10 - noviembre - 2024

Dictadura de Pinochet, forestales y el cambio climático. ¿Un desierto verde avanza en Chile?

pinochet-matte


Entre 1975 y 1979, el Estado de Chile a través del Banco Central, creó líneas de crédito para fomentar la forestación con especies exóticas.


Por Andrés Gillmore


La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la conocida OCDE, por una razón que los chilenos desconocemos somos parte, en un informe reciente informó, que el modelo económico basado en la explotación de los recursos naturales, esta en su límite más crítico y si no tenemos la capacidad de enmendar el rumbo, produciendo uno más armónico, balanceado con el medio ambiente y que tenga en perspectiva mejorar la calidad de vida de la población; lisa y llanamente perderemos sustentabilidad y estaría en  peligro nuestra proyección de desarrollo.

La existencia de agua en nuestro planeta es una de las características que lo hacen único y muy propio; sin embargo, el agua dulce disponible en la actualidad es menos del 0,5% del total. Existen estimaciones que para al año 2050, la demanda mundial de agua dulce habrá aumentado un 55%, información que incluso para Chile es preocupante, ya que en la actualidad no la manejamos como corresponde. La escasez de agua dulce ante un escenario de mayor demanda por el calentamiento global y el uso desenfrenado del proceso extractivista de los recursos naturales, ha adquirido tal relevancia a nivel mundial, ante el proceso de cambio climático, que ya esta dejándose notar sus repercusiones en nuestro querido Chile.

La primera vez que escuche la acepción “desierto verde” fue en 1998 a un científico francés, una noche de campamento en meseta Cosmelli en la orilla sur del lago General Carrera. Un sector de planicies entre Puerto Guadal y Villa Mallin Grande, en la cuenca del Baker, al sur este de Aysén a 50 km de Argentina, donde se inicia el secano a la pre-pampa que encontramos con nuestros vecinos. Un terreno árido con poco y nada de bosques nativos, escaza vegetación, con planicies de envergadura, que testimonian los diferentes niveles que tuvo el lago General Carrera con el pasar de los siglos ante el deshielo de los grandes glaciares. El  amigo científico de nombre Lauren, estaba realizando junto a un grupo importante de científicos de la Universidad de Sorbonne, estudios sobre los niveles que había tenido este grande y hermoso lago de la Patagonia Occidental, que más parece un mar interior que un lago propiamente tal, para proyectar el cambio climático desde la patagonia de Aysén. Me encontraba contratado por la expedición, haciendo labores de guía y productor de campamentos.

La frase que Louren soltó para explicarme uno de sus estudios realizados en Chile y que de cierta manera habían proyectado lo que estaba haciendo en Aysén, me hizo tomar conciencia de lo calamitoso que era el manejo ambiental en Chile y la falta de una política nacional con el tema del agua y que más temprano que tarde, el cambio climático afectaría también a Aysén y que en un plazo no mayor de 30 años desde 1998, Aysén estaría inmerso en el proceso de cambio climático, trastornando su forma de ser, hacer y de relacionarse con la naturaleza y que con el pasar del tiempo, el clima mutaría hasta hacerse muy parecido con el de la octava región.

Cuando verificamos la extrema sequía que vive Aysén en la actualidad, desencadenando que Coyhaique, en tan poco tiempo pasará de ser la hermosa capital regional, de aire limpio y considerada como un pulmón verde, a ser la ciudad más contaminada del planeta, demostrándonos una vez más, queramos o no, que todo es funcionalmente efímero y relativo. Si a eso le sumamos la falta de nieve por el calentamiento global, proceso que esta ocurriendo desde hace varios inviernos, haciendo que ríos y lagos nunca estuvieran tan bajos; que los glaciares nunca hubiesen estado tan retraídos y con ello las desastrosas consecuencias naturales de este imponderable tan subvalorado; hacen que la conversación que tuve en esos años con Lauren vuelva a mi memoria y me obliguen a preguntarme, si de algún modo, hubiéramos tenido oportunidad de contrarrestar los efectos del cambio climático, al habernos adelantado a los hechos y si con ello hubiéramos tenido la capacidad de detener el cambio climático. O simplemente todo es parte de un destino inevitable, parte de un plan maestro que nos supera totalmente como raza humana y que todo es parte del proceso natural de vida y muerte del planeta tierra y que nada es para siempre.

Investigando la historia de cómo llegamos a los grandes niveles de desestabilización climática que vivimos en todo Chile; partiendo de la base que no todo es culpa exclusiva de las grandes potencias y que como modelo económico de país subdesarrollado, hemos contribuido con una buena dosis al calentamiento global y a la gran sequía que vivimos en la actualidad y que desde hace un buen tiempo, estemos perdiendo preciosos y únicos afluentes de agua dulce, con un recurso esencial cada día es más escaso y que sin querer queriendo, nos hayamos transformado como país en lo que reconocemos como un “Desierto Verde” y que todo ha sido parte de una estrategia de desarrollo del siglo pasado, sustentado por iniciativas estatales de manejo forestal, que comenzó en la década de los sesenta del siglo pasado, al traspasarse toda la actividad forestal a la empresa privada por medio de exenciones tributarias, por el Decreto Ley Nº 701 de fomento forestal, que estableció la bonificación estatal a todas las plantaciones particulares.

