La industria transnacional de alimentos y bebidas no solo ejerce un fuerte lobby ante los gobiernos para bloquear las políticas públicas de salud orientadas a combatir la obesidad, de la cual son directos responsables, sino que además financian a expertos, sociedades médicas y científicas con el propósito de generar dudas sobre la evidencia que existe respecto de los daños a la salud que provoca el consumo de sus productos. Un escandaloso conflicto de interés a escala mundial que este año se destapó en Chile con la denuncia de que la Sociedad Chilena de Pediatría, encargada de velar por la salud de niños y niñas, recibía dineros de la transnacional Coca-Cola.
Por: Isabel Díaz Medina
Agosto de 2016
Alejandro Calvillo, director general de El Poder del Consumidor de México, conoce de cerca las tácticas de esta industria para socavar cualquier intento de regulación que consideren podría afectar su lucrativo negocio. En su larga experiencia como coordinador de campañas para enfrentar las epidemias de obesidad y diabetes, que están colapsando el sistema público de salud de México y otros países, ha visto cómo estas corporaciones actúan en bloque y no escatiman en millonarios gastos para comprar las conciencias de políticos y científicos.
Calvillo, sociólogo, doctorándose en filosofía por la Universidad de Barcelona, egresado del Programa de Altos Estudios de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de El Colegio de México, integra el grupo de expertos en publicidad de alimentos y bebidas dirigidas a la infancia, convocado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), que elaboró una guía sobre este tema para gobiernos de la región.

De visita en Chile, Alejandro Calvillo, invitado de la VII Escuela Internacional de Educación Popular en Salud de Fundación EPES, conversó con Punto Final sobre el lobby de la industria de alimentos y sus estrechos vínculos con las sociedades científicas y el poder político, y el rol de la sociedad civil para modificar el ambiente obesogénico(1) y recuperar la salud alimentaria.
– ¿Cuál es la situación en América Latina con respecto a la epidemia de obesidad?
– “América Latina es la región que presenta uno de los crecimientos más acelerados en obesidad a nivel mundial, lo que tiene relación con un cambio en la dieta. En el origen teníamos una dieta conocida como mesoamericana, una de las más ricas, variadas y nutritivas del mundo, con el maíz como grano básico y en base a plantas y especies silvestres de toda la región. Sin embargo, hubo un deterioro muy grave de esta dieta debido a la introducción de los alimentos ultraprocesados de alta toxicidad.
Un estudio de la OPS demuestra que hay una relación directa entre un mayor consumo por país de alimentos ultraprocesados (sin contenido nutricional y alto en azúcares y grasa) y un mayor índice de sobrepeso y obesidad.
Las enfermedades crónicas no transmisibles -cardiovasculares, diabetes y cáncer- están vinculadas a la alimentación. La propia OMS reconoce que la mala alimentación combinada con sedentarismo, tabaquismo y alcoholismo, está generando estas enfermedades, responsables del 75% de las muertes en la región. Tres millones de personas mueren cada año, de las cuales 1,4 millones demasiado temprano, antes de los 70 años.
200 millones de habitantes de la región padecen de una o más de estas patologías, que además son el origen de la mayor parte de los gastos de nuestros sistemas de salud, y descontroladas amenazan y dificultan su estabilidad.
La epidemia de sobrepeso y obesidad es el principal problema de salud pública a nivel global. Actualmente dos mil millones de personas en el mundo están con sobrepeso y obesidad. En la historia de la Humanidad nunca había pasado algo similar, que el organismo humano empezara a acumular grasa. Chile y México están a la cabeza en la región con cifras de obesidad alarmantes”.
- ¿Cómo llegamos a esta realidad?
– “La revolución industrial hizo posible dos cosas: vació el campo de gente, mecanizó la agricultura de monocultivos y transformó la manufactura de alimentos. Soya, maíz y caña de azúcar son commodities exitosos, no precisamente pensados para alimentarnos, manejados por las Bolsas de Valores que los tratan como al petróleo, hierro, cobre o automóviles. El alimento ha evolucionado a adquirir solo valor comercial, ya no de ‘alimento’, se ha enfatizado su naturaleza privada, y en el camino el monocultivo ha destruido la biodiversidad.
