de FIC Santiago es valorable pues tiende a paliar una laguna insolente para nuestro medio. Ahora bien, creo que es tiempo de que los organizadores reformulen los premios pues el sistema en sí ha caído en omisiones imperdonables siendo la más evidente la ausencia siquiera de nominación de “Las Sinaventuras de Jaime Pardo” de Vicente Plaza.
Puedo asegurar que si los organizadores de FIC hicieran una consulta a los creadores locales podría llegarse a un sistema de valoración más realista y representativo que no dependa mayoritariamente en la cantidad de likes que tienen los autores en su fanpage. Hay gente en nuestro medio calificada como para hacer de jurado tanto en selección como en votación, pero los roles deben ser delimitados y asumidos con honor: los conflictos de interés también afectan a nuestro campo específico y es inevitable. En este mismo sentido, más allá de los méritos y el innegable entusiasmo y relevancia que tiene Carlos Reyes en nuestro medio local y, en particular, su trabajo como guionista en “Los Años de Allende”, todo ello queda en entredicho cuando lo que sobresale finalmente son comentarios de pasillos por aparecer animando los premios y, a su vez, recibiendo los premios; o sea, la organización debe tener cuidado con los roles que asigna pues se producen equívocos que son evitables.

Por último, creo que a estas alturas las editoriales que se han beneficiado del premio en los últimos años debieran apoyar a FIC Santiago y hacer un fondo común para mejorar los premios más allá del simbólico galvano. Una microeditorial pequeña dedicada a hacer fanzines como Mapachestudios ya ha dado una beca para autores del medio (y van por la segunda). Entonces es lógico pensar que editoriales más grandes sean capaces de meterse la mano al bolsillo en el mismo sentido para apoyar la iniciativa de FIC Santiago.
Como una disgresión final, quisiera apuntar que el circuito de creadores es pequeño y que en cuanto tal todos nos conocemos. No es necesario que todos seamos amigos, no por compartir una pasión necesariamente debemos compartir nuestras cervezas (aunque no estaría nada de mal). Mas sí creo que debemos tener una visión más amplía que el de nuestros propios caudillos, estar en constante actualización de lo que está pasando en el circuito y saber valorar los buenos trabajos que se están dando en el medio, sobre todo en todos aquellos que sin mayores aspavientos están subiendo los niveles de lo que puede ser la tecnología del libro y el arte secuencial. Nico Pérez de Arce es un capo y nadie lo menciona; Toto Duarte tiene un trabajo sensible y exquisito y es apenas conocida, el trabajo de Leo Ríos y Christiano pasa desapercibido a pesar del tiempo que llevan en el medio (y a pesar de que a este último le roban dibujos los diarios) y Jorge “Pato” Toro debiera ser premiado en una plaza pública por su incansable trabajo de investigación, como también por su trabajo como tallerista y promotor de la lectura historietística.
La competencia nos arruina cuando optamos por sobresalir silenciando lo que debe ser valorado; de qué vale ganar por walkover (wokover), pregunto honestamente. El mercado simbólico se beneficia con la heterogeneidad y, de cualquier modo, los lectores que han de ser conquistados no son el público lector de historietas, el cual ya está asegurado, si no más bien ha de ensancharse el espectro hacia los que ya leen novela, ensayo y poesía, por ejemplo; ellos son los que presentan un nuevo desafío para nuestro medio y nuestros talentos.
Quito – Mayo de 2016

Fuente: Dibujar y escribir

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