No creo mal inspirado considerar la problemática de lo que ocurre en el Sur (y que ocurre de otra manera en la Araucanía) como provieniendo de una situación de verdadera esclavitud.
Por: Paul Buchet, Consejo Editorial de revista “Reflexión y Liberación”.
“Dijo Yahvé a Moisés: “el Faraón es obstinado, se niega a dejar salir al pueblo… Los peces del Río murieron y todas las aguas del Río se convirtieron en sangre en todo el país de Egipto”.
Cuando se habla de plagas y de marea roja a todo lo largo de la costa chilena es imposible que quien conoce la Biblia no recuerde la primera plaga del libro del éxodo. Quien no abre mucho la Biblia podrá mirar la televisión que le dará una historia arregladita de Moisés.
Lejos de insinuar que Dios estaría atrás de estos fenómenos naturales o de contaminación, se puede recordar la gesta de Yahvé que quiso iniciar su historia entre los humanos por la hazaña de un pueblo que salió liberado de la esclavitud de Egipto.
Si Dios no está mandando “marea roja” y una “corriente del niño a los Chilotes” a todos los que viven del mar en el sur del país, está por cierto escuchando las quejas de su pueblo de Chiloé y viendo las manifestaciones desesperadas de los pescadores del sur.
Nuestro cristianismo nos obliga a pensar en términos de salvación y de liberación. Por esto no creo mal inspirado considerar la problemática de lo que ocurre en el Sur (y que ocurre de otra manera en la Araucanía) como provieniendo de una situación de verdadera esclavitud.
Cuando uno se imagina Chiloé hace 50 años, la población vivía rústicamente quizás pero sin lo dramático de su situación actual. ¿Qué pasó? Pueden preguntarse los más jóvenes que nos conocieron la Isla de esa época. Lo que pasó es la llegada de empresas pesqueras, crianza y piscifactorías del salmón y otras producciones del mar. Vinieron los ricos y hasta un ex presidente a comprar Chiloé. Los isleños se dejaron tentar por la llegada de sueldos y de plata turística. Abandonaron su modo de auto subsistencia por una vida asalariada y comerciante dependiendo de los consorcios pesqueros y de las agencias de turismos Es cierto que les llegó el “progreso” pero se debe reconocer también que perdieron su independencia y su originalidad. “Prefirieron las ollas de carne de Egipto”.
Cómo si no fuera suficiente que tuvieron que vivir una época de vacíos sanitarios de las pisciculturas de salmones, un bajón en su comercialización, se les vinieron esa famosa marea rojo que se agranda como nunca e impide las cosechas de mariscos, también se ve llenar las playas de una mortandad de peces y de crustáceos cuando los pescadores artesanales se quejaban de que las empresas pesqueras vacían el mar para comercializar la famosa harina de pescado que las salmoneras requieren (5 kg para producir 1 kg de salmón).
Después de los mapuches que fueron oprimidos por la deuda histórica y por las forestales, ahora son los chilotes que viven una situación que aparenta ser la nueva esclavitud que la globalización mundial y nacional provoca. Ya no podemos hablar de neo capitalismo, la mayoría de la población está sometida al juego de las finanzas anónimas. No hay vida sin trabajo asalariado o sin entrar en el juego competitivo de la comercialización. El pequeño campesino, el artesano y el trueque local están desapareciendo.
Los que se ven desamparados claman al Gobierno, al Estado o a la presidenta Bachelet para sobrevivir.¿Podrá un Gobierno amparar unas poblaciones que las crisis económicas, las crisis ambientales, las malversaciones y corrupciones políticas pueden un día dejar sin recursos a futuro? Es dudoso. Cuando uno ve que los políticos son los que brillan por su ausencia en los verdaderos problemas y cuando uno ve también que tan poca gente se preocupa de elegir a sus representantes.
El paradigma del éxodo en la Biblia nos ancla la idea que la necesidad de “Liberación” del pueblo. Una liberación que no provendrá de un liderazgo providencial (como el de Moisés) sino de una conversión verdadera que se logra atravesando el desierto.
Debemos aprender que la libertad no es la oportunidad de realización personal. No es la idea para solucionar los problemas individuales. La libertad es mancomunada. Nadie puede salir adelante sólo. Es toda una sociedad que debemos construir. Los asalariados, los artesanos, los comerciantes, los representantes populares deben encontrar una nueva cohesión a nivel local para empezar; deben buscar la solidaridad de otras poblaciones en problemas; después deben seguir buscando esta cohesión a nivel nacional. Los neumáticos que se queman, los caminos que se cortan molestan, son la expresión de una desesperación legítima pero no van en la buena dirección. Convencer a los conciudadanos, buscar la solidaridad de los demás es el camino para rehacer un país que la ficción financiera global nos está robando a todos.
Debemos estar dispuestos a liberarnos de la mentalidad consumista y del vicio tecnológico. La plata no es la solución milagrera. No se puede derrotar el sistema económico que sostienen los poderosos con sus propias armas.
Personalmente creo que existe un solo recurso humano capaz de incentivar esta conversión y de inspirar estos cambios profundos para salvar nuestra vida humana en Chiloé y en este pequeño planeta tierra: la fuerza espiritual, la religión, la fe. A los que creen en Dios, a los cristianos, les corresponde ser sal de la tierra.