Un grupo de empresas multinacionales ha marcado el cambio en la dieta de la mayor parte de la población mundial. La diversidad de dietas tradicionales ha ido siendo desplazada por un solo modelo de consumo de alimentos y bebidas ultraprocesadas, las que usan fórmulas matemáticas para establecer la combinación exacta de azúcar, grasas y sal para que sus productos sean placenteros, eludan los centros de control hormonales y hacer que el consumidor regrese por más”.
- ¿Cuál es el principal obstáculo para detener la epidemia de obesidad en la región?
– “El principal obstáculo en América Latina y en todo el mundo para desarrollar políticas públicas que detengan la epidemia de sobrepeso, obesidad y diabetes, son las grandes corporaciones de alimentos y bebidas. Por ejemplo en Perú estas empresas han retrasado el reglamento de una ley para disminuir la obesidad infantil, y en México han capturado la regulación del etiquetado y de la publicidad dirigida a niños y niñas. La directora de la OMS, Margaret Chan, señaló que antes las epidemias las transmitían los mosquitos, pero éstos no tenían grupos de presión, ni la fuerza que tienen las grandes corporaciones. Chan, en 2013, declaró que ‘las tácticas que utiliza la gran industria de alimentos se centran en promesas de autorregulación y argumentos que ponen la responsabilidad del daño en los individuos y hacen ver a las regulaciones de los gobiernos como interferencia en la libertad personal y la libre elección’”.
PODER POLITICO Y “CIENCIA CHATARRA” AL SERVICIO DE INTERESES PRIVADOS
- ¿Cuáles son las estrategias de la industria de alimentos ya reconocidas para bloquear las políticas públicas de salud?
– “La industria está presionando con variadas estrategias para generar dudas sobre la evidencia científica respecto al daño a la salud que provocan sus productos ultraprocesados. El mayor patrocinador de muchos organismos y entidades de nutrición en todo el mundo es la industria. El uso de la ciencia al servicio del interés privado sirve para engañar a la población, además de atacar y contradecir a la ciencia que privilegia el interés público.
Asimismo, financian campañas políticas y contratan agencias de relaciones públicas para inundar los medios de comunicación con sus mensajes que tienden a crear una impresión errónea sobre las causas de la epidemia de obesidad y desacreditar el impacto de las medidas regulatorias, como el etiquetado de alimentos, alza de impuestos y prohibición de publicidad, entre otras. Usan la denominada ‘puerta giratoria’, en que funcionarios que han servido a sus intereses pasan a ocupar puesto claves en el gobierno. Sus estrategias tienen mucha similitud con las tácticas empleadas por la industria tabacalera. También intentan influir en los Ministerios de Economía, que defienden más los intereses de las grandes corporaciones que la salud pública. Esto va generando un ambiente difícil para impulsar políticas públicas”.
El sector de las bebidas azucaradas está inmerso en un escándalo desde que el diario estadounidense The New York Times revelara, en agosto de 2015, que Coca-Cola donó 1,5 millones de dólares para la creación del Global Energy Balance Network, formado por un grupo de científicos que intentaba devaluar la responsabilidad de las gaseosas en la epidemia mundial de obesidad, atribuyéndola a la falta de ejercicio físico. El proyecto se desmanteló tras conocerse la procedencia de su financiamiento.
VINCULOS EN CHILE
- ¿Qué le parece el vínculo entre la multinacional Coca-Cola y la Sociedad Chilena de Pediatría? Luego de la denuncia pública, el organismo encargado de velar por la salud de niños y niñas declaró que no recibiría más recursos de la multinacional.