Entre 1975 y 1979, el Estado de Chile a través del Banco Central, creó líneas de crédito para fomentar la forestación con especies exóticas, traspasando las empresas agrupadas en el Comité de Industrias Forestales de CORFO y los aserraderos estatales, viveros y maquinarias afines, que administraba CONAF a la empresa privada. Reduciendo las funciones productivas de CONAF a la simplicidad de la coordinación, control y fomento de las actividades forestales y la administración del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado; marcando a fuego el destino de todo el territorio centro sur de Chile y de gran parte de la región de Aysén, produciendo un impacto ambiental negativo y de grandes proporciones, que sólo hoy estamos tomando conciencia de los destructivo que ha sido.

En 1975, la forestación del país alcanzaba las 390.000 hectáreas. En 1989 la cifra se elevó a 1.326.700 hectáreas. Un estudio realizado en 1982, llegó a la conclusión que la principal ventaja comparativa que Chile tenía en materia forestal, estaba en la sobre explotación del pino radiata y eucaliptos, aprovechando que su período de maduración era más corto en la madera aserrada (el pino insigne es comercial a los 22 años y para madera pulpable a los 18 años) mientras que en los países forestales como Estados Unidos, Suecia y Canadá, los mismo volúmenes comerciales requerían de 100 años para ser comercializados, a sabiendas que estas plantaciones debían disponer de mucha agua de las napas subterráneas, que con el pasar de los años crearía una escasez vital del recurso en las comunidades aledañas y crearía la desertización del gran parte del territorio.

La rápida expansión de las plantaciones de pino y eucaliptos por su fácil comercialización y gran rentabilidad, convirtió esta explotación junto con la producción de cobre, en la estrategia productiva de desarrollo en el cual se sustentó el modelo económico neoliberal y al mismo tiempo se transformó en la amenaza más seria para el bosque nativo y por ende para la sustentabilidad medio ambiental futura de todas las comunidades del centro-sur-austral del mundo rural.

El clamor de los sectores ecologistas, gritaron en esos años a todo pulmón por la protección del bosque nativo, ante una problemática que se acrecentó mucho a partir de 1986, ante la apertura de los mercados externos para la producción nacional de astillas (chips), que subió la sobre explotación del bosque nativo y se transformó en una de las más grandes aberraciones ambientales cometidas en Chile por la empresa privada y en contra de todas las comunidades involucradas y proyectando que en un par de décadas, viviríamos una crisis ambiental de grandes proporciones; tal como la que estamos viviendo en la actualidad.

La masiva producción de astillas en algunas regiones del país, desencadenó el proceso de destrucción del bosque nativo y se pasó a cultivar solo especies exóticas como el Pinus Radiata y en menor escala del Eucaliptos. En 1989, CODEFF, denunció la destrucción de 48.592 hectáreas de bosque nativo en las VII y VIII regiones para plantar pino insigne y el bosque se transformó en un recurso comercial altamente productivo, pero sin ninguna sustentabilidad ambiental. Justificado falsamente por los gobiernos de turno asociados con los grandes grupos económicos, a un público ignorante en estas materias, diciéndose, que las actividades forestales eran acciones ecológicas y que la reforestación permitirá que miles de hectáreas en avanzado proceso erosivo se recuperarían, acrecentando su valor comercial y su productividad.

Hoy sabemos que los microclimas en la situación actual ante el cambio producido en el bosque nativo hacia una plantación formal de pino radiata o eucaliptos, esta relacionado directamente con el calentamiento global y con la falta de agua en las napas subterráneas, al producirse una menor cantidad de lluvias y un mayor movimiento de la masa de aire, que producen cambios relevantes en la temperatura y humedad del suelo, con consecuencias negativas en los procesos erosivos del crecimiento biológico del suelo y del subsuelo, propiciando la sequía que nos afecta en la actualidad.

De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, las predicciones de lluvia para Chile en los próximas décadas, tienen un gran debilitamiento de la actividad frontal a la cual estamos acostumbrados; con una disminución importante en las precipitaciones, aumentando la temperatura media y con ello, disminuyendo los aportes de agua al suelo, haciendo que las cuencas disminuyan en forma dramática su caudal, con pérdidas importantes por evapotranspiración por los efectos combinados que se producen, reduciendo los recursos hídricos superficiales y subterráneos de todo Chile.  

 

[gs-fb-comments]
spot_img

Últimas Informaciones

Artículos Relacionados