En Marzo de 2016, miles de toneladas de salmones muertos y en descomposición fueron arrojados en el noroeste de la isla de Chiloé, generando uno de los mayores desastres ambientales con graves consecuencias para el ecosistema y el bienestar social y económico de los chilotes. Esta zona además es parte de los ecosistemas de ballenas en el hemisferio sur.