– “Eso mismo ha ocurrido con algunas asociaciones de profesionales de la salud en Estados Unidos, tras denuncias de conflictos de interés con la industria. También a nivel regional la nueva presidencia de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición, a cargo del mexicano Juan Rivera, declaró que no va a recibir dinero de la industria de alimentos y bebidas, poniendo fin a un conflicto de interés histórico.
Lo que ha pasado en Chile es muy similar a lo ocurrido en México. Tenemos instancias públicas de investigación de expertos, que cada vez reciben menos recursos por parte del Estado, por lo que empiezan a adjudicarse fondos de la industria. Coca-Cola logró un acuerdo con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, la instancia gubernamental más importante de México en la promoción científica. También la multinacional ha entregado dineros a la Federación Mexicana de Diabetes, a los productores de azúcar de caña, y ha patrocinado congresos de la Asociación Mexicana de Escuelas y Facultades de Nutrición. Están comprando conciencias. Sería bueno que Chile, como lo están haciendo Australia y México, exija que se trasparente a qué organizaciones la industria destina recursos”.
- ¿Por qué la publicidad de alimentos y bebidas esté dirigida mayoritariamente a niños y niñas?
- “Entre los dos y tres años de edad se determina el gusto por alimentos con altos contenidos de azúcares, grasas y/o sal. La mayor parte de la publicidad de alimentos dirigida a niños promueve productos que no son recomendables nutricionalmente, que contienen altos concentraciones de azúcares, grasas y/o sal. La publicidad afecta la elección de alimentos e influye en los hábitos de nuestras dietas. La publicidad de alimentos y bebidas no debe explotar la inexperiencia y credulidad de los niños.
Initiative Media desarrolló un estudio en el que demostró cómo el fastidio de los niños puede lograr incrementar las ventas de un producto, las visitas a una cadena de comida rápida o a un parque de diversiones. Desarrollaron el concepto ‘factor fastidio’ (Nag Factor) con el cual la publicidad busca que los menores ‘fastidien’ para lograr la venta del producto. Lucy Hughes, vicepresidenta de Initiative Media, ante el cuestionamiento de si es ético hacer esto, ha respondido que no sabe si es ético, pero que su objetivo es satisfacer a sus clientes y esto funciona. Otro especialista en publicidad dirigida a niños ha declarado ‘si provocamos conductas antisociales para vender y lo logramos, eso está bien’”.
¿Por qué los gobiernos son tan vulnerables a las presiones de la industria?
“La concentración del poder económico es un factor determinante. La industria de alimentos y bebidas teje redes de alianza y complicidades con el poder político. La frontera entre el poder económico y el poder político está muy diluida, ambos pertenecen al mismo sector, sus miembros comen en los mismos lugares, juegan golf juntos, son compadres muchos de ellos. También hay vínculos de corrupción. Además de financiar campañas políticas, promueven políticos que quieren escalar de manera no honorable para que legislen a su favor. También generan presiones a través de asociaciones, que reúnen a varias compañías, que actúan en bloque en oposición a las políticas que afectan a sus miembros; entonces, el poder de presión que tienen es enorme”.
CHILE: EL ETIQUETADO DE ALIMENTOS Y DESAFÍOS
A cuatro años de la aprobación de la Ley de Etiquetado de Alimentos y a un año de la publicación en el Diario Oficial, la industria recién a partir del 26 de junio tiene la obligación de rotular el alto contenido de azúcar, calorías, grasas saturadas y sodio, en los envases de los productos. La ley también les prohíbe utilizar “ganchos” comerciales, como juguetes o regalos dirigidos a los menores de 14 años, entre otros cambios.
- ¿El largo proceso de tramitación de la Ley de Etiquetado de Alimentos en Chile y la gradualidad de la implementación de su reglamento, que el gobierno negoció con la industria, responde a las presiones de los privados?
“Sin duda la industria ejerció su influencia. De todos modos hay que defender el proceso, aunque no sea el ideal. Es una lástima que en el etiquetado haya cambiado el concepto de ‘exceso’ a ‘alto’, pero al menos la población va a acceder a información sobre los productos que consume, que es un derecho mínimo y que las empresas nos han negado”.
- ¿Luego del etiquetado de alimentos, qué paso debe dar Chile en la lucha contra la obesidad?
“Sin duda tiene que impulsar un aumento del impuesto a las bebidas azucaradas, a un 20% que es la recomendación internacional, considerada la medida más avanzada para modificar el ambiente obesogénico y convertirlo en un ambiente saludable. De acuerdo a un estudio de la OPS, México y Chile son los países latinoamericanos donde más se consumen bebidas azucaradas, snacks y las llamadas comidas rápidas, asociadas al aumento de la obesidad. Esto convierte nuestra dieta en un riesgo para la salud. El azúcar disuelto en bebidas tiene un impacto en la salud enorme, no solamente aumenta el riesgo de sobrepeso, obesidad y diabetes, también de enfermedades cardiovasculares e impacto en el sistema metabólico. Muchas enfermedades que se presentaban en la tercera edad ahora se inician en plena edad productiva”.
- ¿Cuáles son las alternativas para modificar el ambiente obesogénico y recuperar la salud alimentaria?
“Tenemos que implementar políticas públicas para reducir el consumo de los alimentos ultraprocesados y recuperar nuestras cocinas tradicionales y la soberanía alimentaria. La OPS impulsó un plan de acción aprobado por los ministros de Salud de los países de la región, que plantea medidas específicas, como la regulación de la publicidad dirigida a niños y niñas, prohibición de comercialización de ‘comida chatarra’ en las escuelas, y la adopción de medidas fiscales, como el impuesto a las bebidas azucaradas, entre otras.
No existe sistema de salud pública que pueda enfrentar las consecuencias de la epidemia de la obesidad, principalmente a nivel de diabetes, hipertensión, hígado graso y muchos otros problemas que se están generando cada vez a una edad más temprana.
El sistema público de salud mexicano está colapsado, ya no cubre la diálisis y eso va a comenzar a pasar en otros países de la región. Es urgente actuar, mientras más tiempo pase será más difícil y los costos serán mayores”.
- ¿Cuál es el rol de la sociedad civil en la defensa de polí-ticas y medidas de salud pública frente a intereses económicos?
“La población debe tomar conciencia de la magnitud de la epidemia de obesidad, sus principales causas y consecuencias. Tenemos una presión enorme de las corporaciones y necesitamos levantar la demanda de políticas que protejan la salud pública desde la sociedad civil, ver en las políticas un beneficio, algo urgente, ineludible. Así como América Latina está presentando uno de los mayores problemas de sobrepeso, obesidad y diabetes, también tiene un aspecto positivo: es la región donde se están implementando las políticas más importantes para modificar este ambiente obesogénico (etiquetado de alimentos en Chile y Ecuador, y alza de impuestos a las bebidas azucaradas en México) y la sociedad civil ha sido clave en este proceso”.
En Chile, un 64,5% de la población sufre de exceso de peso (más de un 25% de grasa en el cuerpo)(2). Lidera los índices de obesidad a nivel sudamericano y como problema de salud afecta al 27,8% de nuestra población(3).
El problema es especialmente grave en los niños: Chile se posiciona en el primer lugar en obesidad infantil en América Latina y en el sexto a nivel mundial, según un estudio del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, el cual advierte que el 70% de los niños y niñas chilenos va a ser obeso en el corto plazo. Una persona muere cada hora en Chile a causa de la obesidad
Notas
(1) La obesogenicidad de un ambiente se define como la suma de las influencias que el entorno, las oportunidades o las condiciones de vida tienen en la promoción de la obesidad de los individuos o de las poblaciones. Es lo que la OMS ha calificado como los determinantes sociales de la salud.
(2) Encuesta Nacional de Salud ENS Chile (2009-2010).
(3) Observatorio Global de la Salud de la OMS (2015).
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 853, 10 de junio 2016).